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Alexandr Ivanovich Ivanov
Alexandr Ivanovich Ivanov (s. XVIII y XIX) fue un arquitecto ruso.
Cuando la emperatriz Catalina II la Grande arrebató a los turcos la península de Crimea y las costas del mar Negro, encargó a Ivanov que construyera junto al mar un gran palacio como símbolo del poder imperial ruso en los nuevos territorios conquistados y como residencia de invierno dada la suavidad del clima y la luminosidad de su cielo.
Inicialmente el arquitecto pensó proyectar un palacio de estilo italiano, inspirado en el Barberini de Roma, obra del arquitecto Bernini al que siempre había admirado. Una magnífica escalera elíptica similar a la romana, sería el eje compositivo de la obra. No obstante, la propuesta le pareció a la emperatriz poco conveniente, dado que esperaba que su residencia invernal fuera más grandiosa y monumental, superando a la residencia del obispo de Würzburg, erigida por Balthasar Neumann, de la que tantos elogios había escuchado.
Queriendo aventajar ese modelo se inspiró entonces en el palacio de Versalles, en Francia, con sus largos brazos desplegados sobre el territorio y sus inabarcables jardines, bosques y fuentes, que en su proyecto caerían suavemente sobre el mar. Sin embargo esta idea recibió fuertes críticas por considerarla de un gusto barroco trasnochado, excesivo y confuso, ya olvidado por la arquitectura europea desde hacía casi un siglo.
En estas circunstancias envió un equipo de delineantes a la corte de Nápoles para que copiasen los planos del palacio de Caserta, obra del arquitecto Vanvitelli, que era el más grande levantado a lo largo de todo el siglo XVIII. Con esta elección Ivanov tenía la seguridad de proyectar un palacio, no sólo a la moda del día, sino de una escala que pudiese superar a su arquetipo.
De regreso a la corte, los tracistas le informaron que las excavaciones que se estaban realizando en las ruinas de las ciudades romanas de Pompeya y Herculano, sepultadas por el Vesubio el año 62 d.C., habían dejado al descubierto impresionantes palacios nunca imaginados. Aunque la prohibición real mantenía en secreto los descubrimientos con total imposibilidad de realizar vistas y dibujos de estas ruinas, su existencia había influido notablemente en el gusto europeo, y la moda apuntaba a la recuperación de la auténtica arquitectura romana arrinconando las versiones erróneas de Vanvitelli y todos los arquitectos anteriores. En estos momentos las corrientes arquitectónicas se volcaban sin titubeos hacia el gusto romano. Como muestra de esta tendencia le mostraron las láminas del libro del arquitecto escocés Robert Adam “Ruins of the Palace of de emperor Doiclecian at Spalato in Dalmacia”, donde la arquitectura palacial romana se desplegaba con todo su esplendor.
En esta tesitura y a la vista de las láminas y dibujos, el propio Ivanov decidió viajar a la costa adriática para conocer personalmente este palacio. Le pareció que la mejor solución era tomar como referente de su obra un auténtico y grandioso palacio romano junto al mar.
En su viaje conoció a un arquitecto francés que regresaba de Atenas de estudiar las ruinas griegas del Acrópolis. Este arquitecto, tras mostrarle sus croquis y levantamientos, le convenció de la superioridad incuestionable de la arquitectura griega sobre la romana, y le informó que el más espectacular palacio de este estilo se encontraba en el desierto de Siria, en la ciudad de Palmira. Todo esto hizo que Ivanov creyese imprescindible proyectar en estilo griego su palacio imperial, adelantándose a los estilos vigentes en aquel momento en beneficio de los que apuntaban en el futuro inmediato.
A pesar de los riesgos y peligros a los que se exponía al tenerse que internar en territorio enemigo, emprendió entonces un largo viaje a través de Turquía para conocer el palacio de la reina Cenobia, una gran mujer dueña de un imperio, digna antecedente de la emperatriz Catalina.
Su pista se pierde en una caravana que había salido de Aleppo en dirección a Damasco y Bagdag atravesando el desierto. Se frustró así el deseo del Palacio en Crimea de la Zarina de Rusia.
Referencias
Referencias e información de imágenes pulsando en ellas. |
J. Calduch Cervera: 99 ADIS: Diccionario de Arquitectos Desconocidos, Ignorados y Silenciados, Papeles de Arquitectura S.L. ISBN 978-84-86828-42-4 |