Inscríbete y crea tu propia colección de obras y artículos
Chilehaus
El edificio de oficinas y comerciales conocido como Chilehaus (Casa de Chile) situada en la Burchardplatze de Hamburgo, Alemania, es una obra de Fritz Höger construida entre 1922 y 1924 para Henry B. Sloman.
Höger designa el Chilehaus como piedra angular de su carrera, y ve en él la única ocasión de su vida en que, aún joven arquitecto, pudo realizar una obra poniendo a prueba los medios básicos de su arte en un gran formato y con el correspondiente éxito. Su trabajo antes del Chilehaus lo interpreta como un camino hacia ese gran éxito, y lo posterior, siempre como nuevos ensayos de los principios arquitectónicos más importantes de esa obra en tareas siempre distintas. El Chilehaus es la primera ejecución de su deseo de desarrollar una arquitectura monumental actual, la cual ha de hallar su hueco en el mundo moderno y, especialmente, en la gran ciudad contemporánea.
Höger partió de las dificultades del terreno, pero después trabajó siempre sobre la planta y el perfil a la vez, para conseguir el mayor efecto posible del edificio en el contexto urbano circundante. Su construcción se había de convertir en el buque insignia de la nueva y aun en ciernes City de Hamburgo, la primera ciudad de negocios pura en el continente europeo, para cuyo levantamiento había sido derribada una parte de la vieja ciudad en los últimos años, en la tercera fase del saneamiento urbano de la ciudad. Höger había obtenido de su constructor, Henry Sloman, dos parcelas a izquierda y derecha de la calle Fischertwiete, en las que, según establecían los planos, que habían sido desarrollados en el marco de un concurso municipal en 1915, debía compensarse suficientemente el derribo de las viviendas de la zona peatonal. En la finca izquierda de la Fischertwiete había ya un puesto de policía construido poco antes de la guerra por Albert Erbe, y aguardaba a su integración o a su traspaso; la parcela de la derecha era triangular y acababa en un agudo ángulo.
Höger integró la construcción preexistente en su montaña de ladrillos de tal manera que apenas se apreciaba, y asumió el delgado ángulo acentuándolo aun más al trazar la admirada figura de la proa de un barco, futuro símbolo de la ciudad que desplazaría en poco tiempo a un segundo plano todos los monumentos históricos de la ciudad. En su proyecto, hizo la pieza de unión que faltaba entre las dos parcelas mediante una edificación elevada sobre el espacio vial, lograda pese a la tenaz oposición de las autoridades, y que sería el núcleo de la construcción. En ella situó un cuadrado perfecto a partir del cual se desarrollaban dos alas cuya planta se hacía depender de la forma de la parcela, en torno cada una a un amplio patio de luces. Como una vía pública en forma de doble puerta de la ciudad atravesada a la calle Fischertwiete, daba el contrapunto al puente Wandrahm de decoración medieval, situado enfrente. Constituía una barrera entre el puerto y la nueva City, y a la vez unía la urbana plaza de Burchard con el portuario Meßberg..
El cuadrado sobre la Fischertwiete se convirtió en el corazón del conjunto, y a su configuración dedicó Höger, junto a la acentuación del ángulo, su mayor atención. Del patio interior público que surge de aquí se abren, a través de tres profundos y pesados arcos ojivales a cada lado, las amplias superficies administrativas de libre disposición y divisibles a discreción. En su interior se sitúan también las representativas escaleras, y una entreplanta adicional modula la pronunciada pendiente de la Geestkante, sobre la cual se erige la obra. La Fischertwiete, pese a que el conjunto carece totalmente de simetría, constituye el eje central, especialmente destacado gracias a una calculada divergencia de la fachada. Höger interrumpe la prominente cornisa que abarca dos pisos del zócalo mediante una abertura transitable que ocupa toda la altura de un piso en contraposición a la zona del zócalo, con su uniforme hilera de escaparates coronados por arcos de medio punto. Esta ruptura de la horizontalidad se repite en la fachada sur, también totalmente horizontal, con la adición de una amplia marquesina que aquí eleva el edificio hasta la altura del piso perdido por el pasaje.
Así como Höger asumió el desfavorable perímetro de la finca y, con sólo leves desviaciones del perfil de la construcción, consiguió hacer más agudo el ángulo y aumentar la ligera oblicuidad de los abombamientos en una simple curva cóncava en forma de S, así maneja él también la articulación del volumen total de ésta que fue en su época la edificación administrativa más grande de Alemania. Höger edifica totalmente la parcela, incluida la calle que la divide, con uniforme altura. Al margen de la amplia marquesina de la entrada sur al pasaje, no emplea ninguna articulación en altura y sustituye el tejado alto al uso por tres pisos escalonados, con lo que logra que la masa cumpla su papel de masa con sorprendente efectismo.
