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Julián Otamendi Machimbarrena
Julián Otamendi Machimbarrena (1899-1966) fue un arquitecto hermano del conocido arquitecto Joaquín Otamendi y del ingeniero José María Otamendi, realizó la mayor parte de su obra en Madrid. Así, en 1920, cuando contaba con veintiún años de edad, comenzó a trabajar para la Compañía Urbanizadora Madrileña en las obras que se realizaron en las avenidas de la Reina Victoria y de Juan XXIII. Su obra más conocida en sus años de juventud fueron los Edificios Titanic en la avenida de la Reina Victoria, junto a Casto Fernández Shaw (1919-1921). Ya entonces ambos arquitectos se inclinaban por construir en Madrid grandes rascacielos como los norteamericanos, no sólo como reflejo de modernidad, sino también, por las ventajas técnicas e higiénicas que ofrecían las nuevas técnicas y materiales –hormigón armado- y por la rentabilidad que suponía para los promotores inmobiliarios. Los rascacielos, entre otras cosas, permitían aprovechar al máximo los solares y crear edificios plurifuncionales.
Julián Otamendi empezó a materializar estas ideas entre 1945 y 1949 con la construcción del Edificio Los Sótanos en la Gran Vía, junto a su hermano José María. Pero realmente sería la construcción del Edificio España (1948-1953), la que le consagraría como el constructor del primer rascacielos plurifuncional que se hizo en Madrid, el más alto de la nación y de la Europa de entonces, con una altura de 103 metros desde la rasante de la plaza de España. Para tamaña construcción también contó con la colaboración de su hermano José María, que además de ingeniero era consejero delegado de la Compañía Urbanizadora Madrileña, promotora del edificio.
La buena acogida que tuvo el Edificio España llevó a la compañía a encargar a los hermanos Otamendi la construcción de un nuevo rascacielos en la plaza de España, la Torre de Madrid (1954-1959) -en la imagen-, con un novedoso sistema de terrazas esquinadas.
Pero no todo fueron elogios, pues con la aparición de estos rascacielos se sesgaba la imagen centenaria de la Cornisa del Manzanares y se reducía la ventilación natural de la Gran Vía, aunque, como es lógico, los Otamendi no podían prever los altos índices de contaminación que iba a originar el tráfico rodado a finales del siglo XX.
Referencias
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