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Cástulo
Cástulo fue una antigua ciudad íbera. capital de la Oretania, localizada muy cerca de la actual ciudad española de Linares, a 5 km siguiendo la carretera de Torreblascopedro.
Historia[editar]
Excavaciones han demostrado que la ocupación del lugar se remonta a finales del Tercer Milenio antes de Cristo, cuando se desarrolla la economía agraria en el valle del Guadalimar con agricultores itinerantes que empiezan a establecerse en ciertas zonas dando lugar a lo que se denominará Cultura de Silos. [pág.14, Breve Historia de Linares, Ramón Soler Belda]
Durante el Bronce Medio es cuando Cástulo comienza a tomar una entidad importante vinculada económicamente a los ricos yacimientos de metales de Sierra Morena. Entre los siglo X a. C. y siglo VII a. C.|VII Cástulo es una extensa y rica población de una cultura autóctona peninsular.
De estas fechas son los restos conocidos como el Templo de la Muela. Se trata de un edificio que podría identificarse con un palacio aristocrático, lo que nos habla ya de una cierta complejidad social. Durante esta época Cástulo se considera como un núcleo avanzado de la periferia de Tartessos, de ahí que los colonizadores griegos y fenicios se interesaran por la zona.
La mayor importancia del yacimiento actual tiene lugar en el período ibérico, cuando Cástulo es considerado uno de los oppida más importantes de la Alta Andalucía. Los oppida eran poblados situados en lugares altos y fuertemente amurallados, con calles y manzanas en retícula. De esta época sea tal vez la primitiva muralla, de la que apenas quedan restos. La que aparece en la actualidad sería más moderna, de época de inicios de la conquista romana. El Cástulo ibérico llegó a ser la capital de la Oretania, el más extenso oppidum de la Península. Fue también una de las escasas ciudades ibéricas que acuñaron su propia moneda, lejos de los núcleos costeros en contacto con los colonizadores del Mediterráneo Oriental
Factores de su importancia y desarrollo[editar]
Cástulo llegó a ser una gran capital del territorio tartesico peninsular, desde los tiempos más remotos se inició y consolidó como urbe con las actividades metalúrgicas en la Edad del Bronce, como asentamiento estable donde habitar por los siguientes motivos:
- La ciudad está situada junto a un río que era navegable hasta el mar, lo que permitía tener un importante embarcadero para transportar todo tipo de mercancías y facilitar el intercambio.
- Controlaba las comunicaciones entre la Meseta y la Bética, a través del Corredor de Levante (Puerto de Montizón) y con los valles de las serranías subbéticas de Granada y Almería por Baza, poniendo en comunicación los pueblos próximos a él.
- Cercano a Cástulo existe un enorme potencial minero, que lo convierten en uno de los principales centros de beneficio de metales de la Antigüedad. Es importante el excedente de algún producto demandado en aquel momento para poder ofrecer algo susceptible de ser intercambiado.
- El tipo de suelo en las inmediaciones, formado por margas y arcillas, que permite su uso en cerámica y materiales de construcción.
- La existencia en las proximidades del combustible boscoso necesario, tanto para la explotación de los minerales, como para la elaboración de cerámica. No olvidemos que los alrededores de esta zona estaban densamente poblados de encinas, que es una madera con alto poder calorífico, ideal para este menester.
- Se encuentra en las inmediaciones una enorme vega de suelos de Aluvión muy fértiles y adecuados para el cultivo.
- La existencia de una importante fauna, tanto para la labor, como para la subsistencia. Se han encontrado en Cástulo restos de todo tipo de ganado estabular: caballos, bueyes, Cerdos, Cabras y Ovejas. Además, la proximidad de los bosques hacía posible la caza de animales como Ciervos, Corzos, Jabalís y otras especies menores.
- Por último, el estar situada sobre una meseta que se eleva sobre el río y que hace que sea casi inaccesible en casi todo su perímetro, facilitando enormemente su defensa.
Este cúmulo de circunstancias favorece que se localice un asentamiento estable, económicamente viable, fácil de defender y con capacidad de abastecer a un gran número de pobladores. Dicho asentamiento adquiere entonces no sólo el carácter de ciudad, sino también el de centro Capital de la Región de Sierra Morena.
