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Pabellón Philips en la Exposición Universal de Bruselas de 1958
El Pabellón Philips en la Exposición Universal de Bruselas de 1958, es una obra de Le Corbusier e Iannis Xenakis, que adelantándose a los eventos, la cultura multimedia y al desarrollo de las técnicas digitales de proyecto, propone una síntesis que integra arquitectura, música, ingeniería y artes visuales en la figura de un manto, una superficie que fue tanto soporte para luz proyectada como laboratorio de una serie de operaciones constructivas.
Formando parte de lo que se denominó un Poema Electrónico, el pabellón fue concebido y dirigido por Le Corbusier, y realizado con la colaboración de Edgar Varèse en la música, Jean Petit y Philippe Agostini en el espectáculo visual y la participación de Iannis Xenakis en la arquitectura y en la música. Su construcción involucró esfuerzos considerables en el plano técnico: expertos en luz, sonido, estructuras y construcción.
El pabellón estaba constituido por un espacio aproximadamente circular de 25 m de diámetro capaz de contener a las 500 personas de pie que podían acceder a cada una de las presentaciones. A éste se conectaban un espacio longitudinal de acceso y uno más breve de salida. La planta se configura como un perímetro curvilíneo complejo de aproximadamente 25 por 40 m. Desde éste, como lo explican los diagramas de Xenakis, se levantan tres puntos a manera de cumbres, la más alta de las cuales alcanza los 18 m de alto. La unión de éstas con el perfil de la planta da origen a una serie de costillas que a su vez generan los paraboloides hiperbólicos articulados que constituyen la piel externa del pabellón.
La construcción de esta compleja forma siguió las indicaciones de los ingenieros Duyster y Vreedenburgh de Strabed. Las costillas se realizaron en hormigón pretensado de 40 cm de diámetro hecho en obra. Entre éstas se dispuso una doble red de cables que contenían piezas de hormigón prefabricado de dos pulgadas de espesor que habían sido moldeadas sobre montículos de arena que reproducían la forma de cada uno de los paraboloides. Los cables interiores tenían 7 mm de diámetro y los externos, la mitad. La continuidad de las superficies interiores fue conseguida a través de una superficie de cemento proyectado. Exteriormente la piel de hormigón fue sellada y pintada de color metálico.
El espectáculo visual del pabellón duraba ocho minutos, más dos minutos intermedios entre una y otra presentación. Estos últimos se correspondían con una composición de Iannis Xenakis, Paraboloides H, mientras el Poème Électronique de Edgard Varèse correspondía al tiempo del espectáculo visual. Estaba concebido bajo el criterio varesiano de son organisée (sonido organizado), para distinguirlo de la música de estructura melódica. Consistía en una secuencia grabada que incluía sonidos generados electrónicamente o grabados del natural (música concreta). El sonido era difundido por 400 altavoces, controlados automáticamente. La disposición de los altavoces y el control del sonido, a cargo del experto de Philips Willem Tak, permitía percibir una experiencia estereofónica, en la cual el sonido se trasladaba en el espacio.
Simultáneamente, y sin ningún criterio de sincronización, se proyectaba la secuencia visual concebida por Le Corbusier. Ésta se desarrollaba en siete partes que cubrían desde la génesis del mundo hasta la nueva civilización ejemplificada en obras del propio Le Corbusier. La presentación combinaba cuatro elementos: colores ambientales, proyección fílmica de imágenes, proyección de formas simples a través de esténciles intervenidos y formas tridimensionales suspendidas: un objeto geométrico y un cuerpo de mujer, iluminados con luz ultravioleta. Las imágenes proyectadas iban desde lo tierno hasta lo feroz, desde lo organizado a lo caótico, de lo natural a lo artificial.
Planos
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Referencias
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http://www.scielo.cl/pdf/arq/n63/art13.pdf |