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Monasterio de El Escorial

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Monasterio de El Escorial

El Monasterio de El Escorial, conocido también como Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, Monasterio de San Lorenzo El Real, Monasterio de San Lorenzo de la Victoria o, sencillamente, como El Escorial, fue proyectado en la segunda mitad del Siglo XVI por Juan Bautista de Toledo para el rey Felipe II quien concibió la obra como un gran complejo multifuncional, monacal y palaciego.

Al morir Juan bautista de Toledo en 1567, Juan de Herrera se hizo cargo de la obra imprimiendo el sello arquitectónico particular del llamado estilo "herreriano", caracterizado por el protagonismo de la línea frente a cualquier abuso de elementos decorativos que distrajesen la contemplación del edificio.

Con una superficie de 33 327 metros cuadrados, el Monasterio de El Escorial es el monumento que mejor resume las aspiraciones ideológicas y culturales del “Siglo de Oro” español, expresadas aquí mediante una síntesis original de formas artísticas italianas y flamencas por impulso de Felipe II. Aunando en un edificio varias funciones, contaba con monasterio de los monjes de la orden de San Jerónimo, con iglesia y panteón real, un palacio para alojar al rey y a su séquito, un colegio y seminario que completan la función religiosa del monasterio y una biblioteca. Este esquema se mantiene, en cierto modo, en la actualidad.

Además de los arquitectos mencionados intervinieron también Juan de Mijares, Gian Battista Castello El Bergamasco y Francisco de Mora.

Fundación

El Monasterio de El Escorial fue promovido por Felipe II, entre otras razones, para conmemorar su victoria en la batalla de San Quintín, el 10 de agosto de 1557, festividad de mártir. Esta batalla marcó el inicio del proceso de planificación que culminó con la colocación de la primera piedra el 23 de abril de 1563, bajo la dirección de Juan Bautista de Toledo. Le sucedió tras su muerte, en 1567, el italiano Gian Battista Castello El Bergamasco y, posteriormente, su discípulo Juan de Herrera. La última piedra se puso 21 años después, el 13 de septiembre de 1584.

El edificio surge por la necesidad de crear un monasterio que asegurase el culto en torno a un panteón familiar de nueva creación, para así poder dar cumplimiento al último testamento de Carlos V de 1558. El Emperador quiso enterrarse con su esposa Isabel de Portugal y con su nueva dinastía alejado de los habituales lugares de entierro de los Trastamara.

Cronología

  • 1557. Victoria sobre los franceses en la Batalla de San Quintín.
  • 1558. Felipe II designa una comisión multidisciplinar (médicos, arquitectos, canteros, etc.) para buscar el emplazamiento más idóneo.
  • 1559. El rey nombra arquitecto real a Juan Bautista de Toledo desde Gante y le encomendó la dirección de todas las obras de la Corona.
  • 1561. Se elije el terreno para la construcción del monasterio.
  • 1567. El 19 de mayo, tras la finalización de la fachada del Jardín de los Frailes, gran parte de las dependencias del Monasterio y el Patio de los Evangelistas, fallece Juan Bautista de Toledo.
  • Entre 1567 y 1569, la dirección del proyecto palaciego y monacal queda en manos de Gian Battista Castello El Bergamasco, autor de la escalera principal.
  • 1576. Herrera es designado arquitecto real, y plantea soluciones que tienden hacia la simplificación y geometrización del edificio.
  • 1584. Se colocan en la portada de la Basílica ldandose por finalizadas las obras el 13 de septiembre, si bien la Basílica, se culminó en 1586 bajo la dirección de Francisco de Mora.


Planta

Juan Bautista de Toledo está considerado el primer arquitecto del Monasterio de El Escorial y sus trazas sentarán las bases de lo que posteriormente será el lenguaje herreriano.