Rendición de la ciudad[editar]
Antes de que la ciudad íbera de Cástulo fuese sometida por los cartagineses después de un año de guerra (228 a. C.) era capital de la provincia Oretania cuyos límites eran llevados por antiguos autores como Estrabón hasta lo que hoy es Málaga por el sur, Gibraltar por el oeste, Ciudad Real por el norte y Cartagena por el este. Cástulo perdió esta capitalidad cuando en 206 a. C. no tuvo más remedio que entregarse voluntariamente al ejército de Publio Cornelio Escipión (hijo) que estaba asediando la ciudad, para evitar así la carnicería a la que habían sido sometidos los hermanos oretanos de Iliturgis. Así, desapareció la provincia de Oretania, pues los romanos la incorporaron a la Tarraconensis. Aún así, habiendo perdido la capitalidad, es destacable que llegó a convertirse en el más extenso de los oppida (ciudad fortificada) de la península ibérica y que en las crónicas de los historiadores romanos los castulonensis son el pueblo que más aparece, después de la ciudad de Roma.
Cástulo en el mundo romano[editar]
Aún despojada de su importancia tras ser conquistada, Cástulo jugó un destacado papel en el ámbito de la Tarraconense y la Baetica romanas.
Un momento especial de la ciudad de Cástulo se produce en el s. III a. C. durante los enfrentamientos entre Roma y Cartago de la Segunda guerra púnica. Cástulo, en un primer momento se alía con Cartago, alianza sellada con el matrimonio entre el general Cartaginés Anibal y la princesa castulonense Himilce. Sin embargo, en los últimos momentos del enfrentamiento Cástulo se decanta por apoyar a Roma. Esta potencia, que en principio no tenía como objetivo de su expansión a la Península Ibérica, estableció como estrategia el convertir nuestro territorio en escenario de las operaciones bélicas, para aflojar la presión que Anibal ejercía sobre la Península Itálica. La guerra fue ganada por Roma y así, merced a su cambio de alianzas, Cástulo se encontró en el campo de los vencedores. Éstos concedieron a la ciudad privilegios que le permitieron mantener prerrogativas sociales y políticas, así como el control económico sobre los yacimientos metalíferos de Sierra Morena Oriental.
E inmediatamente comenzó la explotación de las riquezas, naturales de la zona, afluyendo rápidamente, entre contingentes de itálico y romanos, ciertas cantidades de publicanos, procedentes del sur de Italia para explotar las minas. Durante la Baja República y Alto Imperio, Castulo gozó de enorme prosperidad económica y social, conocida a través de las monedas, de la Epigrafía y de los restos de edificios públicos. Es posible que, ya a partir de César, Castulo poseyera una incipiente organización político-administrativa. Plinio (NH, 3.25) designa a los castulonenses como Caesa(i Iu)uvenales. Desde Augusto la organización administrativa parece que está adaptada al modelo romano, configurándose como municipio latino. En cuanto a monumentos, Castulo pudo tener un circo, o bien un anfiteatro, y con seguridad un gran teatro.
Cástulo estableció con Roma un Foedus que hacía que fuera considerada ciudad libre e inmune, parcialmente, del pago de tributos. En contrapartida debió albergar una guarnición romana y proporcionar tropas en los conflictos bélicos. De esta época de la conquista romana (s. III a. C.) y hasta el s. I proceden los restos más conocidos actualmente de la ciudad: el depósito de agua principal de la ciudad, la muralla reconstruida de esa época, restos de muros que, a juzgar por su porte, se han identificado con restos de un teatro... Estas construcciones romanas que podemos contemplar hoy día, aunque por desgracia tan sólo a nivel de cimentación, corresponden a edificios públicos como son la Villa urbana del Olivar, un conjunto de instalaciones termales, algunas monumentales. Este conjunto termal consta de una sala caliente (hipocaustum), sostenida por un entramado de pequeñas bóvedas de ladrillo, patios de distribución, uno de ellos con una fuente central y un pavimento de opus spicatum y unas letrinas abovedadas en muy buen estado de conservación. En un extremo de este conjunto de construcciones podemos ver los restos de cimientos de un edificio de cinco naves al que tal vez podemos identificar como un templo, aunque no puede confirmarse por estar escasamente excavado. Por idéntico motivo tampoco podemos establecer con seguridad el lugar de situación del foro.
Cástulo se convierte bajo el Imperio Romano en ciudad federada («civitas liberae et inmunes») y en el centro minero que controla los yacimientos de la región en un radio de 40 Km con toda una red de importantes vías de comunicación: hacia Levante (Via Augusta); a Córdoba por Iliturgi o por Epora; a Malaca y a Mentesa, contando también con una vía fluvial, habiéndose encontrado restos del embarcadero romano sobre el Guadalimar.
