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Reales Fábricas de Artillería de Liérganes y La Cavada
Las Reales Fábricas de Artillería de Liérganes y La Cavada fueron unas importantes instalaciones fabriles de Altos hornos situadas en las poblaciones cercanas de Liérganes y La Cavada, en los municipios de Liérganes y Riotuerto, en Cantabria (España). Fue la primera siderurgia e Industria armamentística del país y produjo durante más de dos siglos, entre 1622 y 1835, elementos de artillería y munición de hierro destinados a la defensa del Imperio español y a garantizar su dominio de los mares.
El desarrollo de la artillería en el siglo XV y su eficacia en los campos de batalla europeos propició una revolución tecnológica y una carrera armamentística de las potencias continentales.
La puesta en funcionamiento de estos centros de producción al abrigo de políticas mercantilistas de creación de Manufacturas Reales y considerados estratégicos por los gobiernos, requerían un gran volumen de capital para la producción de piezas de gran tamaño para albergar altos hornos de gran capacidad con unas condiciones geográficas particulares donde asentarse y mano de obra muy cualificada.
Historia de las fábricas[editar]
El mineral de hierro para abastecer las fábricas de cañones provenía de las minas de Heras, Somorrostro y Monte Vizmaya. En la imagen, la antigua explotación minera al aire libre en el Monte Vizmaya (Entrambasaguas). La extracción del mineral ha permitido dejar al descubierto interesantes formas kársticas en la roca caliza.
Sus inicios[editar]
Fue fundada en Liérganes por Jean Curtius (o Curçios).
En un principio, a partir de 1616 aprovecha la Ferrería de La Vega sobre el Río Miera y empieza a construir las Fraguas, hornos, carboneras y muros exteriores del complejo fabril de Liérganes.
En 1628 se concluye la construcción de dos altos hornos.
El aumento de la demanda supuso la puesta en marcha de un proyecto mayor: la instalación de una nueva fábrica llamada Santa Bárbara en el paraje de La Cavada (hoy una localidad), en el Concejo de Riotuerto. A partir de esta época, la Fábrica de Artillería de La Cavada será la sede central de todas las instalaciones asociadas al complejo.
Las crecidas del Río Miera en 1801 y 1834 hicieron que el caudal de sus aguas en la localidad de La Cavada superase el puente del Real Sitio, infraestructura que sirvió de entrada al recinto fabril.[1]
La instalación de la fábrica de La Cavada supuso la llegada de técnicos provenientes de Flandes con el fin de difundir e instruir a los operarios españoles autóctonos la experiencia que aquellos tenían en el arte de la fundición.
Una diligencia cruzando el antiguo puente de La Cavada sobre el Río Miera a finales del siglo XIX y que daba acceso a la fábrica de artillería. Mediante una serie de importantes infraestructuras de canalización y represamiento de su cauce, la madera era transportada hasta la fábrica, que llegó a dar trabajo a unas mil personas.
La localización del complejo fabril en la zona presentó oportunidades de trabajo para las familias de Riotuerto, Liérganes, Entrambasaguas, Miera u otros municipios cercanos, extremadamente miserables y pobres. Estas expectativas supusieron el aumento sensible de población en la Junta de Cudeyo, antigua división comarcal. El crecimiento entre 1636 a 1750 fue de un 40%, hasta llegar a los 8.000 habitantes.
Las condiciones del trabajo tanto en la fábrica como en las minas y los montes eran muy duras,[2] incorporándose mujeres y niños a muchas tareas. El sueldo, aun siendo bajo en comparación con otras fábricas de España, resultaba superior a la media de la región y suponía un interesante complemento a las tareas agrícolas en una zona «pobre y miserable». José Alcalá-Zamora cuantifica en una media de 4,82 reales de vellón los salarios de los 274 operarios que trabajaban en las fábricas en marzo de 1799. No obstante, las diferencias eran muy grandes, y así los ayudantes de fundición cobraban 800 reales al mes y un director 3.000.
