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Casa Berlingieri
En 1947 Antonio Bonet diseña la casa de veraneo Berlingieri en una de las parcelas de la urbanización de Punta Ballena (Uruguay) en la que trabaja desde 1945 por encargo de la familia Lussich. La proporción cuadrada de la parcela, la excelente orientación y la proximidad del bosque y el mar son elementos determinantes en el diseño de esta vivienda.
Partiendo de una única forma constructivo-espacial basada en la bóveda catalana, Bonet distribuye el programa en dos volúmenes: el de los dormitorios, tendido sobre una duna ajardinada paralelamente mar, y el del área social, de dos niveles, dispuesto en sentido perpendicular al anterior.
El bloque de los dormitorios, abierto a noreste (sol de mañana en el hemisferio sur) actúa como un filtro entre bosque y playa, favoreciendo la ventilación cruzada de todas las estancias y la comunicación con el exterior a través de una galería abierta, la cual se prolonga hacia noroeste para comunicarse con el comedor situado en la primera planta del área social. Esa conexión se prolonga en una terraza que rodea ese segundo cuerpo ampliándose sobre la fachada noroeste y brindando protección solar a la sala de estar en la planta inferior. El interior de ese cuerpo principal se desarrolla en dos niveles: la planta baja incorpora una sala de estar a doble altura con un porche hacia el mar y las habitaciones de servicio hacia el interior, y en la planta alta aparece el comedor conectado con la sala de estar en planta baja y con zona de cocina y servicios. A diferencia de otras viviendas, la “puerta principal” como instante de paso del interior al exterior queda confundida con la fachada vidriada hacia noroeste aunque denotada por la protección que le ofrece el forjado de la terraza.
El trabajo conjunto de Antonio Bonet y el ingeniero uruguayo Eladio Dieste como asesor estructural en la casa Berlingieri consuma una innovación de la bóveda que consiste en dos operaciones: se crea una bóveda estructural utilizando piezas cerámicas alternadas con redondos de hierro –bautizada por Dieste como “cerámica armada”- y se incorpora una segunda bóveda no estructural sostenida por tabiquillos con la finalidad de incorporar una cámara de aire ventilada. Al igual que en las Casas en Martínez (1941-1942), al abrirse un gran ventanal sobre la fachada larga hacia sudoeste, el muro de carga es remplazado por una viga dintel de hormigón que en este caso se expresa con gran fuerza en la fachada. Bonet parte de una crujía 6 metros entre ejes de pilares o paredes del volumen principal, y la repite en los 3 módulos de los dormitorios, fragmentándola en dos crujías más pequeñas de 4,50 y 1,50 metros entre ejes, para alojar los dormitorios o sus áreas de servicio.
De ese modo, la repetición de la bóveda caracteriza la imagen de franja ondulada rítmicamente que delimita el conjunto, contrapuesta a la línea recta de la terraza y galería. Si las Casas en Martínez evidenciaban la voluntad de actualización técnica de una solución “premoderna” como la bóveda, en la Berlingieri Bonet da un paso más adelante a favor del control modular de su proyecto. Bóveda y modulación serán los puntos de partida de La Ricarda (1949-53).
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