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Catedral Metropolitana de Medellín
La Catedral Metropolitana de Medellín o Catedral de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, es un templo religioso de culto católico romano bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, fue diseñada por el arquitecto francés Carlos Carré.
Está situada en el centro de la ciudad de Medellín, Colombia, al costado norte del Parque Bolívar, y es además la sede episcopal de la Arquidiócesis de Medellín. La catedral es la estructura de adobe cocido más grande del mundo y por su tamaño es considerada la séptima más grande del mundo y posee un completo museo de arte religioso.
Historia
Cuando Su Santidad Pío IX ordenó la traslación de la silla episcopal de la ciudad de Santa Fe de Antioquia a la de Medellin, el 14 de febrero de 1868, nombró ejecutor del decreto al Ilustrísimo Sr. Arzobispo de Santa Fe de Bogotá en la República de Nueva Granada, Dr. D. Vicente Arbeláez.
El Ilustrísimo Sr. Arbeláez, en cumplimiento del mandato del Romano Pontífice, expidió el 1 de agosto de 1868 el siguiente decreto: "Decretamos y ordenamos lo siguiente:
- II. La Iglesia principal de Medellín, dedicada a la Purificación de la Virgen María será promovida desde el referido día al honor y dignidad de iglesia Catedral, mientras se edifica un templo bastante cómodo y decente, el cual desde ahora lo elevamos a la dignidad de Catedral, con todos los honores, derechos y privilegios consiguientes.
- IX... y el que se ha de edificar lo dedicamos a la Inmaculada Concepción de la misma Bienaventurada Virgen María, y damos este título a la nueva Catedral perpetuamente.
El Obispo de Medellín Mons. Valerio Antonio Jiménez, dio el decreto de construcción de la Catedral, el 8 de febrero de 1871 y dice así, en su parte pertinente: “Constrúyase en la Plaza de Bolívar, anteriormente llamada Villanueva, al norte de esta ciudad, el templo que habrá de servir de catedral Episcopal de nuestra diócesis de Medellín y Antioquia y desde ahora la dedicamos a la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios”.
En la Junta quedaron el Dr. Pedro Justo Berrío, Gabriel Echeverri y otros, con los Canónigos José Dolores Jiménez y Sebastián E. Restrepo. En el artículo 4to de ese decreto dice el Sr. Jiménez: "como testimonio de gratitud y a nombre del pueblo católico de nuestra diócesis consignamos el nombre de Mr. Tyrrel Moore por la generosa donación que ha hecho en beneficio de la comunidad de un gran pedazo de terreno en la Plaza de Bolívar". En abril de 1874 llegaron a Medellín, a solicitud del Obispo José Joaquín Isaza, dos franciscanos y el arquitecto Felipe Crosti para la obra de la catedral. Éste aconsejó seguir con la idea de construirla en donde actualmente está, pudiendo preverse que la Catedral quedará en el Centro de la población y porque la naturaleza del suelo ofrece fundamentos sólidos”. Poco después murió Mons. Isaza y quedó de Vicario Capitular el anterior Obispo Valerio Jiménez y el 3 de febrero de 1875 reunió la junata de la Catedral, Crosti prometió iniciar trabajos al término de un año y aconsejó consecución de una calera y construir dos tejares. El 17 de marzo de 1875 nombró director adjunto de la Obra al P. Benjamín Maschiantonio. Se iniciaron trabajos pero se interrumpieron en el 76 por motivo de la guerra.
Apenas en 1882, (junio) dispuso Mons. José I. Montoya, reanudar los trabajos. En Octubre de 1883 fueron suspendidos debió a que en Medellín, tras serios estudios, se dieron cuenta de que el arquitecto Crosti no era capaz de realizar el proyecto, fuera de que sus planos se consideraron irrealizables. Mons. Bernardo Herrera restrepo, ya Obispo de Medellín en 1886, consiguió, tras seria recomendación, al Arquitecto Carlos Carré quien llegó a Medellín en 1889.