Decadencia y desaparición[editar]
Durante la etapa visigoda Cástulo es sede episcopal, diócesis que tiene su origen en época romana, y que se interrumpe a finales del siglo VII siendo el X Concilio de Toledo el último al que asisten los obispos castulonenses. A lo largo de los s. VI y VII la ciudad no para de perder importancia y población a favor de Beatia (Baeza), a donde se transfiere primero la ceca y después el obispado. De hecho, la mayoría de las piedras de la ciudad, se transportaron para edificar Baeza, la ciudad heredera de la tradición de Castulo, y como recuerdo del traslado, en la plaza del pópulo se puede contemplar la Fuente de los leones, con la estatua de Himilce, trasladada piedra a piedra de Castulo a Baeza.
En el periodo musulmán Qastuluna prosigue su decadencia, como se puede comprobar por la utilización como viviendas de las grandes cisternas romanas. La meseta donde se asentaba la gran ciudad iberorromana es ahora lugar de asentamiento de pequeños núcleos dispersos dentro del recinto amurallado. Para colmo es el escenario de la batalla definitiva entre Abderramán I y Yusut; y más tarde de la batalla entre Abderrarnán III y Shaliya, rebelde «muladí», conservándose aún los restos del castillo árabe que Shaliya ocupó durante casi veinte años. En estos momentos la crisis de la ciudad ya es total y se incrementará con la fundación en 968 de Bury al-Hamma (Baños de la Encina). Desde fines del S. X la ciudad ya no es citada en las fuentes escritas. Posiblemente su población se trasladó en masa a Ubeda y Baeza.
Entre los s. XI y XIII hay un renacimiento del núcleo de la antigua ciudad, ya que la posición estratégica del asentamiento junto al río Guadalimar hace que se produzca una consolidación del recinto amurallado junto al espolón sur de la meseta. De este período es el Castillo de Santa Eufemia del que hoy día sólo quedan en pie restos de un torreón. Este torreón, de finales del s. XII, poseía cuatro pisos, y era de planta cuadrada. Internamente las cuatro plantas están compartimentadas en dos estancias cada una comunicadas por una escalera central.
Se construyó entonces un nuevo castillo en torno a la torre musulmana, defendido por torres de planta cuadrada. El castillo y el extremo sur de la meseta quedarían así aislados del resto del asentamiento por un foso defensivo. Siguió ocupado el lugar durante los S. XIII y XIV, antes de ser abandonado definitivamente. A partir de ese momento, el auge de Baeza y Linares supuso el desmantelamiento de Cástulo, sirviendo sus ruinas de cantera para el crecimiento de estas dos ciudades.
Es a partir de esta época, con la decadencia de Cástulo, cuando comienza a surgir otra población alrededor de un castillo o fortaleza, cuya misión había sido la de servir de avanzada de Cástulo, la población conocida primero como lugar y más tarde como Villa de Linares. Durante la Reconquista esta fortaleza sirvió de refugio y albergue al ejército cristiano, siendo reconquistada, a la par que Baeza, en 1227, de cuyo concejo formó parte.
En el s. XV, Cástulo sufrió la orden de demolición de sus murallas y de los restos de edificios que aún quedaban para "que no sirvieran de refugio a bandidos y salteadores de caminos". Con esa destrucción desaparecieron los restos de una de las ciudades ibero-romanas más importantes de la Bética.
Descubrimiento, excavación y olvido[editar]
En el año 1851 Pascual Madoz escribía acerca de la ciudad oretano-romana de Castulo: «Una ciudad tan poderosa y célebre se halla reducida hoy al cortijo de Cazlona, residuo de su antiguo nombre. El Ilm. Sr. D. Francisco Pérez Bayer visitó este sitio, en el viaje que hizo a Andalucía hacia 1782, y dice: que a la derecha del río Guadalimar hay un molino que se llama de la Caldona. Desde este molino comienza a elevarse un mediano collado y como a un tiro de bala se divide en dos, que distan entre sí unos 100 pasos, dejando en medio un pequeño arroyo (San Ambrosio). En el collado de la derecha se eleva una gran torre de hormigón y alrededor hay otras dos torres y ruinas y cimientos de otras que muestran haber habido allí recinto de ciudad o fortaleza. En el collado de la izquierda hay una ermita de Santa Eufemia, bastante capaz, con su atrio y una pequeña hospedería. Toda esta ermita por dentro y fuera y el atrio están encastrados de inscripciones romanas y en la circunferencia de la ermita hay una selva de trozos de columnas y capiteles, festones y volutas de varios órdenes, lisas, estriadas de varios bustos y tamaños… Restos de un antiguo esplendor que incluso en nuestros días han desaparecido.
Las investigaciones, prospecciones y excavaciones llevadas a cabo en el yacimiento, lo fueron ininterrumpidamente desde 1969 hasta 1983, y después más esporádicamente, hasta 1991, fecha en que cesaron por cuestiones administrativas ajenas al proceso de investigación.