Primeras trazas

En primera instancia se observa que las primeras trazas que se conservan de Juan Bautista de Toledo proponían un edificio con una imagen muy diferente al que se construyó definitivamente: torres en la mitad de la fachadas laterales (las huellas de la Torre de la Biblioteca aún son visibles en la fachada que da al Jardín, ya que se construyó en vida de Juan Bautista) y dos torres más en la portada principal, donde el Patio de Reyes quedaba abierto y dejaba ver en el fondo la portada de la Basílica. Sabemos por la documentación que se conserva de los priores del convento que al principio se preveían sólo cincuenta monjes en lugar de los cien finales, por lo que el proyecto original tenía una altura menos en la parte delantera. En cuanto a la planta de la iglesia, el diseño se resolvía con unas naves de menores dimensiones de las actuales rematadas con una capilla de ábside semicircular. No estando contento Felipe II con esta solución hará llamar a Francesco Paciotto que le aconsejará al monarca que el templo tenga el ábside plano. Finalmente el artífice de la solución definitiva fue Juan de Herrera, que construyó un templo cuadrado basado en la planta del Vaticano sobrepuesto a una planta basilical tradicional con el altar al final de la nave principal. A Herrera también se debe la imagen unitaria de las fachadas con menos torres y sin escalonamiento, lo que contribuyó a la potente imagen final del edificio.

La orden jerónima intervino en las primeras trazas de la obra, de la que resultaría un núcleo conventual de la iglesia y el claustro principal. La principal contribución de Juan Bautista de Toledo habría sido integrar los palacios privados y públicos en un esquema simétrico renacentista. Este esquema de palacio real adosado a un monasterio era costumbre entre los monarcas hispanos medievales, que lo usaban en los monasterios que usaban para retiros, lutos y descansos. Podemos encontrar muchos antecedentes, como Santo Tomás de Ávila, Guadalupe, Poblet, Santa Creus o Yuste, entre muchos otros.

Modelos bíblicos: el Templo de Salomón

En realidad el origen arquitectónico de su planta es muy controvertido. Dejando a un lado la feliz casualidad de la parrilla, que no apareció hasta que Herrera cerró la fachada principal con la «falsa fachada» de la biblioteca y eliminó seis de las torres, la planta parece estar basada más bien en las descripciones del Templo de Salomón de la Biblia y del historiador judeo-romano Flavio Josefo. Esta idea debió ser modificada por las crecientes necesidades del convento y las funciones que Felipe II quiso que albergara el edificio (panteón, basílica, convento, colegio, biblioteca y palacio), por lo que tuvo que duplicarse las dimensiones iniciales del proyecto. Las estatuas de David y Salomón flanquean la entrada a la basílica recordando el paralelismo con el guerrero Carlos V y el prudente Felipe II. Del mismo modo, el fresco de Salomón se sitúa en el centro de las bóvedas de la Biblioteca mostrando su imagen de mayor sabiduría: el famoso episodio con la Reina de Saba.

Planos


Partes del edificio

Patio de los reyes

Es el patio de acceso desde la fachada principal y recibe este nombre por las esculturas de los seis reyes de Israel que decoran la fachada principal de la iglesia situada al fondo del patio, obra del escultor Juan Bautista Monegro. Estos reyes son los constructores del templo de la sabiduría, el Templo de salomón que Felipe II tuvo como modelo. Presidiendo a un lado y otro encontramos a David y Salomón, Ezequías, Josafat, Josías y en el extremo derecho Manasses que porta los atributos geométricos del arquitecto: escuadra y compás.

Este patio de planta en proporción dupla, de 64 metros de largo por 38 metros de ancho, se concibió como antesala descubierta tanto para las visitas al templo y monasterio como al monarca. Ocupa el eje central de simetría del conjunto, la recta que une biblioteca, altar, panteón y trono, y simbólicamente representa el lugar de unión entre la sabiduría divina y humana, en el que sus cuatro lados corresponden a la Biblioteca, el Colegio, el Convento y la gran fachada del Templo.

