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Palacio de Valdés Bazán
El Palacio de Valdés-Bazán está situado en San Román, concejo de Candamo (Asturias, España).
Datos histórico-artísticos:
En el concejo de Candamo nunca hubo una implantación importante del régimen señorial, sino que su tierra estaba repartida entre un número importante de hombres libres, como corresponde a esta zona de la Península Ibérica. En el siglo XII encontramos a este municipio ligado al de Grado y a partir del siglo XVI a través de este pasa a la jurisdicción de los llamados Ilustres Gremios y Linajes, o representantes de diez familias principales. Ya en 1450 el proceso de concentración de los privilegios, que afecta al desarrollo histórico general, hace que sean sólo siete las familias, mientras que en 1741, por una sentencia de la Audiencia de Oviedo se reconoce tal derecho a las dos únicas familias que a la sazón residían en el concejo de Grado y que eran las de los Arias de Miranda y la de los Fernández de Miranda. Entre las otras familias apartadas se debía encontrar Martín de Quirós, dueño de la casona objeto de estas líneas y señor del castillo de Soto. En el mismo siglo XVIII la propiedad recae en los Valdés por vía materna. Esta familia de los Valdés es otra de las más viejas estirpes nobiliarias, con fuerte influencia en el desarrollo de la historia asturiana de época moderna. Del mismo tronco, y por citar un ejemplo, conocemos a un Fernández Valdés, que funda la primera Universidad de Oviedo a finales del XVI.
Ya en manos de Fernando Valdés Quirós, la casona sufre una ampliación que modifica su aspecto primitivo, probablemente muy sencillo, otorgándole el empaque que hoy posee y colocando los escudos de su fachada, en los que se distinguen las armas de los Valdés (diez roeles con bordura de diez aspas) añadidos de Fernando Valdés (los cuervos) y otros elementos que hacen alusión a diferentes antepasados. Este personaje se sitúa en el origen de una familia de gran influencia en la segunda mitad del siglo XVIII y en el siglo XIX. Así, el mencionado Fernando fue ministro de Hacienda; su hijo Antonio Valdés Bazán, con el grado de Teniente General, ocupó el Ministerio de Marina. El nieto de aquel e hito de éste, José Valdés Flórez fue capitán de Navío y proseedor de la casona en el momento en que la visitó Jovellanos. Un hermano de éste, Cayetano Valdés Flórez, héroe de San Vicente y de Trafalgar, fue Regente en uno de los momentos más complejos de la Historia de España.
Jovellanos, en sus Diarios, plasma una descripción de la casona tal y como se debía encontrar en los años finales del siglo XVIII, rodeada de viñedos y frutales -«excelente casa de campo» situada en la parte alta al norte del Nalón:
«(...); a la derecha, San Romano; excelente casa de campo situada en alto, al norte del Nalón, y como a un tiro de su orilla, ampliada por el señor don Fernando de Valdés Quirós, asistente que fue de Sevilla y del Consejo de Su Majestad en el de Hacienda, abuelo del actual poseedor, el capitán de navío don José Valdés Flórez, y padre del teniente general y ministro de Marina, del mariscal de campo y del brigadier de los reales ejércitos, don Antonio, don Rafael y don Fernando Valdés Bazán. Ya en el siglo XX, la propiedad del inmueble pasó a los Marqueses de Santa Cruz, quienes a su vez, por herencia, la ceden a los Condes de Reparaz, pasando en los últimos años a propiedad municipal.
Descripción:
La casa de los Valdés-Bazán se encuentra en un extremo del pueblo de San Román de Candamo, al lado de la carretera y dentro de una gran finca. El aspecto que ofrece desde el pueblo, desde el que se observan las fachadas norte y este, es el de una casa más, realizada con las técnicas y los medios tradicionales en su entorno geográfico.
El edificio se organiza en planta mediante un rectángulo que se subordina a la topografía del lugar, con dos alturas en la zona más baja y una en la más alta. No posee patio interior y la cubierta se resuelve a tres aguas, subordinada también a la topografía de la zona.
La fachada norte ha de ser considerada como la principal, ya que en ella se sitúan los emblemas que dan carácter nobiliario a la residencia y que son dos, seguramente realizados ambos en la segunda mitad del siglo XVIII, ya que en ellos están incluidos los cuervos que añadió al escudo familiar Fernando Valdés-Quirós.
Existen en esa fachada dos puertas en el nivel inferior, la que debió ser principal y otra que daría acceso a las cuadras, mientras que en el superior hay otra que da acceso a la vivienda de los guardeses, de manera que, como vemos, la organización de esta fachada permite establecer la diferenciación de dos núcleos habitacionales que se corresponden en la fachada opuesta y que son la residencia nobiliaria y la de sus empleados.
