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Toniná
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Toniná es el nombre con el que actualmente se conoce a una antigua ciudad perteneciente a la Cultura maya, que contiene abundantes restos arqueológicos, así como edificios singulares, correspondientes a dicho pueblo, encontrándose el sitio Arqueológico o Yacimiento arqueológico localizado a unos 12 kilómetros al este de la actual ciudad de Ocosingo, a 115 kilómetros de distancia de Palenque y a 85 kilómetros de San Cristóbal de Las Casas (Chiapas), en México.
La ciudad conoció una ocupación humana de carácter discontinuo, aunque muy extendida en el tiempo entre al menos el siglo I de nuestra era hasta el siglo XVI, coincidiendo el final de su ocupación aproximadamente con la llegada de los españoles a América, a pesar de que la imparable decadencia fue anterior, dándole la puntilla definitiva los aztecas en el siglo XIV. El período de auge de Toniná, en cualquier caso, se produjo hacia los siglos VII a siglo IX|IX, a la vez que se tiene constancia escrita de la existencia de la ciudad a finales del siglo VI,[1] concretamente en el año 593, ya que se trata de la fecha con la que se corresponde la primera inscripción calendárica en piedra localizada en la misma.
Etimología
El nombre con el que actualmente se conoce a la ciudad, Toniná, procede de una palabra en el Idioma tzetzal, teniendo el significado en castellano de La casa de piedra o El lugar donde se levantan esculturas en piedra en honor del tiempo, nombre que constituye una buena descripción del lugar.
Historia del lugar
Historia antigua
Toniná se construyó en un área geográfica que no queda afectada por los huracanes que cíclicamente azotan la región procedentes bien del Océano Atlántico bien del Océano Pacífico. Por otra parte, se edificó a semejanza de las montañas sagradas, pensada para honrar y reverenciar a las deidades celestes: el Sol, la Luna, Venus y la Tierra.
Aunque la época de apogeo de Toniná puede datarse hacia las últimas fases del Período clásico maya, es decir, de hacia los siglos VII a siglo IX de nuestra era, en el valle de Ocosingo se tiene constancia de que el lugar ya había sido habitado en forma discontinua al parecer desde las últimas fases del Período preclásico maya, es decir, al menos desde los siglos I y siglo II de nuestra era. Se afirma por otra parte que el origen de la ciudad se relaciona con los movimientos de pueblos ocasionados en el período de los olmecas, en el primer milenio antes de Cristo. Durante el amplio período de tiempo de existencia del asentamiento, Toniná coexistió con los asentamientos igualmente mayas de las ciudades clásicas más antiguas de Tikal, Copán o Palenque, así como también con las nuevas ciudades mayas como Uxmal y Kabah, estas últimas situadas en la Península de Yucatán. Con las primeras de estas ciudades Toniná comparte la vieja iconografía propia de la Cultura maya, basada en monstruos de la tierra, deidades acuáticas, aves celestes y dragones del inframundo; además, participa de la nueva iconografía en uso en las nuevas ciudades, basada principalmente en dos símbolos iconográficos: la greca espiral escalonada y Chaac, el dios del agua. Arquitectura, también se observan relaciones con esas dos diferentes concepciones de la Cultura maya ya que, por una parte, los templos tienen los rasgos típicos de las ciudades clásicas, además de estar dotados de escaleras como adorno, como las existentes en los templos Chenes de Campeche, o la planta del Palacio Principal de Toniná, que tiene forma Puuc, como los palacios existentes en el Yucatán.
Podemos dividir la Historia de Toniná en dos períodos claramente diferenciados, además del correspondiente a su decaimiento y desaparición como lugar habitado. El primero de ellos, que abarcaría entre el año 300 y el año 500, ambos de nuestra era, correspondería al período fundacional y de formación de la ciudad. Por su parte, el segundo período seria el de plenitud o esplendor, desde el año 500 hasta la desaparición de la ciudad.
Período de formación
Durante el período fundacional y de consolidación de la ciudad, que se encontraría entre el año 300 y el año 500, ambos de nuestra era, se presentaba en un contexto influido por su competencia y lucha contra el resto de ciudades del mundo cultural maya del momento, como Palenque, Yaxchilán, Tenosique, Kalakmul, Chichén Itzá, Uxmal, El Petén y Tikal.
Al parecer, en octubre del 440, una alianza entre los dirigentes de las ciudades de Palenque, Yaxchilán y Tenosique, aprovechándose de determinadas condiciones meeorológicas, consiguió temporalmente el sometimiento de la ciudad, que sin embargo rápidamente recuperó su propia independencia. Esta recuperación de la independencia de la ciudad de Toniná estaría relacionada con la caída de Teotihuacán en el 550 y con la partida de la casta dirigente teotihuacana hacia Mesoamérica para entremezclarse con las clases dirigentes de la zona propia del ámbito cultural y político maya. En cualquier caso, a partir de la recuperación de su independencia Toniná recobró el rumbo con un nuevo impulso cultural, penetrando así de pleno en el período de esplendor de la ciudad.
Período de plenitud
Se tiene constancia documental escrita de la existencia de la ciudad a finales del siglo VI, en el año 593, siendo ésta la fecha correspondiente a la primera inscripción calendárica en piedra. En el año 805 de nuestra era hay evidencia de la existencia de una dinastía reinante que celebraba con monumentos en piedra los nacimientos, casamientos, victorias militares y muertes de los gobernantes; entre los más importantes de dichos gobernantes está el Señor Cráneo de Conejo, como es conocido en la historiografía.