Cuenta con cuatro órdenes de ventanas con un total de ochenta a cada lado. En el muro de la izquierda, entre la octava y novena ventanas, está la última piedra colocada en el edificio que aparece señalada con una pequeña cruz negra. En el fondo del patio se encuentra la fachada de la Basílica que aparece dividida en cinco cuerpos por columnas dóricas. En el segundo cuerpo de esta fachada se alzan, entre siete columnas, una posible alusión a los siete pilares de la sabiduría, las esculturas de los seis Reyes de Judá que participaron en la construcción del templo bíblico de Jerusalén: el Templo de Salomón.

Biblioteca

Situada en la planta superior sobre la entrada principal de la fachada de poniente, fue proyectada por Juan de Herrera quien se ocupó de diseñar las estanterías que contiene.

Dotada de una colección de más de 40.000 volúmenes, la sala principal está ubicada en una nave de 54 metros de larga, 9 de ancha y 10 metros de altura con estanterías de maderas nobles talladas, cubierta por bóveda de cañón compartimentada en siete tramos, toda decorada con frescos pintados entre 1586 y 1592 por Pellegrino Tibaldi en su estilo manierista, representando las siete artes liberales, esto es: Retórica, Dialéctica, Música, Gramática, Aritmética, Geometría y Astrología. Los testeros de la sala se decoran con frescos del mismo autor representando en uno de ellos a la Filosofía (el saber adquirido) mientras que en el otro la Teología (el saber revelado).

La iluminación de la biblioteca se realiza por una serie de vanos distribuidos en cinco ventanas y cinco balcones que asoman al Patio de los Reyes y siete ventanas que recalan al exterior de la explanada de la fachada de poniente.

El pavimento es de mármoles blancos y pardos.

Basílica

Precedida por el Patio de los Reyes, verdadero núcleo central de todo el conjunto, en torno al cual se articulan las demás dependencias.

Cripta

Situada bajo el altar mayor, y con acceso a través de dos escaleras, fue proyectada por Herrera como una cámara circular segmentada en ocho tramos, con entrada por uno de sus lados y pequeño altar en el de enfrente que se cubre con cubierta con media naranja. Cuando Felipe III decidió convertirla en Panteón encargó los planos de la remodelación a Juan Bautista Crescenzi, siendo construida por Juan Gómez de Mora en estilo barroco.

Toda la sala se cubre con jaspes, pórfidos, mármoles de distintos clases y bronces dorados, incluido el suelo que es de mármol. Las obras comenzaron en 1617 aunque no llegaron a ser terminadas y acabaron siendo abandonadas. En 1645 se hizo cargo de ellas fray Nicolás de Madrid que las acabó en 1654 en tiempos del rey Felipe IV.

Consta de 26 sepulcros de mármol donde reposan los restos de los reyes y reinas de las casas de Austria y Borbón, excepto Felipe V y Fernando VI, que eligieron La Granja de San Ildefonso y las Salesas Reales respectivamente.

También reposan los restos de las reinas consortes que son madres de rey. Además del único rey consorte que ha habido en España, Francisco de Asís de Borbón, esposo de Isabel II.



Convento

El monasterio propiamente dicho ocupa todo el tercio sur del edificio.

La entrada principal del convento se sitúa en el Patio de Reyes, en el pórtico de entrada a la basílica; la primera estancia de estas dependencias es la Sala de la Trinidad, una amplia habitación de más de 16 metros de largo por casi 10 de ancho donde se conserva un cuadro del pintor español José de Ribera titulado "La Santísima Trinidad".

El recinto se organiza en torno al gran claustro principal, el Patio de los Evangelistas, diseñado por Juan Bautista de Toledo. Sus dos plantas están comunicadas por la escalera principal, con las bóvedas decoradas por frescos de Luca Giordano. En el centro del claustro se levanta un templete realizado en granito, mármoles y jaspes de diferentes colores sobre traza de Juan de Herrera, influido por el tempietto de San Pietro in Montorio de Bramante. Las esculturas de los cuatro evangelistas fueron cinceladas por Juan Bautista Monegro de un solo bloque de mármol y sujetan un libro abierto con un fragmento de su Evangelio en la lengua en que fueron escritos.