El núcleo principal presenta una disposición de las ventanas de cierta regularidad resaltada por el balcón central, situado encima de la puerta y que quiere ser una réplica de los balcones de homenaje, aunque resulto aquí con extremada sencillez. A sus lados se disponen irregularmente los dos escudos mencionados. A plomo de una de las caras de las ventanas del piso principal se sitúa una fila de ventanas de dimensiones más reducidas; esta disposición, asimétrica, acentúa todavía más el carácter de desorganización que ofrece toda la casona en esta fachada.
Su paramento es absolutamente liso y está organizado con los medios constructivos habituales en Asturias: sillarejo enfoscado y guardavivos realizados con grandes sillares encuadrados a cuatro caras. Los únicos elementos decorativos, que en ningún caso rompen la austeridad del conjunto, son las pequeñas y sencillas molduras que prolongan la peana de las ventanas.
El núcleo más alto de esta fachada, por poseer los huecos más próximos y por la existencia de una pequeña escalera, ofrece un poco más de «gracia» aunque siempre dentro de los más estrechos cauces de la sobriedad más rigurosa.
La fachada este no parece distinguirse para nada del resto de las edificaciones de carácter popular del entorno. Su distribución de huecos es asimétrica como en la fachada norte; en esta zona no existe elemento decorativo alguno.
Los elementos arquitectónicos singulares de la casona se presentan en la fachada sur en la que, con una distribución semejante a la del paramento opuesto, la zona que se corresponde con lo que veíamos era la parte noble de la fachada norte, se ve aquí ocupada por una doble arquería que singulariza el inmueble. Esta arquería se desarrolla en las dos alturas del inmueble, ocupando algo más de la mitad de esta fachada y la mitad de la fachada oeste. Su piso bajo se articula mediante unos grandes pilares de sección rectangular que dan apoyo a unos arcos rebajados de tres centros, regularmente trasdosados y encajados entre albanegas de piedra tallada con cierta maestría. Entre arco y arco se sitúan unas molduras verticales de sección rectangular y escasamente salientes que articulan el espacio siembre sombrío.
La separación de los dos pisos se realiza mediante una moldura de medio bocel que corre toda la zona porticada y que arroja una suave ceja de sombra.
El piso alto repite la modulación de huecos del bajo, sustituyendo los pilares por columnas cilíndricas realizadas mediante dos bloques de piedra, que se rematan en una especie de capitel realizado mediante un sillar almohadillado y que da arranque a un arco de similar trazado al del piso inferior. También aquí la sillería de las albanegas presenta ciertas irregularidades de reparto, aunque siempre con piezas talladas a todas sus caras. Entre columna y columna corre una barandilla lisa realizada en piedra que nuevamente incide en acrecentar la austeridad del conjunto. El remate de cornisa, que da pie a la techumbre de madera, se compone mediante una moldura de medio bocel.
Por lo que se refiere a la estructura de madera, no hay nada que se separe de los modos tradicionales locales en el trabajo de las escuadrías y en la solución de los voladizos.
Como puede apreciarse, toda la organización se subordina a una rigurosa austeridad teñida de ruralismo, que se manifiesta por la irregularidad geométrica de la composición arquitectónica, expresada incluso en la zona noble por la irregularidad de las dimensiones de las arquerías.
La fachada más al oeste participa por igual del sistema de las galerías y del de la fachada norte sin aportar ninguna otra novedad.
De acuerdo con los datos históricos y a la vista del edificio, pueden establecerse dos etapas fundamentales en su construcción.
1. Una fase primitiva en la que se construiría el núcleo básico del inmueble, caracterizada por el empleo de técnicas y materiales tradicionales y que debió de comprender las fachadas norte (remodelada luego) y este, y el ochenta por ciento de la superficie habitada en la actualidad.
Por sus características, no ofrece más interés que el resto de las edificaciones populares del entorno. Su materialización, hipotéticamente, puede situarse hacia el siglo XVII, en base a las dimensiones de los huecos que no parecen haber sido modificados.
2. La remodelación de Fernando Valdés en el siglo XVIII comprendería una reparación de la fachada norte con la incursión de los escudos —probablemente en ese momento se enfoscarían los paramentos viejos—. También se realizaría la galería de la zona sur, sin derribar muro alguno, adosando este elemento a la construcción primitiva, como parece derivarse de la junta que se manifestó en el extremo de la fachada principal. Esta remodelación, muy en consonancia con el espíritu austero y severo, otorga al edificio el sentido singular que le caracteriza.
Referencias
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