La ciudad de Toniná constituyó en sus tiempos una auténtica potencia militar de la época, habiéndose encontrado representaciones de prisioneros en piedra y estuco por toda la Acrópolis; incluso los marcadores centrales del juego de pelota son dos cautivos, siendo el más importante de los mismos, según la inscripción, un gobernante de la ciudad de Palenque llamado Kan Hul.
El período de auge del dominio político y militar de la ciudad de Toniná, lo que podríamos denominar como el punto culminante de su poderío, se produjo durante la segunda mitad del siglo IX y principios del siglo X, entre el 840 y el 900, momento en que la ciudad podía asegurarse que era la más importante de todo el ámbito cultural maya e incluso de Mesoamérica. Por ese motivo es en esta época cuando se produce el mayor número de elementos artísticos y arquitectónicos del lugar que han llegado hasta nuestros días.
En el siglo IX, el Espejo humeante del cielo -el nombre en maya antiguo del templo principal más elevado de la acrópolis- estaba habitado por la clase superior (reyes, nobles, sacerdotes, astrónomos, arquitectos y militares de alta jerarquía) distribuida en los cuatro lados de la ciudad sagrada; habiendo en el entorno más próximo de la ciudad unos 10.000 habitantes más, que alcanzaban unos 40.000 habitantes en todo el valle de Ocosingo.
Durante este período de esplendor, los señores mayas de Toniná se postularon como como los creadores del tercer sol -siendo el primer sol el de los olmecas y el segundo el de los teotihuacanos-, período al que puso fin una incursión de los Toltecas a principios del siglo X, que destruyó el poder de Toniná, autoconsiderándose como el cuarto sol, previo al quinto sol, representado por los aztecas.
Decadencia e historia reciente del lugar
Tras que Toniná lograse sobrevivir durante un tiempo al derrumbe del viejo imperio maya, coexistiendo con las ciudades Toltecas de tula y Chichen Itzá, la llegada de los aztecas hacia el siglo XIV supuso.
Con posterioridad a este período la crisis y destrucción de la ciudad resulta imparable: se decapitan y destrozan las esculturas; la acrópolis es utilizada como necrópolis por nuevos pueblos que al enterrar a sus muertos saqueaban viejas tumbas y ofrendas, a la vez que perforaban templos y palacios. Finalmente, tras mil años de existencia, la tierra y la vegetación cubrieron las ruinas de la ciudad, que sólo tras una década de trabajos arqueológicos ha salido de nuevo a la luz, permitiendo así el conocimiento de su existencia.
Sin ambargo, por ahora las excavaciones arqueológicas se han limitado a la quinta parte del área que se ha delimitado y protegido legalmente, de tan sólo 2 km 2, de los cuáles la ciudad ocupa únicamente unas 94 hectáreas alredor de una colina alta del valle de Ocosingo.
Descripción de la ciudad
La ciudad de Toniná se asienta sobre un relieve natural boscoso en el sector norte del valle de Ocosingo, formado por terrenos arcillosos a unos 70 m de altura de la llanura circundante, aprovechados en parte para quedar revestidos en piedra para constituir una serie de plataformas elevadas y estables, de tipo piramidal, sobre las que se levantaron los templos y palacios de la ciudad. De esta formas quedó constituido el núcleo urbano principal de la ciudad, a modo de acrópolis de la misma, a cuyo alrededor y en todo el resto del valle se escalonaban las zonas residenciales y las dedicadas a uso agrícola.
Sin embargo, el hecho de que el asentamiento de Toniná haya tenido al menos mil años de ocupación humana marcados por una incesante sucesión de construcciones ha determinado que los palacios, templos y escalinatas de acceso hayan ido superponíendose unos a otros, entretejiendo un intrincado laberinto constructivo.[1]
Existen actualmente un total de siete plataformas agrupadas en la llamada Gran Pirámide, de las que cabe destacar a cuatro de ellas: la tercera, que acoge al llamado Palacio del Inframundo; la cuarta, en la que se halla el Palacio de las Grecas y la Guerra; la sexta, donde se halla el Mural de los Cuatro Soles, una representación de las Cuatro Edades Cósmicas; y la séptima, la más elevada, que acoge a dos templos, el Templo de los Prisioneros y el Templo del Espejo Humeante, siendo estos últimos los templos más elevados de Mesoamérica.[1] Existen en la ciudad un total de 97 edificios localizados, de diferentes tamaño y función arquitectónica (un templo para cada uno de los 13 dioses mayas, palacios destinados a residencia, un laberinto, un mural, un subterráneo dedicado al dios de los huesos y al inframundo), así como dos juegos de pelota y 38 tumbas.
Las ruinas de Toniná nos presentan pues una suma de las más bellas expresiones estéticas de las arquitecturas de los pueblos que por ella han transitado: Arquitectura olmeca, Arquitectura maya, Arquitectura teotihuacana y Arquitectura tolteca. Elementos arquitectónicos a destacar son, por ejemplo, los cubrimientos a dos vertientes en forma de Triángulo isósceles, un dique con forma de caracol de guerra sobre un arroyo afluente del Río Usumacinta en la Selva Lacandona y un total de 37 piezas Escultóricas.
Por otra parte, Toniná presenta una tradición escultórica de rasgos principamente Mayas, aunque con pecularidades propias. Por otra parte, cuenta con magníficos altorrelieves en piedra y estuco.
Referencias
Referencias e información de imágenes pulsando en ellas. |
- ↑ 1,0 1,1 1,2 Ocosingo. Zona arqueológica Toniná (en castellano). MundoChiapas. Consultado el 2008-01-10, 2008.
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