19 de enero de 1890, hubo una junta especial, en el cual se aprobaron los planos de Carré, se le comisiona la obra e inmediatamente se inicia. Puede de decirse que en esa fecha nació la Basílica de Medellín. Los planos de Crosti pretendían una catedral de cinco naves que incluía los atrios actuales. Al hacer en 1973 la remodelación de la esquina del despacho actual, en la parte posterior de la catedral, se encontró parte de los primeros cimientos de Crosti que no fueron utilizados. En 1897 inauguró, como capilla provisional para el culto, lo que hasta 1971 fue sacristía (y hoy es despacho y salones de reuniones), el Obispo Joaquín Pardo Vergara. La construcción de la Catedral se realizó propiamente en el episcopado de Mons. Cayzedo y con la ayuda decisiva de todo el pueblo medellinense, la industria, el comercio y los fieles generosos. El Canónigo Mons. Jesús Ma. Marulanda, y el P. Lucas José Vásquez, dirigieron todo el aspecto administrativo y económico. En 1919 el hermano salesiano Juan Buscaglione, diseñó y dirigió el montaje de los altares de mármol de la Basílica, el coro de los canónigos y las obras ornamentales.
La Basílica fue inaugurada como Catedral, el 12 de agosto de 1931, con motivo de las bodas de Plata de haber tomado posesión de la diócesis Mons. Manuel José Cayzedo. El día anterior, 11 de agosto, en imponente procesión fue traído el Santísimo desde la Candelaria. El Papa Pío XII, le concedió el título de basílica Menor por breve o carta de junio 12 de 1948 y fue proclamada como tal, en forma solemne, el 3 de agosto de 1950, después de la consagración del 11 de agosto anterior. La basílica siempre había sido sólo el templo máximo de Antioquia, dedicado al culto solemne y a la actividad del Obispo y los Canónigos. Pero la necesidad de promover el bien común llevó al Arzobispo mons. Tulio Botero Salazar a crear la “Parroquia de la Basílica”, por decreto de junio 29 de 1962.
El órgano, una de las joyas con que cuenta, elaborado en Hamburgo e inaugurado el 12 de agosto de 1933, cuenta con 51 juegos o registros repartidos en tres teclados y 3.425 flautas. La silletería de los canónigos, situada en el ábside, está formada por una serie de 32 sillas superiores y 22 inferiores dispuestas en semicírculo. Es de talla preciosa, de cedro negro. Semejantes son los muebles de la sacristía y en el mismo estilo artístico también el “Santo Sepulcro”, obra de los hermanos Reyes, oriundos del Ecuador, en el cual es conducido el Santo Cristo, después del Sermón de “Las siete palabras”, todos los Viernes Santos hacía la Candelaría, en una de las más bellas y tradicionales ceremonias de Medellín. La mesa de la celebración queda bajo un baldaquino de mármoles policromados de viente metros de altura. El Viacrucis es de mosaico italiano. Merecen destacarse dos obras en madera tallada de escultores antioqueños: el San Francisco de Asís, en una capilla del pórtico, obra de Alonso Montoya y el Cristo del Presbiiterio, de Jorge Marín vieco.
Obras pictóricas: “Desposorios de Santa Catalina”, por Theodor van Thulden, discípulo de Rubens, donada en 1935; un óleo de Santa Bárbara, de Gregorio Vásquez Arce y Ceballos; “El Cristo del Perdón”, la más famosa obra pictórica de Francisco A. Cano; el hermosísimo y gigantesco cuadro de la Inmaculada (Copia de la de Murillo), del pintor austriaco Carlos Hofrichter y grandes óleos de la Virgen de Chiquinquirá y Virgen de Guadalupe, de león Arango.
En 1952, Pablo Tobón Uribe donó a la Basílica, nuevas campanas; confesionarios, 12 altares y mesas de mármol, una custodia preciosa y lámparas de alumbrado. La nota principal de belleza ornamental se encuentra en las columnas (18) con casí dos metros de base; los trifolios de la nave central; los capiteles y arcadas, los vitrales, la variedad en mármoles y la majestad de la cúpula central.
El frontis está formado por dos torreones con una altura de 66 metros, hasta la cruz, unidos por un cuerpo que acusa la nave central. Dentro de la Basílica se encuentran: el Panteón de los Obispos para sepultura definitiva de los Arzobispos residenciales. Allí reposan los restos de los Obispos: Valerio A. Jiménez, José J. Isaza, José Ignacio Montoya, Joaquín Pardo Vergara, Manuel José Cayzedo, Tiberio de J. Salazar y Mons. Jesús Maria Marulanda. Cripta genera de osarios para fieles, construida por Mons. Eugenio Restrepo Uribe, durante su fecundo y dinámico curato, con dos mil osarios, Salón de Reuniones apostólicas, con los retratos de 43 canónigos, al óleo. La iglesia catedral de Medellín, se distingue entre los edificios de Colombia y del continente, por sus monumentales dimensiones, es considerada la séptima más grande del mundo y posee un completo museo de arte religioso.