En el convento, además de las Salas Capitulares, destaca también la Celda Prioral Baja, con un fresco en el techo sobre El Juicio de Salomón de Francesco da Urbino. La sacristía, con la Adoración de la Sagrada Forma de Claudio Coello. En la Iglesia Vieja o de Prestado que se usaba para el servicio litúrgico privado de los monjes se conserva El Martirio de San Lorenzo de Tiziano, una de las obras maestras del renacimiento italiano, que Felipe II encargó para el retablo principal de la Basílica pero que descartó por su oscuro colorido.

Claustro Principal y Patio de los Evangelistas

Situado en el lado sur de la basílica, organiza en sus otros lados, la sacristía, salas capitulares y el convento propiamente dicho.

El patio, diseñado por Juan Bautista de Toledo, se rodea por Claustro en dos alturas de estilo renacentista con arcos de medio punto, los del piso inferior sostenidos por columnas dóricas mientras que los del piso superior por columnas de orden jónico. Las Galerías del Claustro están decoradas con cincuenta y cuatro pinturas al fresco con la Historia de la Redención, desde el nacimiento de la Virgen hasta el Juicio Final, ordenándose a partir de la Puerta de las Procesiones que comunica el Claustro con la Iglesia.

Cada lado del claustro tiene un frente al patio de 46 metros de longitud y dispone de un total de 88 vanos que llenan los claros de los arcos. Por encima del cuerpo superior corre un antepecho abalaustrado de piedra con adornos de bolas.

El jardín, concebido como un característico patio claustral distribuido en forma de cruz con dieciséis cuadrados, está centrado por un edificio dórico que alude a la fuente de la Gracia y de la vida espiritual (los cuatros Evangelios), y al jardín del Edén con los cuatro ríos que riegan las partes del mundo. Los cuatro estanques aluden a los evangelistas y los doce cuadrados ajardinados a los apóstoles.

El templete de forma octogonal, obra de Juan de Herrera está construido en piedra al exterior y mármoles en el interior, ocho columnas dóricas sostienen un entablamento con un balcón en su parte superior. Remata todo el conjunto una cúpula con linterna ciega. En cuatro de los paños del templete, cuatro estatuas representando a los Evangelistas en sendas hornacinas, y a sus pies los animales simbólicos que los representan.


Escalera principal

La escalera principal, con su disposición de escalera imperial con tramo principal que se parte en dos a los lados a partir de la primera meseta permite, además de mantener el eje de simetría del convento, compatibilizar las dos plantas del Patio de los Evangelistas con los tres del convento mediante discretas puertas que dan paso de la parte más monumental a la zona más recogida y doméstica. El padre Sigüenza la atribuyó a Bergamasco, aunque su proyecto fue modificado y desarrollado por Herrera. Su caja es de gran altura, por lo que cuenta con una cubierta propia que cubre la gran bóveda esquifada y que permite iluminar desde arriba sus magníficos frescos.

Su decoración pictórica está compuesta por frescos de Tibaldi, Luca Giordano y Luchetto, entre los que destaca "La batalla de San Quintín" y la "Fundación de El Escorial", en la que Felipe II discute las trazas del Monasterio con sus dos arquitectos, Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera, y el obrero Mayor, el jerónimo Fray Antonio de Villacastín.


Salas capitulares

Situadas tras el claustro bajo, en el lateral sur del patio de los Evangelistas, eran las salas donde los monjes celebraban sus Capítulos, especie de confesiones mutuas para mantener la pureza de la congregación. Desde tiempos de Velázquez, que intervino en su decoración, albergaron importantes pinturas. Destinadas actualmente a pinturas y a pesar del traslado de muchas obras al Museo del Prado, se exhiben varias tan importantes como La Última Cena de Tiziano y La túnica de José de Velázquez.

Las dos salas capitulares del monasterio reciben el nombre de Prioral y Vicarial.

Sacristía

Situada tras el claustro bajo, en el lateral este del patio de los Evangelistas, consiste en una amplia sala de treinta metros de largo por nueve de ancho y once de altura sobre un suelo de mármol blanco y gris con nueve ventanales hacia los jardines exteriores del monasterio.

