Diferencia entre revisiones de «El jardín y el Movimiento Moderno (José Miguel Morales Folguera)»

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Para el mexicano Luis de Barragán los elementos a utilizar son el muro, el estanque y el árbol: muros de colores cálidos contrastados con el blanco o con un toque azul; agua quieta en depósitos o cayendo de conductos elevados; algunos árboles, a veces uno solo –muda presencia de la naturaleza- quizás acompañado por unas vasijas.
Para el mexicano Luis de Barragán los elementos a utilizar son el muro, el estanque y el árbol: muros de colores cálidos contrastados con el blanco o con un toque azul; agua quieta en depósitos o cayendo de conductos elevados; algunos árboles, a veces uno solo –muda presencia de la naturaleza- quizás acompañado por unas vasijas.
El pedregal de San Ángel (1945-1950) es el encuentro de un paisaje volcánico con una arquitectura de plataformas y cercas entre las que emerge la escueta vegetación o el agua en surtidores.
==Pedregal de San Ángel==
El Pedregal de San Ángel se ubica al sur del Valle de México. Se trata de un ecosistema endémico formado por el derrame de lava del volcán Xitle, aproximadamente hacia el año 5000 AC. La zona, por su particular y único paisaje, llamó la atención de muchos viajeros y exploradores célebres, entre ellos el barón Alexander von Humboldt y Don Andrés Manuel del Río quienes la visitaron y describieron a fines del siglo XIX. El lecho rocoso volcánico oculta actualmente los vestigios de la primera civilización conocida del Valle de México, se trata de los restos arqueológicos de Cuicuilco y las pirámides periféricas ubicadas en la Villa Olímpica, en la zona más sur del Pedregal.
Durante siglos, la zona del Pedregal de San Ángel fue vista como un lugar agreste e inaccesible, propio de exploradores, curiosos, hogar de delincuentes, bestias y alimañas. De hecho, se cuenta en leyendas que la zona era sitio de destierro para condenados en la época de los aztecas, quienes eran enviados con la finalidad de que murieran mordidos por las víboras de cascabel que ahí abundaban.
===El Fraccionamiento Jardines del Pedregal de San Angel===
La urbanización del lugar comenzó en los años cuarenta del Siglo XX y su trazo principal corrió a cargo de los más selectos arquitectos mexicanos de la época, entre ellos Luis Barragán y Max Cetto, aunque diversos artistas plásticos contribuyeron de uno u otro modo, principalmente al proyecto arquitectónico más ambiciosos de la época: la construcción de la Ciudad Universitaria de la UNAM, entre ellos se puede contar a Juan O'Gorman, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Mathias Goeritz entre muchos otros. La primera casa que se construyó se ubica en la actual calle de Agua y fue propiedad de Max Cetto. El fraccionamiento se construyó alrededor de la lava, y se comercializó en forma de lotes bastante grandes bellamente arreglados como jardines. Al principio, algunos arquitectos dieron rienda suelta a su creatividad haciendo convivir hermosamente la arquitectura modernista con la roca, pero desgraciadamente, a partir de los años 80, el concepto de casa sola grande ha dejado de ser práctico, por lo que aquellas hermosas casas han sido destruidas y sustituidas por "condominios horizontales". En donde antes se levantaba una gran casa se han construido 10, con lo que la zona se ha saturado, rebasando su infraestructura.
===La Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel de Ciudad Universitaria===
El Pedregal de San Angel sufrió una significativa reducción, como parte de la incontrolada expansión urbana de la Ciudad de México, quedando en la actualidad menos del 5% del área original. En los terrenos del campus principal de la Universidad Nacional Autónoma de México, se encuentra la zona protegida Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel.
La Reserva fue decretada en 1983, tras una fuerte movilización de estudiantes agrupados en el Comité de Defensa del Pedregal, quienes se oponían vigorosamente a su destrucción, por parte de las autoridades universitarias, con fines urbanísticos y viales. Al inició contó con una extensión de 172 hectáreas y 133 metros cuadrados.
En la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel se pueden observar dos temporadas de floración bien definidas: la seca (de noviembre a mayo) y la de lluvias (de junio a octubre). Durante esta última, la mayoría de las plantas tiene frutos: bayas, vainas, drupas y sámaras, entre otros.
La diversidad biológica es notable en la fauna: hay 37 especies de mamíferos, entre los que destacan 16 de murciélagos y 16 de roedores. Todavía pueden encontrarse ardillas, zorrillos, conejos, cacomixtles, tlacuaches y la zorra gris (Urocyon cinereoargenteus) (se extinguieron los linces, las comadrejas y los pumas). Existen 106 especies de aves que representan aproximadamente la mitad de las que sobrevuelan la Cuenca de México (de ellas, cuatro son endémicas de nuestro país). Hay tres especies de anfibios asociados a los cuerpos de agua subterráneos y superficiales: una de salamandras y dos de ranas (una endémica). Por lo que se refiere a los reptiles, se han observado tres especies de lagartijas y seis de culebras, así como víboras de cascabel. También se han registrado más de 50 especies de mariposas y arañas.
El lecho de roca basáltica protegido por la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel, posee un alto valor biológico, ecológico y geomorfológico; recarga los mantos acuíferos, mantiene la humedad y la calidad del aire, y contribuye a amortiguar los cambios de temperatura en el microclima.
Cabe mencionar que a finales del 2005, surgió un nuevo movimiento de defensa de universitarios, agrupados en el Grupo Universitario para la Protección de la Reserva del Pedregal.
El 2 de junio de 2005, la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel fue reestructurada y actualmente cuenta con una extensión de 237 hectáreas, 3,323 metros cuadrados, que comprenden tres zonas núcleo y 13 zonas de amortiguamiento.


