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Monasterio de San Salvador (Celanova)

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Monasterio de San Salvador (Celanova)

El 'monasterio de San Salvador de Celanova fundado por San Rosendo, es el principal monumento de la villa de Celanova en la provincia de Orense hoy en día, tras la desamortización del siglo XIX sirve como Ayuntamiento e Instituto.


El monasterio

El monasterio que hoy puede visitarse no es más que el resultado de la evolución histórica que a lo largo del tiempo unas veces experimentó y otras sufrió el edificio. La magnífica obra que hoy se contempla es el resultado de la evolución arquitectónica de una construcción que se inició en los tiempos del fundador con un conjunto de pequeñas edificaciones levantadas en las inmediaciones de una antigua capilla dedicada a San Martín, entre las que documentalmente (que no gráficamente) se sabe por el monje Ordoño de Celanova que eran las siguientes:

  • Una iglesia con tres ábsides dedicados a San Salvador, San Pedro y San Juan.
  • El pequeño templo dedicado a San Miguel arcángel.
  • Viviendas para monjes.
  • Viviendas para trabajadores del cenobio.
  • Viviendas para Peregrinos y huéspedes.

Posteriormente estas construcciones aisladas, probablemente muy humildes en su configuración arquitectónica inicial, dieron lugar al levantamiento de un monasterio propio de la arquitectura del Románico, el cual todavía fue visto y descrito por Castellá Ferrer: “La iglesia con la torre mayor que para antigua es muy grande, hermosa, y de muy buena bóveda coronada toda de almenas y saeteras, que bien parecía soldado y caballero”. La fábrica actual se desarrolla en torno a dos grandes claustros (el procesional y el del poleiro), además de un pequeño patio de servicio para la cocina, alrededor de los cuales se distribuyen las diferentes dependencias que en su momento fueron dedicadas a las labores de administración, servicio y residencia de los monjes, y a los que hay que añadir el gran edificio dedicado a la vida religiosa, es decir la iglesia.

La iglesia

Arquitectónicamente, la iglesia es una construcción de planta de cruz latina, con tres naves de tres tramos cada una y una transversal para formar el crucero. Fue construida en el siglo XVII. La fachada, solemne y reposada, fue la primera gran realización arquitectónica con la que se llevó a cabo la transformación de la iglesia románica en un suntuoso templo clasicista y barroco. En ella destacan las imágenes de San Benito (centro), San Rosendo (derecha) y el obispo de Guadix San Torcuato (izquierda), así como el escudo abacial bajo una espectacular corona vaciada presidiendo el edificio. La dirección de la obra de la iglesia y su traza son de Melchor de Velasco, arquitecto clasicista con el que colaboran otros monjes arquitectos. La cúpula, obra de Pedro de Monteagudo, está decorada con sartas de frutas, escudos en sus pechinas, y pinturas de carácter hagiográfico. En el interior es tanta la riqueza conservada que será bueno organizar brevemente su visita:

  1. Retablo mayor: Obra del escultor Francisco de Castro Canseco, está dedicado al Salvador, titular del templo. En el centro se encuentra la imagen de la Transfiguración; a los lados, en forma de tríptico triunfal y glorioso, la Resurrección y la Ascensión, situadas entre monumentales columnas salomónicas sostenidas por los cuatro evangelistas. Arriba, en el cascarón, lo que se reproducen son temas de la infancia de Jesús (la Adoración, el Nacimiento y la Circuncisión) custodiados por cuatro figuras ecuestres, el propio San Rosendo, Santiago, San Millán y San Fernando.

Tras unas celosías, en los pasillos laterales y bajo sendas imágenes identificativas, en sendas urnas de plata (1601) del orfebre vallisoletano Juan de Nápoles se guardan los restos de San Rosendo y San Torcuato. El conjunto se refuerza con una serie de interesantes y valiosos relieves de alabastro policromado en los que se reproducen temas evangélicos relativos a la infancia y a la pasión de Jesús.