Fue dedicada solemnemente el 11 de agosto de 1950. Todo en ella es armonioso. La decoración es sobria, austera, solemne.
El Papa Juan Pablo II visitó la Catedral la tarde del 5 de julio de 1986.
Datos económicos
A continuación esta la lista del costo de varios elementos de la catedral, el valor esta representado en Pesos colombianos de la época.
- Las vidrieras fueron pedidas a España, ya instala das costaron $25.068.37.
- Los mármoles fueron traídos de Italia.
- El altar mayor costó $25.786.81.
- Los altares laterales costaron $11.975.61.
- El púlpito costó $5.000.00.
- Los comulga torios $6.000.00.
- El mármol del presbiterio $4.000.00.
- El pavimento fue pedido a Bélgica. Ya colocado costó $11.000.00.
- El órgano (sistema electroimanes) es alemán; con su instalación costó $21.038.88.
- El ascensor costó $5.000. Instalación de micrófo nos $1.145.86.
- El Viacrucis $17.629.48.
- Los pararrayos y su escala metálica $2.000.
- El solio y las pilas para agua bendita costaron más de 10.000 pesos.
- El coro o sillería de los Canónigos, tallada en cedro negro, costó 60.000 pesos.
- El reloj es donación de D. Recaredo de Villa y fue inaugurado el 20 de julio de 1910 a las 12 m.
Características
El estilo predominante es el Románico con algo de bizantino y su planta deriva de las basílicas latinas. Cuenta con tres largas y anchas naves longitudinales y una transversal que se denomina transepto y el lugar de encuentro o cruce de la nave central y transepto constituye el crucero. La nave central longitudinal es partida por el transepto y termina en un ábside, que suele llamar la atención de cuantos lo observan, por la filigrana que se logró en ladrillo cocido. La planta forma una gran cruz latina. El uso de la bóveda y la timidez de los vanos en ARCOs, puertas y ventanas, favorece la semipenumbra de la Basílica. Las columnas son de forma cilíndrica regular.
La Catedral de Medellín en estructura de Adobe cocido es la más grande del mundo. Tiene aproximadamente 1.120.000 adobes de 8 decímetros cúbicos cada uno. En área es la séptima del mundo.
Material. La enorme fábrica de la Basílica con su masa de 11.000 metros cúbicos, que envuelven un volumen de 97.000 metros cúbicos, está edificada de ladrillo cocido, material que si es impropio para un fino gótico, resulta bastante bueno para el Románico. El número total de ladrillos se ha calculado en 1'120.000 pegados con argamasa, porque no se empleaba el cemento en el tiempo en que se empezó la construcción. Los cimientos se levantaron sobre la roca, y la piedra de los mismos alcanza hasta la altura de los ventanales, detalle éste que no se observa por el revestimiento de adobe. Se ha dado a los muros un espesor de dos metros por término medio.
Al hablar de material, conviene anotar un detalle para muchos desconocido: los techos de las tres naves están formados de gruesas vigas que forman amplios casetones y las superficies o tableros dan la perfecta sensación de la madera taponada; sin embargo, está construido, o mejor dicho, revestido todo el techo, con el material tan común de boñiga.
Planta. La planta es de cruz latina, un tanto modificada por dos ábsides a la entrada y por las dependencias situadas en los ángulos superiores del crucero.
Decoración. La magnitud de la obra, la sobriedad en la ornamentación, el acabado del adobe bien quemado con su matiz natural, la pureza de las líneas, la armonía del conjunto, constituyen la mejor decoración de la Catedral.
