Inscríbete y crea tu propia colección de obras y artículos
Edificio Santa Bárbara
El edificio Santa Bárbara situado en Alicante fue proyectado inicialmente por Miguel López en 1935 con cuatro plantas y modificado con posterioridad, antes de su construcción, para añadirle una planta más.
El programa funcional es muy sencillo: locales comerciales en planta baja y dos viviendas por planta en el resto.
La distribución presenta núcleo central, formado por patio de ventilación y escalera de tres tramos con hueco central. Resulta curioso observar la disposición de estancias y servicios en la vivienda, ya que se opta con claridad por un esquema en el que las de uso nocturno se ubican en fachada y las diurnas dando al patio posterior. Esto da lugar a una posición peculiar de escalera y retrasada con su patio de ventilación delante.
Se echa de menos en la lectura de planta de estos edificios, la previsión urbanística que en otros ensanches da lugar a los patios de manzana, que cambia por completo los edificios entre medianeras que van rellenando las parcelas. Estos edificios que ya tienen cierta altura y que presentan como única referencia urbana su fachada a la calle, nunca encuentran un buen acomodo de las viviendas de plantas superiores, al carecer de una auténtica fachada posterior que recayendo a un espacio común, puede extraer todas las ventanas de la edificación de medianería en altura. Esto queda muy patente en este edificio, en el que vemos como en las viviendas, el comedor y la cocina con el tendedero y el pequeño aseo, adoptan una posición precaria en relación con un patio posterior, resultado del retiro de la edificación sobre la misma parcela.
La fachada requiere una lectura evolutiva en tres momentos distintos, el de su concepción con cuatro plantas, el de la remodelación con cinco y el resultado final que presenta algunas variaciones en relación con ambas propuestas.
La fachada proyectada inicialmente para edificio de cuatro plantas, unifica la totalidad en cuatro grandes perforaciones, una por planta con un gran acuerdo geométrico en tres líneas verticales, un concepto muy unificador en cuanto a materiales y tratamiento, ya que el único recurso es el del afranjado del estuco, que se produce de la misma forma en los entrepaños de las ventanas de plantas superiores como en los que delimitan el acceso central en planta baja y los laterales de los locales comerciales. El plano de la alineación de fachada se mantiene, apareciendo como únicos elementos que los rompen los escuetos balcones y el alero unificador de planta baja, donde el acceso central, queda retirado de fachada mediante el pliegue curvo de sus jambas, muy equilibrado gracias al mencionado alero que, de esta forma sencilla, acentúa el efecto de entrada recoleta y sombreada. Las barandillas tubulares que completan los antepechos de ventanas y balcones superiores y que incluyen el de la terraza, completan este moderno, sencillo y sutil ejercicio compositivo.
La valoración de esta misma propuesta de fachada para el edificio Santa Bárbara es altamente positiva porque significa un paso adelante en la aplicación del concepto moderno de composición, que extrae los sustancial de los parámetros de la composición clásica y nos despoja de ornamentación superficial que considera superflua. En este sentido, es importante la valoración del propio plano de la alineación de fachada que se considera soporte fundamental de la composición, la reducción de episodios por unificación de huecos, la minimización del balcón y el alero y el afranjado de entrepaños de fachada, que aquí tienen un papel compositivo sustancial y, por tanto, no son un aditamento superficial, todo nos lleva a considerar esta inicial propuesta de fachada, la mejor de entre las tres que estamos analizando.
La segunda versión de esta fachada, con cinco plantas, es realizada por Miguel López, cuatro meses después de la primera.
La diferencia sustancial se debe a la aparición del mirador central, donde en la anterior versión se encontraba el balcón. Esta modificación, a pesar de que la planta superior continua manteniendo el balcón descubierto, hace que el plano de la alineación de fachada ya no aparezca con la claridad de la primera propuesta por el efecto "cajón" que produce el mirador. La pérdida del plano de la alineación, lleva consigo la imposibilidad de unificación del "hueco de planta" y la composición queda desequilibrada, iniciando un proceso de "descomposición", que continúa con las modificaciones durante el desarrollo de la obra, perdiéndose el rehundido de unión entre ventanas y mirador, y el alero unificador de planta baja.
Además, los huecos laterales de planta baja quedan innecesariamente enfatizados por falsos arcos, en los que le arquitecto evidencia ya falta de control compositivo de la fachada.
Planos
Referencias
 |
 |
