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Catedral de Santiago de Compostela

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Catedral de Santiago de Compostela

La Catedral de Santiago de Compostela acoge el que, según la tradición, es el sepulcro del Apostol Santiago, lo cual convirtió al templo en uno de los principales destinos de peregrinación de Europa durante la Edad Media a través del llamado Camino de Santiago, una ruta iniciática en la que se seguía la estela de la Vía Láctea comunicando la Península Ibérica con el resto del continente. Esto fue determinante para que los reinos hispánicos medievales participaran en los movimientos culturales de la época. Actualmente sigue siendo un importante destino de peregrinación.

Cada una de sus fachadas forma con sus respectivas plazas magníficos conjuntos urbanísticos. Entre ellas, la del Obradoiro fue realizada por Casas Novoa en 1740 (siglo XVIII); asimismo barroca es la de la Azabachería, obra de Lucas Antonio Ferro Caaveiro y Clemente Fernández Sarela, modificada por Ventura Rodríguez; la de Platerías, construida por el Maestro de Platerías en 1103 (siglo XII); y sobre todo, el Pórtico de la Gloria, obra cumbre de la escultura románica concluido por el Maestro Mateo en 1188 (siglo XII), la cual consta de tres arcos de medio punto, el central dividido por parteluz, donde se encuentra la figura del propio maestro mirando al interior del templo. En las jambas, los Apóstoles y profetas mantienen sacras conversaciones. En el tímpano, el Salvador rodeado por los cuatro Evangelistas.

Entre sus capillas, la mayor guarda el sepulcro del Apóstol Santiago. Al lado se encuentra el célebre «Botafumeiro», gran incensario del siglo XIX.

El Museo de la Catedral guarda objetos de gran valor: el coro románico del maestro Mateo, una valiosa colección de tapices y la cripta y el claustro del templo.

Etapas en la construcción del templo

Según la tradición, a principios del siglo IX (820-830) se descubrieron los restos del Apóstol Santiago en un mausoleo romano de época paleocristiana que se supone realizado en la segunda mitad del siglo I por Atia Moeta para albergar los restos de su sobrina, siendo su hija Lupa la que permitió a los discípulos del apóstol, Teodoro y Atanasio, que fuera enterrado en dicho lugar.

El mausoleo estaba dividido en dos plantas -también se ha señalado la posibilidad de que tuviese tres-. En la primera de ellas, a modo de cripta, se situarían las tumbas de Santiago y sus dos discípulos. En el siglo II la estructura se modificó cerrando la cripta al exterior y se circundó con unos muros exteriores de granito de 8,26 x 8,10 m que, que separados por un corredor de algo más de un metro de ancho, delimitaban las paredes también graníticas que acogían el edículo propiamente dicho, rectangular y con una superficie aproximada de unos 20 m2.

Posteriormente el entorno fue ocupado por otros enterramientos hasta que en el siglo VIII el lugar fue abandonado.

Ante la importancia del descubrimiento, Alfonso II en 834 mandó construir una iglesia respetando la antigua celda del sepulcro. El templo de planta rectangular de una sola nave, con un pequeño ábside dispuesto a oriente, se construyó adaptándose al nivel superior del edículo de origen romano en el que había sido descubierto el sarcófago de Santiago, manteniendo la planta inferior o cripta. La pequeña iglesia se cubrió con techumbre de madera y se completó con un sencillo pórtico.

Cuatro décadas más tarde, Alfonso III, ante el número creciente de peregrinos y las pequeñas dimensiones de la iglesia, decidió la construcción de otra edificación más amplia en el mismo lugar que la existente. Las obras se inician en el año 872 y concluyen en el 896. El nuevo templo tenía planta basilical rectangular de estilo prerrománico asturiano con tres naves. Completaba la estructura una cabecera también rectangular que incluía, con un corredor por medio, el edículo de origen romano en el que habían aparecido los sepulcros. El edículo conservó la división en dos plantas. La superior se mejoró como espacio para el altar y en la inferior se mantuvo el sarcófago de Santiago. Este conjunto sacro se completó con un atrio porticado. Los muros exteriores se realizaron en mampostería de pizarra, con cantería de granito en las esquinas. El edificio resultante, de unos 40 metros de longitud, tuvo que adaptarse, mediante escalones y superficies inclinadas a la pronunciada pendiente del terreno en la dirección este-oeste en la que se asentaba el templo.

