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Fuente de la Fama (Madrid)
La Fuente de la Fama se encuentra en los Jardines del Arquitecto Ribera, próximos a las calles de Fuencarral y de Barceló, en la ciudad española de Madrid. Se trata de una fuente de estilo churrigueresco, construida por Pedro de Ribera en el segundo tercio del Siglo XVIII.
Historia
Fue encargada por el rey Felipe V para el embellecimiento de la villa y mejora de los suministros de agua. El proyecto corrió a cargo de Pedro de Ribera, quien ejecutó la obra entre 1738 y 1742.
Se financió mediante una subida de impuestos, aspecto que quedó reflejado el día en que fue inaugurada, con la instalación de un letrero, colocado a iniciativa popular: «Deo volente, rege surventa et populo contribuyente [Dios lo quiso, el rey lo sugirió y el pueblo lo pagó]».
Su enclave original fue la plaza de Antón Martín, razón por la cual fue conocida inicialmente como Fuente de Antón Martín. Tuvo una breve permanencia en el Parque del Oeste y, en el año 1941, fue trasladada a su actual emplazamiento, junto a una de las fachadas del antiguo Hospicio de San Fernando, donde tiene su sede el Museo Municipal de Madrid. Este edificio también es obra de Pedro de Ribera.
Descripción
La fuente combina en su construcción piedra berroqueña y caliza de Colmenar de Oreja, material, este último, reservado a los grupos escultóricos.
Se asienta sobre un pilón en forma de trébol de cuatro hojas, sobre el que descansa la base, custodiada por cuatro delfines mitológicos, que arrojan agua. Estas esculturas sujetan una pilastra profusamente adornada, siguiendo las pautas churriguerescas imperantes en la época.
Entre los motivos ornamentales destacan diversas hornacinas con floreros y las estatuas de cuatro niños, cada uno de ellos sosteniendo una concha invertida, que actúa de parapeto sobre sus cabezas.
La pilastra se estrecha en su parte superior, donde se sitúa, a modo de remate, una victoria alada, que blande una trompeta. Esta figura muestra un insinuante movimiento, simbolizando que, a pesar del triunfo (ejemplificado por la trompeta), la fama no perdura. Se trata de una alegoría del célebre precepto clásico: «Carpe diem, carpe horam [aprovecha los días, aprovecha las horas]».
Referencias
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