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Isidoro González Velázquez
Isidro González Velázquez (1765-1840) fue un arquitecto neoclásico que realizó su obra en el siglo XIX. Su formación proviene del entorno de Villanueva, del que fue discípulo predilecto y al que ayudó en las obras de Aranjuez.
Consiguió una pensión en Roma, donde coincidió con Silvestre Pérez e Ignacio Haan. Allí también tuvo conocimiento del orden dórico griego de las ruinas de Paestum, que había salido a la luz en la Europa de la década de 1760, provocando una gran polémica en torno al sentido de vitruvianismo González Velázquez utilizaría más tarde este orden casi de forma obsesiva, convirtiéndose en una herramienta habitual en su obra, tanto en altares como chimeneas, fuentes de jardín o decoraciones efímeras.
Cuando volvió de Roma, siguió trabajando con Juan de Villanueva. De hecho, es difícil aislar su obra verdaderamente personal.
En 1803 ampliaba la casa del Labrador y le daba su forma actual. En 1810, debido a su huida del gobierno francés, González Velázquez se había refugiado en Palma de Mallorca. Allí diseñó distintos edificios, creó el planeamiento urbano de Borne de Palma y el cerramiento del Jardín de la Lonja, siguiendo el espíritu clasicista del Paseo del Prado de Madrid. En el cerramiento del Jardín traspuso la galería baja de la fachada sur del Prado. También de su estancia en Mallorca data la reforma de la estructura de la parroquia de Llucmajor, a la que además aportó expresividad con el recurso de contrastar planos desnudos con otros muy complejos. En 1811 elaboró un proyecto para el Consulado del Mar que sólo se ejecutó parcialmente, y en el que destaca la construcción de una escalera de planta elíptica, volada, en piedra. En el paseo del Borne emplazó la idea del obelisco, como había ocurrido también en la del jardín de la Lonja. Esta forma se repetiría a lo largo de la obra de González Velázquez, casi de forma obsesiva.
Una vez vuelto a España, se premió su fidelidad al monarca con el puesto de Arquitecto de Obras Reales, pero la corte se limitó a encargarle proyectos pequeños, poco ambiciosos, en los que apenas podía mostrar la experiencia de sus dilatados estudios: jardines reservados y pabellones en el Retiro, la fuente de Hércules y de Narciso en Aranjuez, la remodelación del teatro y la capilla en el Palacio de El Pardo... Es también responsable del Salón de Sesiones del Senado (1820), la pieza más antigua que se conserva en el actual edificio. Usó el mismo diseño de un obelisco para dos obras diferentes: en el catafalco de la reina Isabel, en 1819, y en el monumento a los Héroes del dos de mayo en Madrid (1822).
Como señalaba a su discípulo Aníbal Álvarez, la única obra digna de hacerlo célebre fue su proyecto para la plaza de Oriente, pero las obras, comenzadas en 1818, se paralizaron y terminó derribándose lo que se había construido ya.
Referencias
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