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Iglesia de Santa María La Antigua
La Iglesia de Santa María La Antigua se levanta desde el siglo XII en la ciudad de Valladolid. Conserva desde entonces una esbelta torre románica rematada con un chapitel apiramirado de teja y un pórtico en el lado norte también románico. El resto del edificio es gótico y neogótico.
Posiblemente sea una de las parroquias con más historia de Valladolid. Bajo el actual edificio se han encontrado restos de unos baños romanos. Parece ser que fue fundada, o por lo menos dotada, en el siglo XI (1095) por el Conde Ansúrez, repoblador de la ciudad. De esta construcción del siglo XI no se conserva nada. Las partes más antiguas del actual templo datan de finales del siglo XII: la galería porticada al norte del edificio y la torre, a los pies, ambas de estilo románico. La torre, uno de los símbolos de Valladolid, es muy conocida por la esbeltez y la nobleza de sus proporciones, además de por su atractiva organización de ventanas, que van generando una tensión ascensional que enfatiza aún más su esbeltez, a lo que también contribuyen las impostas de ajedrezados, dispuestas rítmicamente a lo largo de los alzados. También es de advertir la valoración plástica y el énfasis dado a las esquinas a través de disponer columnillas en ellas.
El resto del templo fue reedificado en el siglo XIV, siguiendo el estilo gótico. Este templo del siglo XIV se organizaba en tres naves, rematadas por tres ábsides poligonales, sin girola, y crucero manifestado sólo en los alzados y no en la planta. Las bóvedas eran de crucería sencilla.
El edificio sufrió múltiples reformas, debido a su carácter de parroquia populosa y por la deficiente cimentación del edificio, construido al lado de uno de los ramales del río Esgueva. Hacia 1500, se adosó a su flanco sur una casa rectoral y el ábside del lado del Evangelio fue transformado. En él se alojaba la imagen de Nuestra Señora de la Zarza que, según la leyenda, había sido encontrada durante la construcción de la primitiva iglesia en 1096, oculta en una zarza. Adosada a esta capilla, se disponía la casa de las mujeres emparedadas. A mediados del siglo XVI, el célebre arquitecto Rodrigo Gil de Hontañón, debido a la ruina del edificio, replanteó el sistema de contrarrestos del edificio, construyendo nuevos arbotantes y contrafuertes.
También se reconstruyeron varias ventanas. En esa misma época, los huecos del último cuerpo de la torre románica fueron reformados para poder colocar campanas en ellos. También en el siglo XVI se realizó un estimable retablo mayor, tallado por Juan de Juni entre 1550 y 1562, que enmascaró el interior del ábside de la nave central. Hacia 1706 se añadió la capilla de Nuestra Señora de la Soledad y las Ánimas, junto a la sacristía de la Parroquia, ambas piezas adosadas a los ábsides. Varios retablos de estilo barroco fueron asentados en el interior durante los siglos XVII y XVIII, contribuyendo a enmascarar más el espacio gótico, escasamente valorado durante el barroco.
Conocemos el interior del edificio antes de las restauraciones del siglo XX gracias a una serie de fotografías publicadas por Martí y Monsó en su obra Estudios de arte relativos principalmente a Valladolid, de 1898. El interior estaba totalemente encalado. En el ábside mayor se encontraba el retablo de Juan de Juni y el zócalo se encontraba decorado con interesantes azulejos. El ábside del lado de la Epístola estaba dedicado a capilla del Doctor Tovar. Contenía un retablo con buenas pinturas tardogóticas del siglo XV (hoy conservado en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid) y se cerraba con una apreciable reja del siglo XVI. En el muro sur del crucero se disponía un retablo barroco y se abría un arco angrelado que daba paso a la pequeña capilla de San Sebastián. En los dos pilares torales más cercanos a la cabecera, se encontraban adosados sendos retablos barrocos de hacia 1700, haciendo el oficio de colaterales. En el coro alto, obra de hacia 1500, se hallaba un órgano de fachada barroca. Tenemos noticias de órganos en esta iglesia desde 1512, aunque hoy no conserva ninguno.
A principios del siglo XX, el edificio acusaba ruina inminente, por lo que fue sometido a una amplia restauración, realizada con estrictas pautas constructivas violletianas. Se demolió casi todo el conjunto formado por la iglesia y sus edificaciones adosadas, excepto la torre, los tres ábsides y el pórtico románico, que también fueron restaurados. El retablo de Juan de Juni se trasladó a la Catedral de Valladolid, donde se encuentra en la actualidad. El nuevo templo que se construyó en la primera mitad del siglo XX es de estilo neogótico y armoniza perfectamente con los ábsides del siglo XIV conservados. Se organiza de la misma manera que la iglesia coetánea a los ábsides: tres naves de dos tramos con crucero no marcado en planta y cubierta con bóvedas de crucería sencilla. Los trabajos de restauración y reconstrucción fueron muy largos, desde 1900 hasta 1952, año en que la iglesia se volvió a abrir al culto.
Hoy en día el templo está despojado de muchas de las obras de arte mueble renacentista que contuvo, debido al estricto criterio de unidad de estilo de los restauradores, y muestra por dentro y por fuera su desnuda arquitectura románica y fundamentalmente gótica y neogótica