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Arquitectura minimalista
El término Minimalismo nació para un arte que no quería ser ni pintura ni escultura y ha terminado siendo de todo. El crítico británico Richard Wollheim lo empleó por primera vez en 1965 para referirse a la radical reducción racionalista promovida por las nuevas tendencias del arte. Desde entonces este término ha crecido y ha mudado hasta instalarse por doquier empezando por la arquitectura.
Aplicado a la arquitectura empieza a escucharse y a popularizarse poco antes de los noventa. En buena parte, debido al interés y a la colaboración conjunta de algunos conocidos diseñadores de moda y de algunos arquitectos, sobre todo de Londres y Nueva York. Las nuevas boutiques de Calvin Klein, Armani, Issey Miyake, Jigsaw, Jill Sander, Dona Kafan DKNY, han creado por si mismas una estética reconocible, basada en la sencillez, en los espacios amplios con pocos objetos a la venta, en color blanco, luz fría y reducción al mínimo del mobiliario.
Los arquitectos que las diseñaron: John Pawson, Peter Marino, David Chipperfield, Stanton Williams, Claudio Silvestrin, Michael Gabellini, Francoise de Menil o Daniel Rowen, habían experimentado previamente el diseño de galerías de arte, medio por el cual tuvieron relación con la escultura minimalista y la manera especial que se requería para mostrarla. Pero en el caso de las boutiques minimalistas lo que se ve es la transposición del contenedor, no del contenido.
Los vendedores exponen sus productos tal y como son, adoptando la tradición expositiva de las galerías de arte, por lo que los objetos en venta adquieren el aura de piezas artísticas. Así, la popularización del término minimalismo, viene dada en gran medida por lo que es un cambio de estrategia comercial, que se inicia cuando un grupo de diseñadores intenta dejar de aturdir al cliente con un exceso de información y se esforzaron por mostrar sus creaciones tal cual eran, donde se pudiera apreciar la calidad de las materias primas y el cuidado con que habían sido confeccionadas.
Cuando el término minimalismo ya había sido arrojado a las publicaciones y los debates, la crítica acogió, con especial agrado a arquitectos que experimentaban en terrenos similares desde hacía algún tiempo: Tadao Ando, Herzog y de Meuron, Campi & Pessina, Dominique Perrault, el portugués Souto de Moura y el español Alberto Campo Baeza.
En el caso de estos dos últimos, las formas geométricas perfectas y el color blanco de sus edificios, provienen de una depuración de las enseñanzas del movimiento moderno y de la tradición vernácula mediterránea.
Espiritualidad, reducción y exaltación del espacio mismo
Hay quienes consideran que el minimalismo es una versión corregida y extremada del racionalismo – compartiendo con este, el encuentro del razonamiento lógico y la creación que resulta del uso de los sentidos—y de la abstracción con que las artes responden a la aparición revolucionaria de la industria a finales del s. XIX. En este momento, el arte y la arquitectura modernos adoptaron la máquina como modelo de obra autosuficiente reducida a su pura esencia y en pos de una autonomía. La nueva arquitectura rechazaba la tradición de estilos que habían constituido durante siglos su repertorio constructivo, en un intento de evitar todo simbolismo y subjetivismo.
El destino final es obtener la forma elemental y universal, otros consideran que el minimalismo es el penúltimo estadio del clasicismo que recorre la cultura occidental. En este sentido está la influencia que la sobria arquitectura japonesa tiene sobre muchos diseñadores occidentales contemporáneos.
Al hablar del minimalismo como movimiento arquitectónico hay que hacerlo basado en su síntesis conceptual, como forma de adaptarse al medio utilizando los recursos mínimos a través del espacio conformado en orden y por medio de la abstracción formal y el uso de materiales puros, alejándose de toda connotación posible para expresar claramente el significado y esencia del concepto, la individualidad de la obra y su relación reflexiva con el espectador.