Capiteles. Son de estilo corintio reformado o degenerado, muy propios del Románico; las hojas de acanto se conservan en casi toda su pureza aunque les falta la soltura que si aquí sienta bien, en otro lugar parecería mal. Estos capiteles fueron construidos con diseños elaborados por Solé. Arrancan de una base formada por una serie de hojas de pantano o acuáticas que recuerda el primer tipo de capitel corintio, aunque en estos las hojas acuáticas arrancan de entre la serie de las de acanto. De cada capitel nacen cuatro caulículos en los ángulos, tan elegantes y sobrios que parecen el principal motivo del capitel; sobre estos descansa el ábaco. Del centro del caulículo emerge un capullo o botón de flor muy saliente y que monta sobre el ábaco formando una unión y enlace tan íntimo como no se obtendría con otra ornamentación. Su perfil de amplias volutas y el vuelo de las hojas de acanto nos hacen olvidar la rigidez y el encogimiento de muchas obras del Románico.
Columnas. Casi que la nota principal de belleza ornamental en el Románico está en las columnas; las cuales si aparecen elevadas muchas veces, el hecho de usarse geminadas o pareadas, y el estar formadas por fuste grueso y coronadas con capiteles de decoración variada las hace agradable en conjunto. Las arcadas y la serie de arcos ciegos que decoran los muros de la nave central, dan idea de la armonía del conjunto.
La columna, como se ve en la Catedral, es motivo ornamental y constructivo pero sostenido en su forma y decoración. Las encontramos formando las naves, adornando muros que pudieran presentarse lisos, enmarcando los ventanales de las naves laterales, en los ajimeces y saeteras de los torreones y todas son idénticas en la forma con las ligeras variantes de la elevación o dimensión del fuste.
Como dato sobre las columnas tenemos: veinte principales que forman las naves laterales y el coro; sesenta y cuatro en la parte superior de la nave central; treinta y dos en los ventanales laterales; diez en los ventanales ábsides; sesenta y ocho en los arcos ornamentales de la nave del crucero; cuatro en los ábsides secundarios; más de ciento veinte en el frontis; diez y seis de ventanales en ábsides y capillas laterales; en total más de 330 columnas.
Lo que puede la columna como motivo ornamental lo tenemos a la vista en las arcadas o ventanales ciegos de la parte superior de la nave central. Los primeros diseños traían muros lisos o proyectos de decoración con mosaicos, pero se acudió a este género de ornamentación con el motivo de la repetición de la columna que da magnífico efecto.
Alzados de la cabecera del templo. Majestad y sobriedad podrán ostentar las torres del frontis, pero el conjunto de cuerpos que forman la parte posterior hacen el contraste más hermoso del Románico. Obsérvese la foto en la cual se ve uno de los ángulos de los brazos laterales que forman la cruz; la parte superior y central es el ábside separado de la parte central por un cuerpo que tiene ventanas laterales y entre este tramo y el brazo de la cruz se elevan del suelo dos cuerpos que cubren las dependencias de la Basílica. En total, se suman o sobreponen cinco cuerpos que le dan un aspecto piramidal: la robustez de los muros, los arcos de medio punto, los altos contrafuertes que rematan en florones, el simbolismo del número tres repetido cuatro veces en el cuerpo central más elevado y otras seis veces en los alzados de la nave crucero constituyen su mejor ornamento.
En este cuerpo, depuración del cimborio, coronado por dos cruces, es un coronamiento típico con el estilo Románico.
Naves laterales. En casi toda la longitud de la Catedral corren dos naves laterales que tienen sus puertas a la fachada principal, y dos más en sus costados. Terminan en ábsides secundarios, pequeños pero de una perfecta ejecución, sobre todo en las bóvedas destinadas a cobijar altares de mármol con retablos adosados al muro. Las naves laterales son cortadas por el transepto para terminar en los ábsides; están cubiertas con cielos planos de gruesa viguería saliente que forma casetones y recubiertos con el sistema de material empleado en la nave central.
Ábside. Como coronamiento del templo y acomodándose al Románico remata el brazo superior de la cruz en un recinto semicircular o ábside de más de 14 metros de diámetro precedido del Presbiterio; en su centro se levanta el baldaquino que cobija el altar. El ábside está cubierto por una bóveda de ladrillos, cuyas junturas de argamasa semejan una red finísima o encaje cuya ejecución como obra constructiva y arquitectónica es el mejor trabajo de la Basílica.
Frontis. Está formado el frontispicio de la Basílica por dos magníficos torreones, con una altura de 66 metros hasta la cruz y unidos por un cuerpo que enmarca la nave central como los torreones laterales.
