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Iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Hatoviejo
La Iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Hatoviejo, más conocida como Capilla de Hatoviejo es un templo religioso de culto católico romano bajo la advocación de la Virgen del Rosario, está situada al costado sur del Parque Santander del municipio de Bello, Colombia. Al Templo se le comenzó a llamar "Capilla" para diferenciarla de la nueva iglesia fundada en 1947 en el costado norte de dicho parque, la cual también esta consagrada a la Virgen del Rosario.
La Parroquia pertenece a la jurisdicción de la Arquidiócesis de Medellín. El templo es de estilo colonial y fue declarado Monumento Nacional de Colombia en 1960.
Historia
En la segunda mitad del siglo XVIII la población se triplicó en Hatoviejo (1.000 habitantes que formaron 160 familias). En su gran mayoría fueron personas pobres y campesinas que habían (por la distancia) crecido en cierto relajamiento de las costumbres. De ahí la queja de los párrocos y las visitas de la Santa Inquisición. Se mandó demoler las iglesias viejas y estrechas y construir otras más amplias, y acabar con las viceparroquias más conflictivas.
Ante el incumplimiento de la orden de demolición de la vieja capilla (con más de 100 años de edad) y construcción de la nueva, el gobierno eclesiástico de Popayán envió al Obispo Don Ángel Velarde y Bustamante en 1792. Este hizo un balance de las joyas de la virgen y encargó al Pbro. Don Casimiro Tamayo y Don Carlos Paniagua (con consentimiento de la reunión de vecinos) venderlas y dedicar el producto a la construcción de la nueva iglesia. La visita ordenó construirla con áreas necesarias: una pieza al lado opuesto de la sacristía, con una sola puerta a la iglesia, que sirva para guardar los utensilios y reliquias; un baptisterio en cuadro con rejas de madera torneada, puerta y cerradura, una buena pila bautismal; una Tinaja con agua "pura y limpia"; dos pilas de agua bendita, un retablo de escultura sencilla, un sagrario, un púlpito y dos confesionarios "buenos con rejas estrechas".
La visita hizo un balance de las joyas de la virgen. Contó 197 entre gargantillas de oro, cruces y dos coronas con cetro. Todas las joyas se describieron. Las más bellas pudieron ser "...una rosa con cruz de 19 esmeraldas engastada en oro; una gargantilla de 55 cuentas medianas y rayadas, de oro con cruz de lo mismo pendiente de una águila de oro y un relicario de lo mismo con Santa Teresa a un lado y un corazón al otro...". Se mandó trasladar las tumbas al nuevo templo, vender el lote que resultare de la demolición de la vieja capilla y hacer casullas decentes para el cáliz con capa azul, flores blancas y galón de oro; se ordenó fundir los ocho candelabros de plata para hacer cuatro de buen tamaño; conservar los vasos sagrados, ornamentos, alhajas y pinturas; y se "...traslade y coloque con decencia a la Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe en la iglesia parroquial..."
Al vender el solar que resultare de la demolición de la vieja capilla, se ordenó respetar la plaza "...que debe presentarse para el previo desahogo y lucimiento de la nueva...". La plaza -dice el documento citado- es de legítima pertenencia de la Iglesia Parroquial, "según diligencia practicada por el Presbítero Don Luis Francisco López de la Sierra en virtud de comisión confidencial de nuestro vicario de Medellín". Y no es que la autoridad eclesiástica hubiese usurpado la tierra. El Hatoviejo fue dado desde 1690 en capellanía a dos hijos del capitán Antonio de Piedrahita: Luis y Alonso. Con esta figura rentística (la capellanía) la iglesia hacía del beneficiario un presbítero, y la tierra pasaba a perpetuidad a producir para pagar réditos o renta. Es decir, la tierra se amortizaba. A su vez la capellanía tenía un titular o administrador quien, en definitiva, garantizaba los pagos.
La capellanía sobre Hatoviejo se hizo sobre un valor de 2.000 pesos en oro de veinte quilates. Los hijos del capitán Piedrahita, en 1708, pasaron parte de esta capellanía o hipoteca, a las tierras del pedregal, pero sólo por 500 pesos de oro de veinte quilates. Esto desamortizó en algo la tierra del Hato, permitiendo la compraventa y el poblamiento durante el siglo XVIII, y que la iglesia conservara poder sobre la plaza y sus derredores.
La nueva iglesia de Hatoviejo se construyó en tapia y teja y el frontis en Adobe y cemento. En el frontis, de tres cuerpos, se incluyeron elementos arquitectónicos coloniales, haciendo primar un gusto típicamente románico, combinando el arco y la columna esbozada o manifiesta. El domo de la torre central muestra una geometría de aristas al vuelo a manera de cornisas. En general, el frontis es austero y sin antropomorfismos, como queriendo convocar al fiel contra lo pagano y la impureza. Siguiendo las mismas intenciones en el altar se manifiesta con claridad la combinación del arco y la columna con capiteles de motivos vegetales (ya insinuados en el frontis), todo en madera, policromada.
Originariamente, las reliquias fueron las doce pinturas que representan a los apóstoles, y la imagen de la patrona Virgen Nuestra Señora del Rosario de Guadalupe. Dice de ellas Marco Fidel Suárez en "los Sueños de Luciano Pulgar", que son óleos de "pincel español que quizá donaría doña Ana" de Castrillón Bernaldo. De ellas sí puede afirmarse con certeza, fueron inventariadas en la visita de 1792. Fue muy probable que las joyas y reliquias en su mayoría las donara dicha acaudalada señora desde fines del siglo XVII o principios del XVIII, puesto que ella fue la titular de una de las capellanías que pesaron sobre el Hatoviejo.
Referencias
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