  1. Otros retablos: La mayor parte de los retablos situados en las calles laterales también son barrocos y, a excepción de los de la Crucifixión y la Inmaculada Concepción que forman parte del conjunto del Retablo Mayor y son obra de Castro Canseco, anónimos. En todo caso, constituyen piezas de gran calidad artística, como es el caso de los de San Benito, San Rosendo, Santa Escolástica.
  2. Coros: Existen dos en excelente estado de conservación gracias a los procesos de restauración de los últimos años. El conocido como Coro Alto se sitúa en la parte alta de la nave central, sobre el Trascoro, y pertenece a los primeros años del siglo XVI. De estilo gótico flamígero y dotado de 56 Sitiales, conserva unas hermosas celosías caladas con variaciones geométricas diferentes y una riquísima colección de elementos Oníricos y mitológicos en las misericordias y en los medallones de los brazos laterales, destacando sobre todos ellos la presencia de un monje Gaitero. El otro, conocido como Coro Bajo, está ubicado en la parte baja de la nave central inmediata al crucero y conserva unas artísticas y monumentales puertas del siglo XVIII, con San Pedro y San Pablo, Virgen María y San Juan, que lo cierran al Trascoro. Es obra de Francisco de Castro Canseco y en la parte alta cada Sitial está presidido por un santo Benedictino, mientras en la baja se reproducen escenas de la vida y milagro‏‎s de San Rosendo y de San Benito.
  3. El órgano: Aunque, debido al significado que el órgano tiene en el conjunto de la liturgia, es muy posible que hubiera uno anterior, el que se conserva en Celanova procede del siglo XVIII, concretamente del año 1710 que es cuando el escultor Castro Canseco realiza su contratación. A finales de ese mismo siglo el instrumento es sometido a una profunda renovación, cuya caja se conserva hasta nuestros días. Según Miguel Ángel González, el encargado de esta renovación realizada en 1776 es el organero franciscano Fray Felipe de la Peña, siendo posteriormente añadido el teclado por Francisco Urumburu en el año 1801. Después de más de cien años de utilidad, a mediados del siglo XIX su composición interior es sometida a una nueva reforma, retirando todos los elementos históricos y sustituyéndolos por una mecánica con soporte eléctrico. En el año 2001, el organero suizo con sede en Cataluña, Hans Späth, procedió a su vaciado y a su renovación interior, instalando la mecánica actual que cuenta con dos teclados, un pedalero, 32 registros y cerca de 1.800 tubos.
  4. La Sacristía: Mantiene las magníficas proporciones del conjunto de la iglesia y alberga en sus paredes media docena de valiosos cuadros con personajes de la familia de San Rosendo, que son debidos a los pinceles de Gregorio Ferro (1742-1812), pintor gallego de reconocida fama que llegó a competir con Velázquez por un puesto en la Corte. Además cuenta con un relicario en el que se guardan interesantes piezas de Orfebrería, así como una no menos interesante colección de casullas y otras prendas religiosas.


Los claustros

El monasterio se organiza alrededor de 2 claustros y un pequeño patio de servicio.

  • El Clautro Barroco: El claustro Reglar o de las procesiones (conocido popularmente como Claustro Barroco), se ubica inmediato a la sacristía y con acceso lateral a la nave sur de la iglesia. La planta baja es obra de Juan de Badajoz realizada en el siglo XVI con bóvedas de crucería. En los soportes de toda la arquería gótica se conservan interesantes medallones con Bustos de personajes históricos (Carlos V, Felipe II, Juan...), figuras oníricas y monjes benedictinos. En el siglo XVIII fue ornamentado en sus fachadas exteriores, en estilo muy barroco, por Fray Plácido Iglesias, monje arquitecto de Celanova, natural de Terra de Montes (Pontevedra), a quien se le atribuye la solemne escalera abacial que comunica los dos pisos de este claustro.
  • El Claustro del Poleiro: El segundo claustro, conocido popularmente como Claustro del Poleiro, fue finalizado en el año 1722. Es de traza más sencilla que el anterior, pero de muy semejantes dimensiones. De confección neoclásica, se significa por una curiosa balconada que posibilita el acceso a las celdas situadas en el entresuelo, entre la planta baja y la primera planta del edificio, y que está sostenida por grandes ménsulas muy características de la arquitectura popular gallega, que son las que le dan el nombre popular de “poleiro”.

La biblioteca, situada en la planta alta de la nave central que separa y une a la vez los dos claustros, otras escaleras de este mismo claustro y algunas dependencias anexas como el patio de las caballerías, ofrecen arquitectónicamente interesantes soluciones que merecen ser visitadas.

Capilla de San Miguel Arcángel

De los tiempos del fundador, la única muestra arquitectónica que pervive es la capilla de San Miguel, situada actualmente tras el ábside del templo monacal y en lo que en otro tiempo fue denominada la “huerta del noviciado”. Finalizada en el año 942, es la joya del conjunto y uno de los edificios religiosos más singulares de España. Fue declarada Monumento Nacional en 1923. Levantada con perfectos sillares de granito de medidas muy diversas y asentados a hueso, mide 8,5 m. de largo por 6 m. de alto, ocupando en planta no más de 22 m2. Tanto desde el exterior como interiormente, se distinguen tres volúmenes o cuerpos identificativos de la denominada arquitectura mozárabe o de repoblación. El primero de ellos es la nave, desde la que se accede al interior, y que está cubierta con Bóveda de Cañón. Un cuerpo central de mayor altura que los demás, se superpone en el centro con bóveda interior de aristas de ladrillo, y un voladizo al exterior muy salido y dotado de las características ménsulas de rollos. El tercer cuerpo es el ábside, al que se accede por un arco de herradura con alfiz. En su interior presenta una bóveda gallonada. La serena belleza de San Miguel es ya un buen regalo para quien visite Celanova. Sus pequeñas dimensiones llevan a hacer dudosa cualquiera teoría que se realice sobre su función original. Ya fuera capilla para la devoción privada del santo, ya edificio funerario, lo cierto es que está dedicada al arcángel San Miguel y fue mandada construir en honor a Froilán, hermano de San Rosendo, tal como revela una inscripción de la época grabada sobre el dintel de la puerta y que constituye una Plegaria a Cristo, de “Froila, pecador e indigno siervo de Dios”, para que el visitante lo encomiende en sus oraciones.



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Referencias

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Alberto Mengual

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