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Catedral de Mérida
La Catedral de Santa María la Mayor de Mérida, que posee rango metropolitano, se levanta en pleno corazón histórico de la capital extremeña. Junto con el templo catedralicio de Badajoz, es la sede del arzobispo de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz.
Heredera de la antigua catedral de Emérita Augusta, su aspecto actual comienza a fraguarse tras la conquista de la ciudad por parte del rey Alfonso IX de León, por lo que sus restos más antiguos corresponden al siglo XIII.
Historia
El actual templo catedralicio se levanta, según las investigaciones de importantes arqueólogos e historiadores, sobre la que fuera Catedral de Santa Jerusalén, sede del arzobispado visigodo de Emérita.
Con la invasión árabe de la ciudad, la comunidad cristiana de Mérida se ve obligada a abandonar la población llevándose consigo las reliquias de la iglesia emeritense, entre las que se encontraban las de la mártir Eulalia. La irrupción de las tropas árabes en la ciudad traerá consigo la pérdida, en un principio provisional, de la sede metropolitana de Mérida. Posteriormente, bajo el pontificado de Calixto II, por bula de 28 de Febrero de 1119, la Sede emeritense fue trasladada a Santiago de Compostela.
En marzo de 1230, Alfonso IX reconquista la ciudad, que es cedida al arzobispo de Compostela. Este hecho conlleva la dificultad de la recuperación de la Sede Metropolitana emeritense y, en consiguiente, supone la pérdida definitiva de la dignidad catedralicia para el templo mayor de Mérida.
Será en ese mismo año cuando comienza la construcción de una capilla dedicada a Santa María sobre las ruinas de la seo visigoda. En el año 1479, Don Alonso de Cárdenas, Maestre de la Orden de Santiago, ordena la ampliación de dicha capilla dando forma, de este modo, al templo actual, con el fin de convertirlo en la Iglesia mayor de la ciudad, para lo que suprime las parroquias de Santiago y San Andrés, que quedarán anexionadas a la actual catedral.
En 1994, con la Bula Universae Ecclesiae del papa Juan Pablo II, mediante la cual se restituye el antiguo arzobispado emeritense con el nombre de Mérida-Badajoz, el templo de Santa María recupera la dignidad catedralicia constituyéndose, junto con la Catedral de Badajoz, en sede de los arzobispos extremeños. Dos años más tarde, el 12 de octubre de 1996, el Nuncio de Su Santidad en España, monseñor Lajos Kada, abría el culto catedralicio en Santa María y los canónigos tomaban sus respectivas sedes en el templo catedralicio.
Tras este acontecimiento, el segundo Arzobispo de Mérida-Badajoz, monseñor Santiago García Aracil, consagra el templo metropolitano en el año 2006, coincidiendo con la celebración de del 1350 aniversario del primer documento que cita a Mérida como una comunidad cristiana plenamente constituida.
El templo
Las portadas
La Portada de Santa María, que se abre a la Plaza, consta de un primer cuerpo adintelado. Sobre éste se levanta una hornacina-capilla, encuadrada entre dos columnas con capiteles de orden corintio, que alberga una imagen de Nuestra Señora de la Guía. El camarín actual se erige en 1766 sobre uno preexistente del siglo XVI mandado levantar por Francisco Moreno Almaraz, conquistador en Perú.
En la fachada oriental del templo se encuentra la Puerta del Perdón, que da a la Plaza de Santa María. Se trata de una portada neoclásica del siglo XVIII, obra de Mateo Sánchez de Villaviciosa. Consta de dos cuerpos; el inferior, con dobles pilastras cajeadas de orden jónico y el superior, con pilastras acanaladas corintias que enmarcan los escudos de Mérida y de la Orden de Santiago. Sobre ella se eleva la torre-campanario, de planta cuadrada y de fecha más reciente.
El interior del templo
La catedral, de planta rectangular, consta de tres naves (la central, dos veces más ancha que las laterales), separadas por pilares de sección cuadrada, con una columna adosada en cada frente sobre la que apean arcos apuntados. La cubierta de las naves, originariamente de armadura Mudéjar, es de bóveda de aristas.
El presbiterio consta de dos tramos, cubiertos con bóveda de terceletes sobre planta rectangular el primero y en abanico el segundo, con claves decoradas con un florón vegetal y con el Cordero Místico. A ambos lados del presbiterio, bajo arcosolios, se pueden admirar los sepulcros de alabastro de Don Diego de Vera y Mendoza, de la Orden de Santiago y de su esposa Doña Marina Gómez de Figueroa. El ábside central está decorado con un gran retablo de 1762. Tiene dos cuerpos, que dejan al descubierto una ventana del siglo XIII.
La hornacina central del segundo cuerpo, que apoya sobre un basamento de pedestales, está ocupada por la imagen de la titular del templo, a la que acompañan los apóstoles Pedro y Pablo y las santas emeritenses Eulalia y Julia.
De las capillas absidales sobresale la de la Epístola, de los conde de la Roca, dividida en dos tramos y cubierta ambas con bóvedas de crucería, luciendo en una de las claves el escudo de los patrones de la misma. En la capilla del lado del Evangelio brilla con luz propia la impresionante talla del Cristo de la O, magnífica obra de la imaginería de mediados del siglo XVI.
Entre las capillas funerarias merecen destacarse las de doña Cecilia de Mendoza, del primer tercio del siglo XVI, y la construida por encargo del conquistador emeritense Moreno de Almaraz.
Referencias
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