Se obtenían otros beneficios, como los retiros a operarios veteranos que cayesen imposibilitados o enfermos, aunque existía a veces la obligación de asistir a las fundiciones mientras hubiera fuerzas. A las viudas o huérfanos de viejos empleados se les otorgaba una pensión a través de limosna. Estos retiros fueron desapareciendo a medida que la situación económica de la fábrica fue empeorando. Mejor suerte tenían aquellos trabajadores fijos y los que disponían de casa dentro del recinto fabril, ya que podían tener de huerto, adquirir artículos a precios económicos en la "tabernilla" de La Cavada, primas por resultado, carbón, etc.
Arqueología industrial y legado histórico[editar]
En la actualidad aún existen restos de las Reales Fábricas de Liérganes y La Cavada, aunque la mayor parte de las construcciones fabriles han desaparecido o sus restos han sido reutilizados para nuevas edificaciones.
En La Cavada se pueden ver restos de los cierres del complejo que pudo llegar hasta la cercana población de Los Prados. Existe un alto muro de mampostería junto a la carretera que lleva al pueblo de Rucandio, el cual se especula que sirvió también de cerco al recinto. No obstante, esta construcción no aparece en los planos originales del Real Sitio y alguna fuente[3] propone que pudieran ser restos de un malogrado proyecto de Wolfgang de Mucha para el suministro de madera junto a los retenes del río Miera y la rampa de arrastre de troncos. Por otra parte, también cabría la alternativa de que pudieran responder a un cierre levantado con materiales de la antigua fábrica y relacionado con un parque de carbones vinculado a una antigua fábrica textil de La Cavada.
La portada de entrada en honor a Carlos III, declarada Bien de Interés Cultural en 1985, es una de las tres puertas que tenía el recinto junto con la de Ceceñas y la de Liérganes. Responde a un estilo Neoclásico, con arco de medio punto, pilastras a ambos lados y frontón triangular en el que se lee la inscripción:[4]
CARLOS III REY. AÑO 1784. |
Los sillares se encuentran soldados por coladuras de plomo y hierro.
El puente sobre el río Miera y que daba acceso al recinto del Real Sitio fue levantado en el siglo XVII. La estructura sufrió diferentes daños a causa de las avenidas, en especial las de los años 1801 y 1834. En 1999 el puente fue afectado por una importante transformación con motivo de la ampliación de la carretera a Liérganes.
Actualmente también se pueden apreciar estructuras verticales, llamadas retenes, levantadas en el cauce del Miera y que permitían agrupar la madera que circulaba a favor de la corriente y que era incorporada al río desde el resbaladero de Lunada a 20 Km del retén, lugar desde donde llegaba la madera de los montes de Espinosa de los Monteros y Quintanilla. Estos retenes tenían una potente cimentación y el cuerpo estaba construido con cantos y mortero. Existieron al menos cinco retenes en una doble hilera diagonal y que originariamente tendrían un entablado de madera en su parte superior a modo de puente. Entre los pilares se levantaba una celosía de madera que cumplía la función de retener los troncos. Estos eran desalojados a través de una rampa que todavía es observable. El transporte de troncos por el río supuso la ejecución de obras en el cauce del Miera, en el que se barrenaron grandes rocas, se rellenaron pozos y se encauzó el río en algunos tramos. Las medidas de los troncos debían presentar un estándar de siete pies de largo (195 cm) con un extremo menos grueso con el fin de evitar el bloqueo del cauce.
Entre las viviendas se conservan la Casa del Puente, construcción junto al Miera y fuera de la fortificación, que podría haber estado destinada a la guardia, las casas de la calle de Arriba, edificios para el alojamiento de operarios y para caballerizas, un edificio de viviendas junto al antiguo arco de Carlos III y que podría cumplir la función de conserjería u oficinas administrativas, y la Casa Redonda o El Palacio, cuya edificación principal ha desaparecido y sólo se conserva la capilla, ya muy transformada.
Existen asimismo restos de algunos almacenes y hornos, contrafuertes y paramentos sobre el río que servían de estructura defensiva y protegían de las avenidas, túneles, restos de presa y canales.