El templo fue destruido en una batalla (razzia para los arabes) por Almanzor en 997, reconstruyéndose en 1000.

En 1075, durante el episcopado de Diego Peláez, estando el templo obsoleto en sus capacidades funcionales y operativas, este propone la construcción de un gran templo, lo que requería la demolición de las construcciones que rodeaban por su cabecera la pequeña catedral prerrománica existente. Las trazas del templo fueron encomendadas a los maestros Bernardo y Roberto, quienes proyectaron un templo con planta de cruz latina en el estilo románico imperante en la época.

Situada la catedral prerrománica existente a las afueras del núcleo urbano, la propuesta de planta en cruz latina planteó la capilla mayor sobre los restos de la cripta manteniendo la direccionalidad de la nave principal del templo anterior, lo que permitió que los brazos conectaran los espacios situados a ambos lados del templo, las actuales Plaza de Inmaculada y Plaza de Platerías, facilitando el paso a través de ellos por delante de la capilla mayor, bajo la que se situaban los restos del apóstol, como un nuevo eje de tránsito norte-sur paralelo al dominante en el núcleo urbano, lo que dotaba de especial relevancia a las fachadas del transepto.

La obra se inicia por los maestros junto con cincuenta canteros quienes ejecutaron primero la capilla del Salvador en la parte central de la girola que se desarrolla alrededor de una amplia Capilla Mayor, y también las otras dos capillas centrales de la girola así como muy probablemente las partes inferiores (bajo línea de imposta o línea inferior de ventanas) de los brazos del transepto.

En 1088 como consecuencia de las disensiones entre Alfonso VI, promotor de las obras, y Diego Peláez, quien pierde la condición de obispo, se paralizan las obras del templo y Bernardo el Viejo y Roberto tuvieron que abandonar su ejecución.

En la década de 1090 el obispo Diego Gelmírez retoma las obras con el maestro Esteban quien le imprime mayor dinamismo al templo. Elimina la planta superior del conjunto funerario y ciega el acceso a la cripta para disponer de un espacio más amplio y diáfano para la construcción del gran presbiterio de la catedral románica, buscando un efecto escénico semejante al de los otros dos grandes centros ceremoniales de Occidente (Roma y Cluny) que el prelado compostelano conocía por sus viajes. En la girola tanto en su parte inferior como en la superior, correspondiente a nivel de tribunas el dinamismo se hace patente a través de una mayor dotación de ritmos y contrastes en base a la incorporación del polígono en coexistencia y diálogo con el tradicional semicírculo, tanto a nivel de masas, como en los absidiolos, tribuna de la girola y cierre alto del coro, como en detalles como los núcleos de pilares alternos en los que combina perfiles acodillados en ángulo y en curva.

En 1096 el maestro Esteban se traslada a Pamplona con el encargo de proyectar su catedral y las obras continúan bajo la dirección del maestro Bernardo el Joven quien mantuvo las directrices de Esteban, completando el templo y realizando la fachada del cuerpo principal, en el que se mostraba la Transfiguración de Cristo. Parece que el templo ya estaba terminado antes de mediar el siglo XII, sin embargo la pendiente sobre la que se sitúa el templo y la falta de un asiento estable en la fachada de poniente donde la diferencia de cota del terrenos era mayor de 5 metros con respecto a la del crucero, pudo suponer la desestabilización de parte de los dos últimos tramos. En 1168 Fernando II encarga al maestro Mateo la terminación de la catedral, quien ya estaba realizando trabajos en ella. Hasta su finalización en 1211 el maestro y su taller rehicieron los dos últimos tramos existentes del cuerpo principal a los que añadió un último tramo, para lo que crea una cripta que soporta y estabiliza toda la estructura superior. Así mismo hizo el coro pétreo en las cuatro primeras crujías de la nave principal.