Para ello hace énfasis por el contexto geográfico y natural, así también tiene una relevancia importante el peso de la herencia histórica y cultural para fundar las bases de la obra minimalista; así lo hace Luís Barragán, regionalizando y dotando de las características propias de la cultura mexicana a su obra, haciendo uso de texturas, colores y materiales propios sin perder su propia esencia minimalista; la exaltación del espacio; tal como lo refleja Tadao Ando donde la naturaleza es una de sus principales inquietudes, donde, Ando intenta siempre integrarla con el interior de sus obras, mediante la incorporación de elementos como la luz, el viento y el agua, elementos que ya no se encuentran en la arquitectura de nuestro tiempo, es aquí donde el espacio toma especial relevancia dentro del minimalismo, por la relación simbiótica que existe entre el espacio y el contexto.
Entendiendo por simbiosis, la definición de Kisho Kurokawa: “un pluralismo dinámico que no busca reconciliar opuestos binarios a través de la dialéctica, sino que sugiere situaciones y productos ambiguos, guiados por situaciones aleatorias, y llenas de multivalencias y contradicciones.”
Es por esta relación simbiótica que afirmamos que la arquitectura minimalista dio ese “salto cualitativo” adquiriendo “sentido estético” donde la expresión de emotividad se desencadena por las vivencias relacionadas con el espacio arquitectónico, volviéndose visualmente evocador, que para lograrlo envuelve su concepto en una estética carente de ornamento – el minimalismo lo evita absorbiéndolo, depurándolo hasta su última esencia, evitando lo irrelevante para enfatizar lo importante – basando la riqueza visual y espiritual en la relación de la obra con la luz, el viento y la naturaleza, donde destaca la búsqueda de la máxima expresividad –sin expresionismos- conseguidos con los mínimos medios. En ese sentido, cabe destacar la iglesia sobre el agua –Tadao Ando – en la que utiliza a la naturaleza como elemento involucrado en el diseño, en ella, Ando logra crear un microcosmos en el que combina de manera simple pero magistral conceptos sobre lo profano y lo sacro, lo artificial y lo natural, lo cerrado y lo expuesto, el vacío y el infinito.
Desde el punto de vista filosófico existe la necesidad, sino, el deber del arquitecto y artista de expresar la realidad en la que vive, en otras palabras el espíritu del hoy; incorporando en la proyección de las obras las cualidades del espacio arquitectónico como refugio del espíritu, destacando que éste sólo cobra vida en correspondencia de la presencia humana que la percibe, volviéndolos únicos, espacios reflexivos y espirituales.
Analizado lo anterior aseguramos que la arquitectura ha surgido como arte; ha sabido someter a la naturaleza como elemento importante dentro de la vivencia espacial, despojando a la arquitectura de todo capricho simbólico que desencadenaría en una falta de evocación espacial sincera, convirtiéndola en fraude y llevando a la destrucción de la arquitectura como arte.
El minimalismo es la manifestación más amplia de la búsqueda de una experiencia arquitectónica satisfactoria, viendo reflejado en sus obras el ideal del espacio arquitectónico, donde éste, ofrece una experiencia de goce, espiritualidad y reflexión gracias a la exaltación del espacio mismo para dicho fin. Despojándolo de todo simbolismo que pueda desviarlo de su esencia conceptual y su relación reflexiva con el espectador.
Podemos asegurar entonces que la arquitectura dentro del minimalismo ha logrado cumplir con su misión social como arte; producir una vida rica en contenido.
Características
- Abstracción.
- Economía de lenguaje y medios.
- Producción y estandarización industrial.
- Uso literal de los materiales.
- Austeridad con ausencia de ornamentos.
- Purismo estructural y funcional.
- Orden.
- Geometría Elemental Rectilínea.
- Precisión en los acabados.
- Reducción y Síntesis.
- Sencillez.
- Concentración.
- Protagonismo de las Fachadas.
- Desmaterialización.
Referencias
Referencias e información de imágenes pulsando en ellas. |
Yogeiris José Medina Vargas: arquitectura minimalista |
Mario Bendeck: arquitectura minimalista |