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Viviendas sociales
Las viviendas sociales en Chile nacieron en el siglo XX en forma paralela a las demandas proletarias surgidas en el tiempo de la cuestión social. Hacia fines del siglo XIX, las primeras respuestas a la precaria situación de la población obrera se pueden observar en la Ley de Habitaciones Obreras en el año 1906, pionera en el ámbito latinoamericano, que marcó el inicio de las labores directas por parte del sector público en la formulación y puesta en marcha de las soluciones habitacionales. La población León XIII fue la muestra gráfica de esta primera piedra y hoy es parte de los monumentos nacionales ubicados en el Barrio Bellavista. En los años 40 y 50 la población de Santiago sufrió un explosivo aumento, básicamente por la migración rural, por lo que surgieron los primeros campamentos que provocaron que Santiago dejara de ser aquella bucólica ciudad de los tiempos decimonónicos. En ese tiempo se promulga la ley habitacional que impulsa un plan regulador en la materia con el objetivo de controlar el crecimiento de la capital.
Sin embargo, este crecimiento había sido sin ningún tipo de regulación, las que comenzaron recién a aplicarse durante los años 1960 con la creación de diversos planes de desarrollo del Gran Santiago, concepto surgido en la época en que se reflejaba la nueva realidad de una ciudad mucho más amplia, pero cuya urbanización había sido descoordinada. En 1958 fue lanzado el Plan intercomunal de Santiago, el cual sería aprobado en 1960 y en el que se proponía la organización del territorio urbano, fijando un límite de 38.600 hectáreas urbanas y semiurbanas, para una población máxima de 3.260.000 habitantes, la construcción de nuevas avenidas (como la Avenida Circunvalación Américo Vespucio y la Carretera Panamericana) o ensanche de algunas ya existentes (como la Alameda) y el establecimiento de "cordones industriales", localizados principalmente en los ejes del camino a Melipilla por el poniente, Avenida Vicuña Mackenna en el oriente y la Panamericana Norte. El sector público y privado participa activamente en viviendas sociales de Santiago de Chile, aunque el déficit seguía siendo muy grande. Viviendas nacen en partes de la entonces Barrancas, San Miguel y los límites de Santiago Centro. Un ejemplo emblemático de este proceso fue la población Yarur. La politización del período y la urgencia de un suelo digno promovió la toma de terrenos (La Legua, Lo Hermida) y la presión a duplicar la construcción de poblaciones obreras. En ese período nacen los términos "población callampa", "periferia" y "villas".
Políticas habitacionales a fines de los años 60
En el gobierno de Eduardo Frei Montalva -y sobre todo en el de Salvador Allende- se idea un vanguardista sistema de viviendas sociales inspirado en los barrios obreros parisinos y que fue abruptamente suspendido por el Régimen Militar de Augusto Pinochet, cuyo gobierno diseñó las actuales políticas de vivienda social. Ejemplos notables de este período son la población Colón 9000, la Villa Frei y la Villa Portales (foto superior, derecha). Estas políticas suponían un programa no sólo de nivelación social de la población obrera, sino que permitiría en teoría acortar la Desigualdad social y la diferencia de clase en Santiago de Chile. Allende sumó a esto la idea de terminar con el lucro en la vivienda por lo que ésta sería un derecho inalienable del ser humano. El 11 de Septiembre de 1973 fue el fin de todo lo anterior.
Políticas habitacionales desde los años 80
A partir del año 1973, la vivienda se concibe como un derecho que se adquiere con el "esfuerzo" y con el "ahorro". Hacia la segunda mitad de esta década se comenzó a instaurar en el país una nueva ideología que impuso los principios de la economía de libre mercado. Estos postulados de libre mercado tuvieron sus expresiones en el diseño de las políticas de vivienda y de desarrollo urbano y hacia 1979 se formuló una política nacional de desarrollo urbano que liberalizó el mercado del suelo. Esto trajo aparejado una serie de problemas que se manifestaron en la forma de crecimiento de las principales ciudades chilenas. Nacieron comunas sin políticas básicas de urbanización (hospitales, escuelas, pavimentación, diseño urbano) que provocó daños que hoy se siguen viviendo en la capital, pese a toda la inversión que se ha desembolsado en los últimos años para paliar ese crecimiento desordenado y desregulado. La calidad de vivienda y su tamaño también baja notoriamente, a la vez que el Estado se desentiende de entender la vivienda como derecho y opta por la política de los subsidios habitacionales. Con el período de la Concertación las bases de este modelo de vivienda social no varía mayormente en calidad pero sí en la cantidad de viviendas construidas. Maipú, La Florida Y Puente Alto se transforman en símbolo del proceso y ejemplo de los nuevos chilenos que salían de las capas proletarias. La antigua clase obrera chilena pasa a ser clase media, debido al crecimiento económico del país y a los nuevos tipos de segmentación social, Sólo a fines de los años 90, las villas de las comunas mencionadas comenzaron a ser integradas de manera efectiva a la gran trama urbana de Santiago. Se comienza a hablar de ciudades dormitorio, apelativo surgido a raíz de que en las nuevas comunas no había equipamiento básico para las necesidades de la población. Por esa razón desde mediados y fines de los 90 se comenzó a construir más hospitales, colegios, parques y polos comerciales en alianzas entre el sector público y privado. Desde la década del 2000, se plantea reducir la cantidad de viviendas sociales para atender mayormente detalles en terminación, en un escenario de alza de los precios de terrenos de la capital. Debido a esto último, se potencia la política de subsidio habitacional para repoblar en altura áreas aledañas al centro aprovechando la infraestructura existente.