Inscríbete y crea tu propia colección de obras y artículos
Antigua casa consistorial de Madrid
La antigua casa consistorial de Madrid estaba situada en la Plaza de la Villa, número 5.
Debido a la escasa importancia que tuvo Madrid desde sus orígenes, el Concejo de la Villa no tuvo un inmueble propio hasta bien entrado el siglo XVII, por tanto, una vez establecida ya la Corte. De esta manera, las primeras reuniones del ayuntamiento se celebraban en una pequeña sala capitular situada encima del pórtico de la parroquia de El Salvador, en la calle Mayor, frente a la plaza de su nombre.
El 19 de agosto de 1619 celebró el ayuntamiento su primera sesión en la casa que había sido de Juan de Acuña (presidente del Consejo de Castilla) situada en la Plazuela de San Salvador, hoy Plaza de la Villa. En 1629, casi sesenta años después de la primera instalación de la Corte en Madrid, Felipe IV concedió licencia al Ayuntamiento para labrar sobre la dicha casa de Juan de Acuña, un edificio que le sirviera de sede, función que sigue desempeñando actualmente.
El edificio concejil, concebido también como Cárcel de Villa, fue construido a partir de 1644 según un proyecto del arquitecto Juan Gómez de Mora aprobado en 1629. Tras la muerte de Gómez de Mora en 1648, José de Villareal continuó con la construcción del edificio siguiendo en lo sustancial las trazas del proyecto original, si bien es cierto que integró el recinto entorno a un patio central que acabó convirtiéndose en el protagonista del edificio. Tras la muerte de Villareal, las obras fueron acabadas por Teodoro Ardemans y José del Olmo en 1696.
A lo largo de su historia, la Casa de la Villa ha sufrido varias reformas; la más significativa es la que realizó el arquitecto Juan de Villanueva en 1789, el cual añadió la galería de columnas que da a la calle Mayor con la finalidad de permitir a los reyes presenciar el paso de la procesión del Corpus. Otra actuación a destacar fue la construcción en 1915 del pasadizo que conecta el ayuntamiento con la Casa de Cisneros, obra del arquitecto Luis Bellido.
En su interior, es digno de destacar la escalera de piedra, adornada con tres tapices del siglo XVII; el salón de audiencias, el de sesiones, y la antigua capilla decorada con frescos de Antonio Palomino.