La masa del extenso edificio inarticulado, acentuada con la sucesión uniforme de las ventanas (sólo hay un tipo de ventana, cuadrada y rematada en medio círculo), encierra el peligro de la monotonía. Sin embargo, contiene también el punto de partida para la monumentalidad declamada por Höger. Éste no quiere reprimir la impresión de masa, sino aumentar en lo posible su efecto, por lo que otorga a la piel de este magnífico gigante especial vistosidad. La envoltura debe recubrir toda la figura y hacer que ésta aparezca como un cuerpo único. Para Höger “El rasgo fundamental de la calidad artística del Chilehaus reside en el ritmo uniforme y minimalista. Las fachadas, totalmente descompuestas por las infinitas pequeñas columnas y las infinitas ventanas, sólo con ese ritmo pueden transformarse en la perspectiva otra vez en tranquilas superficies, de cuyo cerramiento resulta el cuerpo monumental. Para la resolución de la arquitectura he renunciado desde el principio a todo lo especial. Sólo lo evidente, dispuesto en infinita alineación, resulta evidente para todo observador. El gigantismo y la monumentalidad del todo descansan simplemente en la multitud de la infinita sucesión de lo uniforme”
La novedosa estructura del edificio formada por un esqueleto de cemento armado, y el cerramiento de ladrillos del Chilehaus no siguen la misma lógica, pues sus fines son sustancialmente diferentes. El aspecto externo del cuerpo y la piel deben representar el contenido del fin constructivo hacia el espacio urbano exterior y, mediante su presencia monumental, elevarlo simbólicamente lo más posible. Interior y exterior sólo pueden contribuir a este efecto de forma similar en construcciones con tendencia a un solo espacio, como grandes salas, iglesias y similares. Los edificios de oficinas, sin embargo, por definición carecen de forma en su interior. Cada inquilino es el amo tras la puerta en la aún representativa escalera, y a él se someten tanto la división de la superficie como el desarrollo interno. En lo esencial, al arquitecto sólo le queda la tarea de empaquetar la superficie arrendable y definir la presencia individual del edificio entero en el espacio público.
En el caso de la fachada de tres hastiales, la uniformidad se consigue por medio de un relieve lo más plano posible. Hay tres hastiales idénticos y un solo formato de ventana. Cuatro hileras de pilastras de doble relieve que recorren todas las plantas ejercen una triple división en cuatro ejes de ventanas de amplio vano, cada uno de ellos coronado por un hastial de dos ejes bajo un alto tejado de alero. El parteluz de estos hastiales se prolonga, igual que las pilastras, a lo largo de todos los pisos acentuando aun más la verticalidad. Todos los detalles están formados con ladrillos: los capiteles, las pilastras y la triple corona de los hastiales, así como la entrada decorada con motivos históricos en piedra natural.
En la fachada de frontón simple se refina la materialidad y se complica la articulación. “El rasgo principal de esta casa es manifiestamente hamburgués”, reza la leyenda, en alusión al revestimiento de las paredes que sobrepasa el borde del hastial, hasta ahora identificados como carácter típico de las casas de los comerciantes de Hamburgo en distintas épocas. Como adición propia de los tiempos, se advierte el armazón metálico visible de un amplio mirador de seis ejes, así como el moderno material de piedra que remata las mochetas ventanas como revestimiento del muro en toda la altura del piso.
La capacidad de Höger de encontrar soluciones monumentales aun para las más sencillas tareas se desarrolla al principio paso a paso, a través de distintas experiencias. No es sólo el Chilehaus lo que le convierte en un maestro, sino también otros grandes proyectos, como el Klöpperhaus, los experimentos con el edificio de Hapag en el actual Ballindamm, el Sprinkenhof, la construcción para el Hannoverscher Anzeiger, el ayuntamiento de Rüstringen, el Lyzeum Curschmannstraße y la iglesia junto al Hohenzollerndamm en Berlín, así como otros trabajos poco espectaculares, como el panteón para el editor del Hannoverscher Anzeiger, Madsack, y las torres de agua de Nordeney, Bad Zwischenahn y Hohenkirchen.
Planos
Otras imágenes
Situación
Referencias
Referencias e información de imágenes pulsando en ellas. |
http://www.unav.es/arquitectura/documentos/publicaciones/pdfs/142.pdf |