En el siglo XIII, con posterioridad a su consagración, se construyen las torres románicas a ambos lados de la fachada occidental y el cimborrio medieval; asimismo se completaron los conjuntos escultóricos de Platerías y Azabachería y se continuaron los trabajos de la parte alta de la fachada principal.

A principios del XIV se construyeron la torre de La Trinidad y la de La Berenguela en las portadas de los brazos para la defensa del templo.

A principios del XVI se sustituye el gran rosetón románico de la fachada occidental por una gran vidriera.

A principios del siglo XVII el arquitecto Ginés Martínez de Aranda construye en estilo renacentista la escalera de acceso a la fachada occidental del templo en forma de rombo con dos rampas que rodean la entrada a la antigua cripta románica del siglo XII del maestro Mateo y consolida mediante un primer estribo la torre sur de la fachada, llamada Torre de las Campanas al ser mayor que la norte y estar menos consolidada.

En 1624 el maestro de obras de la catedral Francisco González de Araújo construye el segundo estribo -también con traza renacentista, aunque de forma escalonada- sobre el anterior que no parecía haber resuelto el problema del desplome de la torre. De esta fecha es también el contrafuerte cilíndrico de remate.

Posteriormente y siendo maestro de obras de la catedral José de la Peña de Toro se comienza a levantar el nuevo cuerpo superior de la Torre de las Campanas sobre parte del basamento románico, para lo cual tuvo que desmontar al menos la parte alta de dicha torre.

Entre 1676 y 1680 Domingo de Andrade elevó la torre de La Berenguela dos plantas más, que coronó en forma piramidal y una linterna como remate final, alcanzando los setenta y cinco metros de altitud.

Entre 1738 y 1750 Fernando de Casas Novoa realiza la nueva fachada del Obradoiro en la que levanta el cuerpo superior de la Torre de la Carraca hasta hacerla prácticamente simétrica a la de las Campanas, que había modificado José de la Peña de Toro, y construye el castillete norte tal y como lo podemos ver en la actualidad como repetición del estribo sur renacentista de Ginés Martínez de Aranda y Francisco González de Araújo.


Planta y composición

En la realización del templo hay que destacar la concepción matemática del edificio con la ajustada distribución del cuerpo humano heredado por el mundo medieval, que se tiene en cuenta tanto respecto a los múltiplos y submúltiplos de su estatura como en base a la silueta humana. En el Codex Calixtinus, redactado hacia 1140 se indica que la basílica de Santiago tiene, pues de longitud, cincuenta y tres alzadas de hombre, a saber, desde la puerta occidental hasta el altar del Salvador. De anchura, en cambio, es decir, desde la Puerta Francesa hasta la del mediodía, tiene treinta y nueve. Su altura por dentro mide catorce alzadas.

El templo pertenece a la tipología de gran iglesia de peregrinación, que se caracteriza por tener planta de cruz latina y una nave lateral continua que rodea a la nave principal. Esta nave lateral permite a los peregrinos recorrer toda la iglesia sin interrumpir el culto. Tiene tribuna, crucero, girola y capillas absidales. La nave central se cubre con una Bóveda de Cañón y las laterales con bóveda de arista. Tuvo nueve torres, dos en cada fachada y tres en el crucero. De traza medieval, recibe adiciones en tiempos renacentistas y barrocos.


