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Jefatura Superior de Policía de Valencia

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Jefatura Superior de Policía de Valencia

El edificio de la sede de la Jefatura Superior de Policía de Valencia, proyectado por Javier Lahueta Vargas fue construido en Valencia entre 1959 y 1961 en la Gran Vía de Ramón y Cajal, ocupando gran parte de la manzana que se halla entre ésta y las calles Cuenca, Aragón y Gandía. Los servicios administrativos se disponen en las fachadas más públicas del solar, es decir, Gran Vía y calles Cuenca y Aragón. El resto de los lindes son destinados a alojar el acuartelamiento. De esta forma el programa y el posicionamiento funcionalista comienzan a dar testimonio de las intenciones primeras de proyecto.

Para la realización del proyecto, y tal y como cita en la memoria del mismo, el autor establece claramente una serie de "puntos fundamentales de la composición", prioridades que constituirán las directrices de desarrollo del edificio. Cabe citarlos como claves para mejor entender la propia obra. Son: sencillez máxima en la composición dentro de la dignidad de la categoría del edificio requiere; claridad de distribución, separando perfectamente los servicios administrativos del acuartelamiento, y ordenando por plantas los departamentos afines; facilidad de las circulaciones, para empleados y público, procurando que los recorridos para accesos a todo punto sean lo más corto posibles; necesidad de disponer un patio, de la mayor superficie posible, no visible desde las casas colindantes a utilizar en formaciones de la Policía Armada, y determinando servicios de la Jefatura, entrada de detenidos, etc...; y, por último, óptima iluminación en cada una de las dependencias,

Como queda señalado, el interior de la manzana es aprovechado para crear un patio interior con la doble finalidad funcional de proporcionar luz a las diferentes dependencias y posibilidad de espacio de acuartelamiento.

Por su parte, siguiendo de nuevo la propia memoria de proyecto, esas condiciones de máxima sencillez de circulaciones se consigue disponiendo el ingreso principal en la esquina que forman Ramón y Cajal y la calle Cuenca, y, en la misma zona, las circulaciones verticales y los vestíbulos de planta. Un segundo acceso, secundario, se sitúa en la trasera del edificio para dar acceso rodado a los vehículos al patio, así como acceso principal del acuartelamiento.

El proyecto define una construcción en seis alturas y semisótano, donde va emplazando los distintos servicios que requieren las dos instalaciones definidas, como son Policía y Acuartelamiento. El programa, partiendo de esas dos realidades define en la práctica la existencia de dos bloques de hecho inconexos en entre sí. Éstos dos bloques de facto, servidos cada uno por su propio núcleo de comunicaciones verticales, se reparten los usos, albergando, el más público, todos los servicios de la Policía y, el más privado, el Acuartelamiento y Academias de Suboficiales y Policías Armados.

Dentro de esa disposición, y según el programa va ocupando las plantas, en éstas se van ubicando las dependencias de mayor a menor concurrencia, desde, por ejemplo, registro, D.N.I. o pasaportes en planta baja y biblioteca en la segunda, para la zona de la Policía; o calabozos, identificación y guardia en planta baja y academias en plantas primera y segunda, en el bloque trasero del acuartelamiento. Por su parte, en el semisótano se ubican la instalación de caldera de calefacción y carbonera, así como cuartos de contadores.

Es precisamente la disposición de edificaciones paralelas a la calle las que establecen los recorridos en las distintas plantas, con una sencilla distribución a partir de las escaleras en un mínimo empleo de recursos. La fachada principal posee un frente de 68,40 m., mientras que a las calles Cuenca y Aragón las fachadas son de 15,30 m. y 53,30 m. respectivamente. Estas dimensiones proporcionan plantas de 1.241 m2, a excepción de las dos últimas, que son menores, con una superficie de 802 m2. Por su parte, el semisótano dispone de 156 m2. En total se construyen 6.742 m2.

La estructura, por razones económicas y funcionales, es de hormigón armado, con soportes recayentes a fachadas, tanto exteriores como interiores, y forjado de nervios perpendiculares a las mismas. Ello permite una gran elasticidad en la distribución, así como ulteriores modificaciones de programa.

Pero, además de su disposición programática, el mayor valor del proyecto se encuentra en la composición de sus fachadas, y, de forma especial, la fachada principal. La primera condición que conduce a la definición final de ésta es obtener una iluminación natural óptima. Para ello se disponen las ventanas con una separación mínima entre ellas, pero que sea capaz de albergar los soportes del edificio. Se adopta una modulación de 1,80 m. entre ejes de maineles, con anchos de ventanas de 1,40 m. Esta seriación tan solo es interrumpida con la presencia de las escaleras.

En las fachadas se persigue dotar de una gran unidad a todo el conjunto, mediante la horizontalidad que recoge la disposición uniforme de las ventanas. Se dispone de un zócalo en el edifico, como base sobre el que se asienta y crece. En ellas, más que en ningún otro aspecto, se constata la intención del autor de tratar todos los elementos con una máxima sencillez, prescindiendo de todo motivo meramente decorativo y consiguiendo la dignidad buscada adecuada, siempre según el autor, al uso al que se dedica la construcción, mediante sus masas y materiales empleados. Y frente a esa seriación aparece el especial tratamiento del bloque de la escalera principal, donde se perciben ya gestos netamente modernos, con el empleo de un muro cortina que antecede a la arquitectura inmediatamente posterior.

Interiormente también se realiza, en todas las dependencias, esa lectura de gran simplicidad, "... con materiales ordinarios, pero de buena calidad". Puerta de hojas lisas, ausencia de cornisas de escayola, pavimentos generalmente de baldosa hidráulica, a excepción de pasillos y escaleras que resisten mejor su trajín con la piedra artificial, denotan una adscripción moderna del autor, que en su voluntad, aprovecha todos los detalles para aplicar esos preceptos que considera básicos para toda realización acorde a los tiempos que devienen.

Todo ese conjunto de intenciones, perfectamente legibles en la consecución de la obra, su adscripción moderna y su definición más racionalista lo definen como una importante aportación de la arquitectura racionalista al patrimonio del moderno más naciente en toda la arquitectura valenciana del siglo XX.

Planos

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Situación


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Referencias

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VV.AA. ( César Mifsut García): Registro de Arquitectura del Siglo XX en la Comunidad Valenciana ISBN 84-87233-38-4



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