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Castillo de Guadamur
El castillo de Guadamur está situado al este de la villa, en el Cerro de la Ermita, un pequeño promontorio bajo el que pasaba el arroyo que cruzaba el pueblo.
Se construyó en varias fases, la primera de ellas hacia 1470 y la segunda hacia 1520. Los villanos del Conde de Fuensalida sirvieron como mano de obra gratuita en la construcción de este símbolo de su poder; además, sufrieron las luchas políticas en las que el Conde de turno participaba: de 1446 a 1521 el lugar sufrió en varias ocasiones incendios, saqueos y asesinatos. El edificio tuvo marcado carácter militar hasta el siglo XVIII, mientras los Condes residían en su palacio toledano, junto a la iglesia de Santo Tomé, que hoy alberga la presidencia de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Era asimismo sitio de descanso y de caza, aunque fue ideado como refugio seguro próximo a Toledo en caso de que los acontecimientos políticos así lo aconsejaran (en 1471, en 1473 y posiblemente en 1507 y durante las Comunidades). Las Relaciones topográficas de Felipe II informan de que el castillo "tiene sus armas antiguas (...) y su alcaide con su salario". En 1637, 1641 y 1659 el rey Felipe IV ordenó al VI Conde de Fuensalida que le entregase todo el armamento disponible para atender a las necesidades bélicas de la Corona. Los distintos Condes estuvieron muy relacionados con el ejército: oficiales en la guerra de los Reyes Católicos con Francia, en San Quintín con Felipe II, en los ejércitos de Felipe IV, etc. El alcaide del castillo representaba al Conde en la toma de posesión de los cargos municipales y en la vida social de la villa, preferentemente en lo relacionado con la Iglesia, pero no en la administración jurídica y económica.
En 1880 tres propietarios de Guadamur (José Guillermo Sánchez de Diego, Bonifacio Rodríguez Sánchez e Ildefonso Bejerano Vázquez) deciden comprar el castillo al descendiente de los Condes de Ayala, Bernardino Fernández Velasco. Durante esos años, estos tres vecinos alojan en él a pobres y necesitados. Sin embargo, el deterioro del edificio era notable. Siete años más tarde, el 4 de mayo de 1887, Jerónimo López de Ayala y del Hierro, vizconde de Palazuelos, descendiente de los Ayala y yerno del Conde de Asalto, lo anima a comprarlo para su restauración y segunda vivienda; aquél como especialista en historia del arte y éste como medievalista. Este conde era Carlos Morenés Tord; había nacido en La Nou de Gaià/La Nou de Gayá (Tarragona) en 1835. Fue senador electo en la cámara alta por la provincia de Tarragona en las legislaturas 1876-77, 1884-85 y 1891-93. Estaba casado con María Fernanda García-Alessón y Pardo de Rivadeneyra, VI Condesa de Asalto, de quien toma el título.
El Marqués de Campoo llevó a cabo la última restauración, tras los daños sufridos por el edificio en la Guerra Civil Española de 1936-1939.
El edificio
La torre del homenaje es un prisma de 30 m de altura con una base de 10 m por 15 m.
El patio de armas y palacio es de planta cuadrangular, de 20 m por 12 m. Los cuatro ángulos se rematan con torreones circulares. En la mitad de cada muro surge un prisma de base triangular, una punta de estrella, solución de refuerzo que es de las primeras en su género y antecedente de la arquitectura militar defensiva de los siglos XVIII y XIX. Palacio y torre son de mampostería granítica con piezas de sillería labrada. La planta baja del palacio (capilla, cocina, dependencias de servicio, etc.) tiene cubierta abovedada; la planta principal (dependencias y dormitorios) tiene estructura adintelada y presenta artesonados.
En la segunda fase se construyeron un segundo cuerpo de palacio, una barrera exterior defensiva y un foso.
En la reconstrucción del siglo XIX el Conde de Cedillo plasmó en unos frescos de la planta noble la excursión a Guadamur de los príncipes doña Juana y don Felipe (11 de julio de 1502).
Benito Pérez Galdós se refiere a esta restauración en su novela Ángel Guerra (segunda parte, capítulo III, sección VIII): "-¿Lo ves, lo ves, tonta, incrédula? -gritó doña Catalina saltando de gozo-. ¿Ves cómo es castillo por los cuatro costados? Veremos lo que dice ahora Simón. Oye, Casiano: ¿y no podría restaurarse ese magnífico monumento? -¡Como resucitarse... sí! Ahí está el de Guadamur, sacado de la sepultura. Pero habrá que tirar millones."
Entre las obras de arte, destaca la pintura del castillo de Guadamur debida a Ricardo Madrazo (1910), hoy en la Hispanic Society of America de Nueva York, Estados Unidos.
Referencias
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