Destinada a guardar los objetos necesarios para el culto divino, se utiliza también como lugar donde se revisten los oficiantes para llevar a cabo el culto religioso, su aspecto apenas ha cambiado desde el siglo XVI, a excepción del Altar de la Sagrada Forma.

El Altar de la Sagrada Forma es el proyecto artístico más ambicioso de la escuela madrileña del último tercio del siglo XVII. Fue mandado construir por Carlos II y en él aparece la obra maestra del pintor Claudio Coello: el cuadro La Adoración de la Sagrada Forma por Carlos II (siglo XVII) que, mediante un artificio barroco, prolonga en un espacio imaginario la perspectiva de la Sacristía. El lienzo es, en realidad, una pantalla o velo que oculta un retablo del siglo XVII y el Tabernáculo neogótico que alberga la Sagrada Forma.

Antesacristía

Junto a la Sacristía, entre esta y el templo se sitúa la sala conocida como Antesacristía, un gran vestíbulo cubierto por una magnífica bóveda de grutescos pompeyanos o figuras caprichosas, obra de Nicola Granello.

En este espacio se ubica una impresionante fuente que utilizaban los sacerdotes para lavarse antes de iniciar los oficios divinos. La fuente está realizada en una sola pieza de mármol pardo con seis bocas en forma de cabezas de ángeles, realizadas en bronce dorado.



Palacio de Felipe II

Construido en dos pisos alrededor del presbiterio de la Basílica y en torno al Patio de Mascarones. Sigue el mismo esquema arquitectónico del Palacio de Carlos V en el Monasterio de Yuste. Está formado por una serie de estancias decoradas con austeridad.

El dormitorio real, situado junto al altar mayor de la Basílica, cuenta con una ventana que permitía al rey seguir la misa desde la cama cuando estaba imposibilitado a causa de la gota que padecía. Está dividido en cuatro estancias: la sala principal, el escritorio, la alcoba y el lujoso oratorio.

El pavimento de las habitaciones es de ladrillo, mientras que las paredes están lucidas en blanco, a excepción de un zócalo de un metro de altura con azulejos de Talavera.

Patio de los mascarones

Recibe el nombre porque en sus muros se encuentran una serie de mascarones formando parte de las fuentes que bordean al mismo.

Sala de las Batallas

Donde en pinturas al fresco se representan las principales batallas ganadas por los ejércitos españoles.

Pinacoteca

Formada por obras de las escuelas alemana, flamenca, veneciana, italiana y española, de los siglos XV, XVI y XVII. Incluye diversas obras de Pieter Coecke, pintor predilecto de Felipe II, así como de El Bosco, la famosa Crucifixión de Rogier van der Weyden y una Adoración de los pastores de Tintoretto. En otra sala, conocida como Iglesia Vieja, se exhibe El Martirio de san Lorenzo, de Tiziano, que Felipe II encargó para el retablo principal de la basílica pero que se descartó por su colorido oscuro, poco visible a cierta distancia.

Museo de Arquitectura

En sus once salas se muestran las herramientas, grúas y demás material empleado en la construcción del monumento, así como reproducciones de planos y documentos relativos a las obras, con datos muy interesantes sobre las mismas.

Jardines de los Frailes

Mandados construir por Felipe II, que era un amante de la naturaleza, constituyen un lugar ideal para el reposo y la meditación. Manuel Azaña, que estudió en el colegio de los frailes agustinos de este monasterio, lo cita en sus Memorias y en su obra El jardín de los frailes. Lugar de entretenimiento y estudio de los alumnos.

Otras imágenes

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Situación


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Referencias

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Conrad von Soest, 'Brillenapostel' (1403).jpg
https://www.delacuadra.net/escorial/tx-text2.htm
Conrad von Soest, 'Brillenapostel' (1403).jpg
http://www.jdiezarnal.com/monasteriodelescorial.html
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