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František Mihlaer
František Mihlaer (1845-1901) fue un arquitecto checo natural de la región de los Sudetes en Bohemia, desarrollo su trabajo primeramente en Viena y posteriormente en Praga donde se instaló definitivamente desde 1883.
Posiblemente influido por la idea wagneriana de la “obra de arte total” (Gesamtkunstwerk) intentó aplicarla a la arquitectura mediante una curiosa interpretación que definió como la “obra de arquitectura total” (Gesamtbaukunstwerk).
Esta idea consistía no sólo en utilizar y mezclar todos los estilos y repertorios formales y ornamentales de la arquitectura, experimentando con las imágenes tal como hacía el gusto ecléctico de la época, sino, yendo más allá, fundir y trabar también los aspectos relativos a usos, distribución, estructuras, materiales y elementos constructivos. La “obra de arquitectura total” sería, por lo tanto, la síntesis más perfecta realizada nunca.
Resulta sorprendente la manera en que intentó llevar a la práctica sus ideas. Entre los diferentes proyectos y encargos que estaba realizando, empezó a cambiar de unos a otros planos, croquis, detalles constructivos, plantas de distribución, alzados y demás documentos. Estaba convencido que la mezcla de todos estos elementos que definen la documentación proyectual produciría, de manera azarosa, un inevitable enriquecimiento mutuo entre las distintas obras, lo que llevaría al resultado buscado. Cristalizaría así, no sólo el nuevo estilo arquitectónico apropiado a la cultura del s. XIX superando las imitaciones formales historicistas, sino también una nueva forma de proyectar, arrinconando para siempre los caducos métodos académicos.
Sin embargo los maestros constructores, que debían levantar los edificios proyectados por este procedimiento, se vieron incapaces de interpretar correctamente los planos durante la ejecución de las obras. Había muros de carga y estructuras que no casaban con el replanteo y los cimientos, estaban previstas escaleras en planta que no encontraban su lugar en las secciones, las fachadas indicaban huecos y balcones a media altura entre los pisos y las impostas, los detalles de los herrajes y de las carpinterías no se correspondían con las aperturas, y así sucesivamente. Esta imposibilidad de llevar la práctica su idea, debido a la ineptitud de los maestros gremiales, le hizo abandonar desilusionado la profesión de arquitecto tras haber conducido a la ruina a varios de sus clientes.
Referencias
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