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Embajada de España en Brasilia
La Embajada de España en Brasilia fue una de las escasas obras de Rafael Leoz, la última que pudo ver terminada, y de algún modo asume todo su trabajo de investigación previo espacial. Construida entre 1973 y 1975, colaboraron también en esta obra Fernán Bravo, Ricardo Novaro y Juan A. Boix.
El mecanismo compositivo del edificio es sencillo y con un enorme potencial formal. Así describe Leoz el “hiperprisma” utilizado como unidad volumétrica básica. “Entre las formas engendradas por el sistema de macizar el espacio que utiliza la fundación, se eligió una de las deformaciones equivolumétricas de la familia tipológica de los hiperpoliedros: el hiperprisma exagonal. Este está compuesto de cuatro prismas exagonales superpuestos. De las caras del segundo prisma se proyectan seis paralelepípedos de base rectangular y caras cuadradas. La proyección ortogonal al plano horizontal coincide con una de las tramas básicas que emplea la fundación”
A través de repeticiones y transformaciones de este “hiperprisma exagonal”sobre una malla exagonal se compondrá la totalidad del edificio, ajustándose cada una de las funciones indicadas en el programa, como con la cancillería, el consulado, la residencia del embajador, las viviendas para funcionarios, o el área cultural, en estos hiperprismas conectados entre sí. El resultado final, amplio y complejo, está estructurado como una ramificación geométrica que impide contemplar el edificio en su conjunto, entendido como volumen o articulación de fachadas. El edificio de Leoz maneja y aplica dos de los principales conceptos estructuralistas: uno sería la idea de Van Eyck de superar la separación entre pasado y futuro, negar el valor de la novedad y del discurso lineal del tiempo, expresada con brillante claridad en su artículo “El interior del tiempo” ; el segundo sería el concepto de espacio in-between, desarrollado por Herman Hertzberger, y que se refiere al potencial arquitectónico del espacio no específico, no conformado desde la función o el modelado volumétrico exterior, de forma debe ser apropiado y transformado para adaptarse cada uno de los usos y acciones que se desenvolverán en el. Estas dos ideas conectan a este edificio con las mejores obras de los arquitectos holandeses citados, y con otras tan significativas como el edificio para el Centro Comunitario Judio de Trenton de Louis Kahn (1955), o el posterior proyecto de Alison y Peter Smithson para la Biblioteca Nacional Pahlavi en Teheran (1977-1978) La relación del edificio de la embajada con el entorno y la interacción interior-exterior es otro de sus valores arquitectónicos. La parcela sobre la que se construye, la número 44 del sector de embajadas, es un rectángulo de 100x250 metros, con diez metros de desnivel que marca una suave pendiente de directriz diagonal N-S, y ofrece vías de acceso desde sus dos lados menores. Esta disposición permite una gran libertad de disposición del edificio, que opta por extenderse como una cadena ramificada con dos áreas principales, la residencia-recepción y la cancillería-consulado-área cultural. Cada una de estas áreas se articula en torno a un patio, abierto en la primera y cerrado en la segunda. Los recorridos exteriores se desdibujan al ser posible, en numerosas zonas, circular bajo los hiperprismas y prolongar las pautas compositivas en terrazas-plaza de forma exagonal, situadas a diversas alturas, pérgolas y piscinas que siguen la misma pauta geométrica. La continuidad entre interior y exterior es incentivada con la continuidad de pavimentos, la inclusión de lucernarios y el contínuo diálogo visual de la propia arquitectura de la embajada y la vegetación, en una autorreferencia visual fragementaria idéntica en el exterior que desde el interior del edificio.
Leoz mantuvo en sus proyectos la idea moderna de la vivienda como tema privilegiado de la arquitectura. La embajada puede entenderse como la experimentación arquitectónica de una composición residencial en la que también es posible alojar otros usos administrativos. La vivienda del embajador, desarrollada en torno a un patio anular, no justifica esta afirmación, pero si la consideramos en su relación con la pieza, también compuesta por seis hiperprismas, que alberga seis viviendas para funcionarios, tres de ellas en dúplex, podemos entender el edificio como dos núcleos residenciales conectados por espacios de trabajo y pérgolas. Esta vocación residencial del edificio tiene su origen en las investigaciones de la Fundación Leoz, dirigidas hacia la vivienda social, y se proyectará en la obra posterior de las viviendas de Torrejón de Ardoz.
La construcción del edificio de la embajada es sencilla y eficaz: estructura de hormigón, con soportes de sección exagonal; forjados con casetonado triangular, cubiertas planas con evacuación de aguas mediante gárgolas, lucernarios resueltos con piezas de vidrio color ámbar que sustituyen al casetonado triangular, protegido al exterior con claraboyas de poliester; cerramientos de albañilería revestida; y carpinterías de aluminio. Este ejercicio de sobriedad de materiales continuará con la elección de dos colores principales: un tono rojizo intenso, similar al de la tierra en Brasilia, utilizado en exteriores; y blanco en los interiores. El edificio-paisaje se muestra sobrio y hermoso, seguro del valor de su naturaleza conceptual.
Planos
Otras imágenes
Situación
Referencias
Referencias e información de imágenes pulsando en ellas. |
http://www.arquilecturas.com/2012/10/rafael-leoz-arquitecto-de-la-embajada.html |