Cada uno de los torreones está formado por tres cuerpos distintos pero combinados de la manera más sencilla. El inferior se puede decir que es el marco de un arco con tímpano que da entrada a la nave lateral; el que le sigue tiene la más perfecta estructura románica por estar decorado con 6 grandes saeteras con ARCOs y columnas que las enmarcan en el exterior; el superior se sienta en un cuerpo que bien pudiera sumarse a los tres citados por su altura y por su fina decoración de arquillos seguidos con saeteras más pequeñas en los centros; este cuerpo superior, el más saliente no sólo por la altura sino por la construcción y belleza ornamental, está decorado con 8 ventanales o ajimeces.
Cada uno de estos tramos está separado por molduras de canecillos adornados y dientes de sierra perfilados por monumentales contrafuertes.
El cuerpo situado entre los dos torreones está constituido en su parte inferior por un gran tímpano qué descansa sobre un dintel que forma el coronamiento de la puerta principal: no faltan ni las columnillas ni las series de arcos, ni las molduras de ajedrezados del Románico; el tímpano sí presenta una decoración en relieves y de material apropiado que ponga la última nota de belleza y sobriedad a la archivolta. Le sigue un tramo que corresponde al Coro con tres altos ventanales y sobre éste una variedad de jable moldurado; en su centro está el reloj.
Dependencias. Formando como base de cruz latina y a la entrada se abren dos capillas absidales que consideradas aisladamente son acabadas y más en el conjunto: dos soberbias columnas adosadas al muro dan entrada al recinto pequeño en las dimensiones pero hermoso por su bóveda. Los recintos situados en la parte superior y a los lados del ábside principal están destinados a sala capitular, con la galería de retratos al óleo de los venerables Capitulares desaparecidos, capilla privada con las urnas que guardan las cenizas de los Obispos de la Arquidiócesis y museo pontifical; en el otro costado las sacristías.
Cripta. Bajo esta capilla y por disposición del Excmo. Sr. Joaquín García se ha construido una bella cripta para sepultura de los restos de los Prelados desaparecidos.
Mobiliario. Tenemos en la Basílica y como ejemplar valioso de mobiliario la sillería de los Canónigos situada en el ábside. Está formada por una serie de 32 sillas superiores y 22 inferiores para capellanes de coro en semicírculo de 14 metros de diámetro. Forman en la parte central una especie de dosel para Sede Arzobispal. Las sillerías son una obra de talla de gran precisión: la cera muy blanda apenas podrá dar las formas realizadas con el cedro, en donde las sartas de perlas, las hojas retorcidas, las palmetas, los entrelazados, espirales, las volutas y capullos, remedan la flora que parece se desprendiera del muro absidal y quisiera formar corona digna del templo. Muchos ebanistas trabajaron en esta obra en la cual se gastaron más de mil trozas de cedro negro; tanta delicadeza en la talla acusa manos femeninas como en realidad lo hicieron las jóvenes del Patronato; éstas y los demás son artistas anónimos y lástima que no estén expuesta al publico para que aprecien su belleza y el. Al lado de la sillería brevemente descrita pueden colocarse la mesa principal de la sacristía y alacenas cuyo trabajo no es de ebanistería pues pertenece más al campo de la escultura.
Otros elementos. El baldaquino que cubre el altar principal es una bella cúpula coronada por una cruz y sostenida por cuatro columnas que se asientan en magníficos pedestales; se le calcula una altura de 22 metros y la obra de los más hermosos mármoles italianos con su ornamentación románica contribuye a realzar la ornamentación de la Basílica.
Las vidrieras multicolores representan los Apóstoles, Patronos de la Arquidiócesis y con ellos alternan los escudos de nuestros Prelados; son de construcción española.
Como obra saliente y decorativa tenemos en la Basílica el recinto del Presbiterio con mármoles italianos; el más fino gobelino o tapiz oriental jamás lograría las combinaciones geométricas conseguidas en estos mármoles.
El Púlpito, el Sollo, el Viacrucis y las fuentes de agua bendita, son obras recientes, ejecutadas en mármoles a excepción del Via crucis formado de mosaicos. Las fuentes de agua bendita del puro renacimiento Italiano son copia de las de San Pedro en Roma.
Referencias
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