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Castro de Viladonga
El Castro de Viladonga, situado en el término municipal de Castro de Rei, en la provincia de Lugo, está enclavado en el valle inicial del río Miño y al pié de la Sierra de Meira, dominando gran parte de la planicie Oeste de la Terra Chá. Su monumentalidad llama la atención y constituye, con sus murallas, fosos, corona y antecastros, un verdadero arquetipo formal de castro, muy representativo del tipo de poblados castrexos de la zona interior de Galicia.
Cronológicamente se enmarca en el período galaico-romano, pues el momento de apogeo de su ocupación se corresponde con la época tardo romana o bajo imperial, entre finales del siglo II o comienzos del III d.C. hasta el siglo VI, si bien en las últimas actuaciones llevadas a cabo en él se pudo constatar la existencia de un nivel de ocupación anterior a la conquista romana, datado entre los siglos II y I a.C.
La comarca en la que se inscribe el castro, en el límite de la Terra Chá, es muy abundante en yacimientos de tipo castrexo de los que algunos de ellos se encuentran ciertamente muy cerca del Castro de Viladonga, incluso algunos de ellos al mismo pié como es el caso de A Rodela de Valmonte. Se trata de asentamientos que abarcan todo el período cultural castrexo tanto en la etapa prerromana como en el momento galaico romano.
El Castro de Viladonga se organiza entorno a un recinto superior que se encuentra rodeado de una muralla formada por tierra y muro interno de piedra en todo su perímetro. La muralla principal es una enorme cantidad de tierra de entre doce y catorce metros de altura hasta el foso, que enmarca en el interior unos muros de pizarra. A su pié, este foso rodea al castro salvo en el lado O, en el que se extiende el antecastro. El sistema alternativo muralla-foso se repite por el NE y el SO hasta tres veces, mientras por el lado S se aprovecha el acusado terraplén para construir sucesivos recintos, cara a las tierras bajas.
La extensión del yacimiento es de aproximadamente cuatro hectáreas; ocupa la corona de un monte, y abarca el espacio entre sus murallas más exteriores, y una corona cuadrangular con los ángulos curvos, que tiene 95 x 100 m en sus ejes.
El poblado está constituido por una serie de recintos delimitados por parapetos y fosos que se articulan entorno a un recinto superior o corona, creando una serie de espacios fuertemente defendidos que hacen que este poblado milenario adquiera un aspecto monumental, calidad que no pasó desapercibida ya desde antiguo. El hecho de que en 1911 apareciese en el castro un torques de oro de remate en perilla y la propia apariencia del castro debió de inducir a que desde 1972 se realizaran en Viladonga sucesivas excavaciones arqueológicas que sacaron a la luz la mayor parte de las viviendas, siempre hechas de pizarra o xisto y de muy diversos tipos, así como numerosos elementos constructivos de mucho interés (murallas, escaleras, pavimentos de pizarra, lareiras...). Desde muy pronto, llamó la atención la ingente cantidad de materiales y objetos encontrados, en muchos casos de clara cronología romana, todo lo cual, unido a su monumentalidad, hicieron del Castro de Viladonga un yacimiento singular y representativo de la cultura castrexa, habitado principalmente durante la etapa galaico-romana.
Los materiales encontrados en el castro constituyen una serie amplia de vestigios que aportan innumerables datos sobre las formas de vida y dinámicas socioeconómicas del período inicial de nuestra historia.
Para completar la función cultural, patrimonial, educativa y finalmente social do Castro de Viladonga, se construyó a su lado, para guardar, exhibir, interpretar y explicar sus materiales arqueológicos, un Museo del yacimiento, creado en mayo de 1983 y abierto al público en 1986, al tiempo que sirve de centro para los trabajos e investigaciones arqueológicas en el castro y en su amplio entorno geográfico y contexto histórico. El museo se valora por la importancia arqueológica e histórica del Castro de Viladonga y por su fin de exponer la gran cantidad y calidad de los materiales aparecidos, en su propio contexto, y canalizar la difusión de este trozo de nuestro pasado.
La elección de este yacimiento para su declaración como bien de interés cultural se basa en su configuración monumental y su morfología que constituye en sí misma un modelo de arquetipo formal de castro, sin olvidar su trayectoria como objeto de investigación desde los anos ochenta hasta la actualidad.
Hoy en día la superficie del castro se encuentra intensamente excavada lo que permite su exhibición. La excavación comprende gran parte de la acrópolis, que se presenta excavada casi en su totalidad, lo que permitió un gran avance en la investigación de este poblado y la documentación de gran variedad de material que se muestra en el museo del castro. El conjunto formado por los restos del poblado y la exhibición de los materiales en el museo monográfico configuran un conjunto de gran interés por sus grandes posibilidades didácticas llevadas a cabo con sencillez y eficacia. Es precisamente este último punto, la utilización patrimonial, sociocultural, educativa, e incluso de ocio y turística del conjunto de Viladonga, una razón complementaria de peso para ser convertido en un espacio protegido.
Referencias
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