El 13 de abril de 2004, el conjunto histórico fue declarado Bien de Interés Cultural. El 27 de julio de 2006 se inauguró en La Cavada un museo que recoge la actividad llevada a cabo por estas instalaciones en la fundición de cañones que se emplearon en la Armada Real Española y en todo el Imperio. Se pueden observar cañones, las diferentes municiones utilizadas, maquinaria, escudos nobiliarios y diversas maquetas tanto de barcos como de las instalaciones.
Por otra parte, en la población de Liérganes se conservan diversas casonas de los siglos XVII y XVIII, como la Casa de los Cañones, recuerdo de una época de auge económico apoyada en la fábrica de artillería.
Las fábricas de cañones de Liérganes y La Cavada fueron durante la Edad Moderna el complejo siderúrgico más importante de España y durante siglos el único lugar donde se produjeron cañones de hierro colado para el sustento del Imperio.[5]
Referencias
Referencias e información de imágenes pulsando en ellas. |
- ↑ Para José Manuel Maza Uslé sería la gran riada del año 1801 la que supondría la puntilla definitiva para el abandono de las instalaciones.
- ↑ A modo de constancia, en el artículo Arquitectura antigua: Las Neveras de Virgilio Fernández Acebo dentro del Boletín número 5 del Museo de las Villas Pasiegas se hace referencia a la utilización de las neveras del cercano Puerto de Alisas por:
...la demanda de hielo de las fábricas de cañones de Liérganes y La Cavada, que generaban gran cantidad de quemados y otros heridos.
- ↑
Tanea. Documentación y conservación (2006), Carta Arqueológica del Municipio de Riotuerto, Inédito. - ↑ Según la sección Patrimonio Histórico de la web de El Diario Montañés, la inscripción sustituyó a un escudo de armas reales que existió inicialmente.
- ↑ La Artillería en la Marina española del siglo XVIII
ALCALÁ-ZAMORA Y QUEIPO DE LLANO, José (1974 Y 2004), Historia de una empresa siderúrgica española: Los Altos Hornos de Liérganes y La Cavada, 1622-1834, Santander: Consejería de Cultura, Turismo y Deporte / Estudio. ISBN 84-600-6120-5 y ISBN 84-95742-33-0. |
GONZÁLEZ ECHEGARAY, Mª de C. (1981-1982), Nuevas aportaciones al estudio de la fábrica de cañones de Liérganes y La Cavada, Revista Altamira, tomo XLIII. |
DIEZ AJA, Juan Antonio (1998), La fusión del hierro y las fábricas de Liérganes y La Cavada, Real Academia de la Historia. ISBN 84-89512-23-X. |
MAZA USLÉ, José Manuel (2007), La Real Fábrica de Artillería de La Cavada, Librería Estudio. |
ALCALÁ-ZAMORA Y QUEIPO DE LLANO, José (2006), Altos hornos y poder naval en la España de la Edad Moderna, Cantabria Tradicional, S.L. Ramón Villegas López. ISBN 84-96042-40-5. |
TANEA. Documentación y conservación (2006), Carta arqueológica del municipio de Riotuerto, Inédito. |
GASPAR DE JOVELLANOS, MELCHOR (1811), D. Gaspar de Jovellanos a sus compatriotas: memoria en que se rebaten las calumnias divulgadas contra los individuos de la Junta Central y se da razón de la conducta y opiniones del autor desde que recobró su libertad (Edición digital basada en la de Coruña, Oficina de Francisco Cándido Pérez Prieto. ed.), Imprenta de Álvarez, Madrid, España [19/08/2006] |
ORTEGA MUNILLA, José (s. d. de año), Viñetas del sardinero : relaciones (Edición digital basada en la de Madrid, Imprenta de Álvarez, [s.a]. ed.), Imprenta de Álvarez, Madrid, España [19/08/2006] |
PARKER, Geoffrey (1990), La revolución militar, Editorial Crítica. ISBN 84-206-6790-0. |