En sus casas – Tacubaya, 1947; Gálvez, 1955, Cuadra San Cristóbal, 1967- paredes ocres, rojizas o rosáceas clausuran espacios acodados a los que se abre la estancia por una cristalera, con rincones donde se oculta un estanque y esquinas junto a las que crece un árbol. Las Plazas de las Arboledas (1958) y Los Clubes (1964) son ámbitos recogidos por muros corridos, que juegan con alturas y colores dejando fluir el espacio, contrapuesto a la horizontalidad de los estanques y los suelos, en torno a un punto marcado por una caída de agua o una pareja de escuálidas figuras. La Plaza del Bebedero es la quintaesencia del jardín de Barragán: un alto muro blanco toca una superficie de agua sin bordes, que refleja el azul de la cerca entre unas hileras de eucaliptos.
En sus casas – Tacubaya, 1947; Gálvez, 1955, Cuadra San Cristóbal, 1967- paredes ocres, rojizas o rosáceas clausuran espacios acodados a los que se abre la estancia por una cristalera, con rincones donde se oculta un estanque y esquinas junto a las que crece un árbol. Las Plazas de las Arboledas (1958) y Los Clubes (1964) son ámbitos recogidos por muros corridos, que juegan con alturas y colores dejando fluir el espacio, contrapuesto a la horizontalidad de los estanques y los suelos, en torno a un punto marcado por una caída de agua o una pareja de escuálidas figuras. La Plaza del Bebedero es la quintaesencia del jardín de Barragán: un alto muro blanco toca una superficie de agua sin bordes, que refleja el azul de la cerca entre unas hileras de eucaliptos.


En el jardín del Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York (1953, ampliado en 1964 y 1984) Philip Johnson abordó el contraste entre la geometría de los muros, los suelos y el agua, y el carácter orgánico del arbolado y las figuras escultóricas. En un patio rebajado al que se accede por una terraza angular, con dos canales tangentes en la dirección mayor, salvados por puentes planos; el pavimento de losas de mármol se recorta para dejar sitio a los árboles que, en calculado desorden, difuminan la presencia de los edificios exteriores y destacan sobre la cerca de ladrillo gris; las cambiantes esculturas se ubican atendiendo a las directrices compositivas y a la modulación de los suelos. De este modo las ideas de Mies fructificaron en un espacio de elegante riqueza.
En el jardín del Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York (1953, ampliado en 1964 y 1984) Philip Johnson abordó el contraste entre la geometría de los muros, los suelos y el agua, y el carácter orgánico del arbolado y las figuras escultóricas. En un patio rebajado al que se accede por una terraza angular, con dos canales tangentes en la dirección mayor, salvados por puentes planos; el pavimento de losas de mármol se recorta para dejar sitio a los árboles que, en calculado desorden, difuminan la presencia de los edificios exteriores y destacan sobre la cerca de ladrillo gris; las cambiantes esculturas se ubican atendiendo a las directrices compositivas y a la modulación de los suelos. De este modo las ideas de Mies fructificaron en un espacio de elegante riqueza.
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