Exterior y accesos

Fachada occidental, a Plaza del Obradoiro

Para proteger el Pórtico de la Gloria del deterioro que estaba sufriendo por las inclemencias meteorológicas, en el siglo XVIII se decidió construir la actual fachada barroca, obra de Fernando de Casas Novoa. La fachada tiene unos grandes huecos acristalados que permiten iluminar la antigua fachada románica. Arriba, en el centro está Santiago Apóstol. Un nivel más abajo, sus dos discípulos, Atanasio y Teodoro, todos vestidos de Peregrinos. En medio, la urna (representación del sepulcro encontrado) y la estrella (representación de las luminarias que vio el ermitaño Pelayo) entre ángeles y nubes.

Para subir hasta la entrada de la fachada se encuentra una escalera, realizada por Ginés Martínez de Aranda.​

Entre el plano existente de la fachada del Obradoiro y la antigua portalada románica (pórtico de la Gloria) se encuentra un nártex cubierto.

Fachada septentrional o de Azabachería

Da a la Plaza de la Inmaculada o Azabachería. En el siglo XVII debido a un incendio se desmanteló la antigua portada románica a algunos de los relieves que se rescataron están hoy en Platerías. Se llamaba Puerta del Paraíso y por ella entraban los peregrinos.

Siglo XVIII: Destaca en la coronación la estatua de Santiago y a sus pies, dos reyes orantes que son Alfonso III y Ordoño II. En el centro se vé la estatua de la Fe.

Fachada oriental o de la Quintana

Tiene dos puertas:

  1. Puerta Santa, (la más cercana a las escalinatas) generalmente cerrada con una reja. Fue una de las siete puertas menores y estuvo dedicada a San Pelayo (cuyo monasterio está justo enfrente). La función que tiene ahora data del S. XVII, cuando se concedió a la catedral el privilegio del jubileo. Sobre la puerta está Santiago y a sus costados sus discípulos Teodoro y Atanasio. A ambos lados de la puerta están colocadas veinticuatro estatuas sedentes de Apóstoles, patriarcas y profetas, todos ellos procedentes del coro románico del maestro Mateo, que fue desmantelado. Por esta puerta se accede a un pequeño patio y al fondo está la verdadera Puerta Santa por la que se entra al ábside. Se abre el 31 de diciembre del año anterior al Año Santo. El privilegio del Año Santo data del siglo XII, mediante bula del papa Alejandro III, sobre una idea anterior del papa Calixto II, y se celebra cada vez que el 25 de julio (festividad de Santiago) coincide en domingo.
  2. Puerta Real, se llama así por el escudo real que tiene sobre ella.


Fachada austral o de Platerías

La fachada de Platerías se edificó entre 1103 y 1117. El tema de la portada era el del Mesías y contiene, además de los relieves románicos originales, otros procedentes de una puerta que nunca se llegó a edificar y de la fachada del Paraíso. La fachada de las Platerías sufrió un incendio en 1117 y otro a mediados del siglo XV. Originariamente había dos torres románicas a ambos lados de esta fachada (solo se conservan los alicerces de una de ellas, sobre la que se levantó la Torre del Reloj, también conocida por Torre de la Berenguela (en recuerdo de quien la mandó construir, el arzobispo Berenguel de Landoria). Es una torre con una base de construcción románica a la que el arquitecto Domingo de Andrade añadió importantes modificaciones, convirtiéndola en una de las obras más señaladas del barroco compostelano.

Los peregrinos entraban por la puerta de Azabachería, situada al norte, como símbolo de lo negro y salían ya purificados por la puerta de Platerías, situada al sur, como símbolo de lo blanco.

Interior


Situación


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Referencias

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Conrad von Soest, 'Brillenapostel' (1403).jpg
José Luis Senra: Reflexiones en torno a los principios y fundamentos de la catedral románica de Santiago de Compostela
Conrad von Soest, 'Brillenapostel' (1403).jpg
José Villa-Amil y Castro: La Catedral de Santiago. Breve descripción histórica con planta y un diseño iconográfico
Conrad von Soest, 'Brillenapostel' (1403).jpg
https://catedraldesantiago.online/
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