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Hospital de Nuestra Señora del Carmen
El hospital de Nuestra Señora del Carmen en Cádiz (España), también llamado el Hospital de Mujeres y actual sede del Obispado de Cádiz y Ceuta está considerado como la obra maestra de la arquitectura civil barroca gaditana, tanto por las soluciones arquitectónicas que aporta como por la influencia que ejerció sobre obras posteriores, en especial para la construcción de casas de comerciantes.
Realizado por Pedro Luis «Afanador» (Pedro Luis Gutiérrez de San Martín) entre 1736 y 1749, su diseño reproduce modelos barrocos del interior de Andalucía pero adaptándolos a las características de la ciudad como la constricción del espacio y el uso de mármoles italianos o maderas americanas. El espacio interior se organiza en torno a dos patios articulados por una escalera intermedia; ésta constituye una pieza antológica que resuelve brillantemente el problema topológico del acceso desde los dos patios a las diferentes direcciones en que se desarrollan las dependencias del edificio, en varios niveles; para ello se utiliza una escalera doble de tipo imperial con bóveda encamonada, que constituye uno de los modelos más interesantes del barroco español, que puede tener su antecedente en la del Convento de los Terceros de Sevilla.
La espectacular fachada del edificio destaca por su acertada composición
que, sutilmente, establece la puerta principal a eje con la calle de
enfrente, por el uso de vanos cruciformes que aportan un sentido simbólico
al edificio, y por la influencia de la arquitectura palaciega italiana que
se puede apreciar en su estructura, lógica por otra parte, dada la importante
presencia de genoveses en la ciudad en esta época, lo que produjo un
evidente intercambio tanto económico como cultural. De hecho, algunos
autores como el profesor Bonet Correa han querido ver influencias del
primer Renacimiento en la estructura y uso de columnas en la elegante
capilla que completa el conjunto hospitalario.
Descripción
El Hospital responde a la tipología de casa-patio, en este caso de planta irregular situada entre dos medianeras. El edificio se articula en torno a dos patios alrededor de los cuales, en varias plantas, se disponen las dependencias que conforman el conjunto. El patio principal presenta galerías porticadas en sus cuatro lados y su alzado presenta dos cuerpos, el primero resuelto a base de arcos de medio punto con decoración de yesería en las claves (mascarones) y en las enjutas, representando figuras antropomórficas alegóricas de la ciudad de Cádiz y roleos. Los arcos son sostenidos por columnas toscanas sobre dados, para resolver el problema de la gran altura del cuerpo bajo del edificio, que acoge dos niveles de altura, propio de las construcciones gaditanas; y el segundo cuerpo está articulado por pilastras jónicas que enmarcan grandes vanos rectangulares, a manera de balcones, coronados por frontones rotos con óculos en el centro, modelo que se repite también en la fachada del edificio. En su centro se dispone un brocal de pozo de mármol y hierro. El segundo patio, de parecidas características, presenta menores proporciones, estando abierto en uno de sus lados. Ambos presentan zócalos de azulejos, como en las galerías superiores, que enmarcan paños de mármol, con decoración azul sobre fondo blanco con figuras florales, antropomorfas y ecuestres.
Una impresionante escalera, por su complejo diseño, une los dos patios articulando el acceso a las diferentes dependencias superiores. Esta doble escalera, tipo imperial, de caja rectangular y seis tramos con mesetas centrales se cubre por una bóveda encamonada con pechinas y decoración de yesería, y está sujetada por una estructura de madera que permite la iluminación alta rasante en el nivel de arranque de la bóveda. El intradós de cada uno de los tramos está decorado con yeserías geométricas, y presenta una barandilla abalaustrada, trabajada en madera con la misma calidad que las puertas y celosías superiores decoradas con casetones y rematadas por medios puntos con rejas también de madera.
El edificio cuenta con una elegante capilla, con portada a la calle, de planta de salón dividida en tres naves mediante suaves arquerías sostenidas por columnas toscanas de mármol, y cubierta por bóvedas con decoración de yeserías, salvo en el tramo central donde se dispone una gran pintura al fresco, del siglo XX, alegórica del Triunfo de la Orden Carmelita, que se completa con las de diferentes miembros de la misma Orden, que aparecen en las pechinas. En el presbiterio, que aparece remarcado con una balaustrada, se encuentran dos puertas (de la sacristía y del patio) de madera talladas y policromadas, enmarcadas con un bastidor con perfil y remate muy movido. Cada una tiene dos hojas decoradas por casetones enmarcados por molduras y que presentan decoración chinesca floral y de pájaros.
También se puede calificar de espectacular la monumental fachada
del edificio articulada en tres cuerpos, el bajo a doble altura. En el primer
cuerpo se alinean, en la parte inferior, las dos portadas con puertas de
finales del XVIII, la principal a eje con la calle de enfrente y ambas simplemente
remarcadas con molduras mixtilíneas, alternando aquéllas con
ventanales rectangulares con rejas y en la parte superior se disponen
originales ventanas cruciformes. En el segundo cuerpo, con disposición
de balcón corrido, los vanos, enmarcados por atlantes a manera de estípites,
se coronan con frontones rotos con elegantes óculos centrales, fórmula
que al igual que el uso de pilastras jónicas en el tercer cuerpo se va a
repetir en el patio principal. La fachada se remata con una suave cornisa
sobre entablamento.
Referencias
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