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Miguel de Olivares
Miguel de Olivares y Guerrero, fues un arquitecto representativo del Neoclasicismo español, que desde la segunda mitad del siglo XVIII trabajó en la zona gaditana.
Fue discípulo de Torcuato Cayón de la Vega, autor que supuso la transición desde las formas barrocas a las neoclásicas. En su escuela se formó y con él comenzó trabajando como delineante.
La trayectoria artística de Olivares se puede considerar comenzada en 1772, al ser nombrado aparejador de las obras de la Colegiata de Jerez, donde llevó a cabo la cúpula y la portada de la sacristía. Tras la muerte de Cayón fue designado arquitecto de la Catedral de Cádiz, con el sueldo de 800 pesos anuales. Se le puso la condición que tenía que ser nombrado miembro de la Academia de San Fernando de Madrid en el plazo de seis meses, lo que consiguió en 1787. Durante su ausencia fue nombrado director interino José Prat. Es cuando se trazan las pechinas de la cúpula. Como los cortes de la piedra no eran "arreglados al arte", según el cabildo, se pidió a la Academia que enviase un arquitecto. Manuel Machuca y Vargas fue nombrado Director principal, quien dejó a Olivares para la ejecución de los trabajos. En 1790 sería nombrado Director constructor. Realizó las bóvedas y las torres hasta la balaustrada.
Uno de los edificios más interesantes de la arquitectura civil gaditana del siglo XVIII es el que Olivares diseñó en enero de 1795. Se trata de una casa en la Plaza de San Juan de Dios, esquina a las calles Pelota, San Fernando y Marqués de Cádiz, propiedad de don Fernando Antonio Pazos de Miranda, que aún subsiste hoy. El edificio es de cinco plantas. La decoración exterior se distribuye en dos órdenes: las tres plantas inferiores con paramento almohadillado y las dos restantes agrupadas por un orden gigante de pilastras jónicas con guirnaldas, que se peraltan sobre podios. Culmina el conjunto una balaustrada rematada por jarrones.
Posteriormente fue nombrado miembro de la Academia de San Lucas de Roma. Y ya en 1801 hizo la ermita de San Pedro de Ubrique.
Las obras de Olivares y de otros arquitectos, como Torcuato Benjumeda, constituyen la plasmación en el área gaditana de los principios del neoclasicismo.
En la proliferación de obras de este estilo desempeñó un papel muy importante la Academia de San Fernando de Madrid (y otras que se crearon en la época, como la misma de Cádiz). La institución madrileña desde 1777, por orden de Carlos III, fue la responsable de aprobar lo proyectos para nuevas edificaciones, las cuales, además, debían ser realizadas por algún miembro de la Academia.
Bibliografía
Teodoro Falcón Márquez: Torcuato Benjumeda y la Arquitectura Neoclásica en Cádiz. Cádiz (1974)
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