Generalmente catalogado como un arquitecto expresionista, Poelzig era más bien un arquitecto con una profunda conciencia y convicción disciplinar. A diferencia de figuras como Bruno Taut, Erich Mendelsohn o Hans Scharoun -también identificados con el movimiento arquitectónico expresionista- Poelzig jamás invocó la disolución de un mundo y el advenimiento de otro. Sus intereses fueron más concretos y a la vez más enfocados en la cultura y el problema de su continuidad y transformación.
Poelzig perteneció a una generación más vieja que la de los expresionistas, siendo un miembro destacado del grupo de arquitectos reformistas aglutinados alrededor del Deutscher Werkbund, quienes acuñaron el término Sachlichkeit (“objetividad”, “realismo”, “cosidad”) para la arquitectura. Sus contemporáneos fueron entre otros Peter Behrens, Theodor Fischer y Hermann Muthesius, pero inclusive a diferencia de ellos sus preocupaciones giraban más en torno al desarrollo mismo de la profesión que a la explotación de sus relaciones con el arte, la artesanía o la industria. A diferencia de Behrens, Poelzig nunca se asumió como “artista” o “diseñador”, es decir como alguien con responsabilidad autoral sobre todo tipo de objetos de uso sino como un arquitecto con una idea muy clara de la naturaleza y escala de sus intervenciones.
La obra de Poelzig tuvo diversos “estilos”. Esta diversidad, sin embargo, no fue producto de un eclecticismo arbitrario a la manera de gran parte de la arquitectura del siglo XIX, sino de una búsqueda consciente del “núcleo absoluto” de la arquitectura. Aunque algo esotérica, esta búsqueda fue compartida por muchos arquitectos de su generación y desembocaría en el trio de discursos que dominarían gran parte de la teoría arquitectónica del siglo XX: la tectónica, el espacio y la función.
La integridad o continuidad de su obra puede apreciarse en proyectos tan disímiles como su propuesta para la Casa de la Amistad turco-alemana en Estambul de 1916 y su casa para el Weissenhofsiedlung de Stuttgart de 1927. El primero es un proyecto de su periodo expresionista que demuestra una gran factibilidad de ejecución y que por así decirlo aterriza la idea del Stadtkrone o “corona urbana” expresionista en un sitio histórico específico, aunque de forma bastante polémica, pero que a la distancia aparece cargado de posibilidades de apropiación y orientación. Asimismo su clara distribución interna -herencia Sachlichkeit– y su organización en terrazas, resurgirían una década después sin los recursos de la simetría y la monumentalidad, en la casa de Stuttgart. Esta casa (hoy en día lamentablemente desaparecida pero uno de los mejores edificios del conjunto al lado de los de Le Corbusier, Hans Scharoun y Josef Frank) ensaya una de las principales ideas de la arquitectura doméstica del reformismo inglés y alemán mediante el tratamiento de jardines como “habitaciones exteriores” que generan espacios productivos, de esparcimiento y recogimiento análogos a los recintos internos de la casa.
Texto extraido del artículo de Juan Manuel Heredia: Poelzig y la disciplina
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