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Ermita de San José (Torrebaja)
La ermita de San José se halla en los Villares, partida del término municipal de Torrebaja (Provincia de Valencia, España) cuya historia se halla ligada a un antiguo asentamiento humano -pendiente de estudio arqueológico adecuado-, que tenía por nombre Torre del Villar de Orcheta.
A la ermita se accede desde la población siguiendo el camino que cruza el Ebrón a la altura del complejo polideportivo y Merendero La Ribera, y siguiendo en dirección sur: dicho camino es el antiguo camino de Ademuz a Teruel, que era parte del viejo camino real o nacional de Alicante y Murcia a Francia por Zaragoza. Siguiendo dicho camino, cuando este deja las huertas para arrimarse al pie del monte, encontraremos un edificio molinero (1887), actualmente en desuso. Tras un corto repecho, entre el paredón que sujeta los huertos abancalados que bajan del monte y la acequia del molino harinero, llegaremos al ermitorio de San José. Frente al mismo hallaremos un singular banco circular, a base de ladrillo cocido y ladrillos cerámicos troceados en su asiento, en cuyo interior crece un castaño que promete ser frondoso: nos sentamos en el banco y contemplamos a placer la ermita.
De la construcción nos llama la atención su estructura achaparrada, con unos contrafuertes laterales que acrecientan el aspecto amazacotado del conjunto. Su tejado de teja árabe vierte a cuatro aguas y se halla coronado en su parte más alta por una humilde espadaña de ladrillo con su campanil.
La construcción, de hecho, está formada por dos elementos: el porche de entrada, que es la parte más llamativa del conjunto, y el ermitorio propiamente, que se halla detrás y en un plano más elevado.
El porche está cubierto por un tejadillo que vierte a tres aguas: en su portada se abre la entrada abierta, formada a base de un arco de formalete, con unas gruesas paredes laterales, en las que se abren dos vanos arqueados a modo de ventanas. Al entrar en el atrio -cubierto por rodillos de chopo sin desbastar y sujetando el cañizo del tejado- nos topamos con una escalera, cuyos peldaños restaurados nos conducen al edificio propio de la ermita.
Al ermitorio, propiamente, se accede por una puerta de doble hoja, que posee cada una su ventana rejada, entre cuyos hierros siempre suelen haber ramitos de flores silvestres, a modo de oraciones ofrecidas por los caminantes y devotos del santo José. El interior de la ermita es oscuro y casi sombrío (debido a que tan solo la iluminan dos altos ventanucos rejados y la luz de las ventanas de la puerta), de base rectangular, con suelo de reciente reposición, así como los zócalos de los laterales. Las pinturas murales que antaño adornaban sus paredes han desaparecido casi completamente y apenas quedan en el recuerdo los sillares de un muro almohadillado, expresión de un rústico neoclásico.
Lo más curioso de nuestra humilde ermita es el envigado del techo: a base de una traviesa en su centro y diversos cuchillos de madera sin tornapuntas, con pendolón en el medio y el tirante recto. Entre la viguería perpendicular se hallan las tabicas de madera sujetando la techumbre: todo ello en madera pintada de color marrón oscuro. Las vigas que conforman el ángulo del techo parten de la central y reposan en las esquinas, componiendo una estructura triangular entre sencilla y austera, pero recia.
Referencias
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