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Templo romano de Córdoba
La ciudad española de Córdoba posee los restos de un templo romano, que fue descubierto en los años cincuenta del siglo XX durante la ampliación del ayuntamiento.[1] Se encuentra situado en el ángulo formado por las calles Claudio Marcelo y Capitulares. No es el único templo que tuvo la ciudad, pero sí fue posiblemente el más importante de todos, así como el único conocido por excavación arqueológica. Es un templo pseudoperíptero, hexástilo y de orden corintio de 32 metros de largo por 16 de ancho.
Su construcción se comenzó durante el reinado del emperador Claudio (41-54 D.C.) y se terminó unos cuarenta años después, durante el reinado del emperador Domiciano (81-96 d.C.).[2] Supuestamente estaba dedicada al culto imperial. Sufrió algunas modificaciones en el siglo II, reformas que parecen coincidir con el cambio de ubicación del foro colonial.
En la zona ya habían sido encontrados elementos arquitectónicos, tales como tambores de columnas, capiteles, etc... todo ello de mármol, por lo que la zona era conocida como los marmolejos. Esta zona de Córdoba pudo constituirse entre el siglo I y el siglo II, como el foro provincial de la Colonia Patricia, título que recibió la ciudad durante la dominación romana.
Samuel de los Santos, entonces director del Museo Arqueológico, y Félix Hernández fueron los directores de la excavación, en 1951. La interpretación de los restos que iban siendo descubiertos fue realizada por el arqueólogo Antonio García Bellido.
Situación actual
El edificio estaba situado sobre un podium y estaba conformado por seis columnas en su fachada frontal y por diez columnas en cada uno de los laterales. Actualmente, los únicos restos que quedan del edificio son su cimentación, la escalera, el altar y algunos fustes de columnas y capiteles. Las formas que se ven hoy día son el resultado del proyecto de reconstrucción llevado a cabo a mediados del siglo XX, en los años cincuenta y sesenta, tras el descubrimiento de los restos hallados durante la construcción del Ayuntamiento de Córdoba. Lo que actualmente puede contemplarse se debe a las reconstrucciones llevadas a cabo por el arqueólogo Antonio García Bellido y el arquitecto Félix Hernández. Tanto los pilares como los fustes fueron construidos para la reconstrucción por Félix Hernández.
Lo más destacado del conjunto son los cimientos: los que sustentaban el edificio propiamente dicho y los contrafuertes delanteros, dispuestos en forma de abanico y apoyados en un muro (parte del cual es hoy visible en el Ayuntamiento), los cuales creaban un soporte para evitar que se desplazase por el peso del conjunto, construido completamente en mármol. Este tipo de sujección, llamada Antérides, no era frecuente en el Imperio, lo cual supone un valor añadido al conjunto cordobés. Las antérides junto a los masivos cimientos del templo nos hablan de la magnitud que debió tener el templo, ampliamente visible desde la Vía Agusta, principal via de entrada por el este, que corría paralela al circo.
Alrededor pueden verse algunos fragmentos originales del templo, tales como piezas de tambores o capiteles. Otros restos fueron llevados al Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba para su mejor conservación, como algunos relieves que allí se exponen, y donde también se hallan algunos de sus capiteles, mientras que varios fustes de sus columnas se pueden observar en la plaza de las Doblas.
Descripción histórica
El templo fue construido a lo largo de la segunda mitad del siglo I. El conjunto comenzó a construirse en época del emperador Claudio (41-54) aunque no se culminaría hasta el reinado de Domiciano (81-96), momento en el que se le dota de agua. Sufrió algunas modificaciones en el siglo II, reformas que parecen coincidir con el cambio de ubicación del foro provincial que se traslada al entorno del actual Convento de Santa Ana. Los materiales empleados en su construcción fueron variados.
El material empleado fue casi exclusivamente mármol, desde las columnas a los muros, pasando por la cubierta y el entablamento. La calidad del mármol y la de la talla del mismo nos hablan de que su construcción fue llevada a cabo por artesanos con altísima cualificación, situando el resultado al nivel de los más bellos edificios del imperio.
El templo se situó en el límite de la Colonia Patricia, en la zona donde se ubicaba parte del lienzo oeste de la muralla. Las construcciones del interior, al igual que el lienzo de muralla, fueron destruídos para levantar el templo. El terreno fue allanado, creándose una terraza artificial donde se dispuso una plaza en medio de la cual se dispuso el templo.
La plaza estaba cerrada en tres de sus lados, el norte, este y sur (así lo indícan los restos encontrados bajo el edificio situado en la esquina de Claudio Marcelo con Diario Córdoba, mientras que la oeste quedaba abierta para conectar visualmente con el circo.
Algunos estudios sugieren que entre ambas zonas existía una terraza intermedia que interconectaría ambos espacios.
Interpretación
Aunque no se tienen datos documentales, la situación del templo en la plaza porticada abierta al circo, ha llevado a los investigadores a identificar el templo como parte del conjunto dedicado al culto imperial, esto es, a los emperadores romanos divinizados.
El 29 de mayo de 2007 el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía declara el conjunto Bien de Interés Cultural.
Referencias
Referencias e información de imágenes pulsando en ellas. |
- ↑ Por Florencio : Las ruinas del Templo Romano de Córdoba - Artículo del Diario Córdoba
- ↑ Centro de Culto Imperial - Web de ArqueoCórdoba