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Diferencia entre revisiones de «Gimnasio Maravillas. "Maravillas" revisado (Miguel Angel Baldellou)»

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Tanto en su estructura básica como en la resolución de sus detalles, la planta evidencia estar pensada desde la composición de sus efectos espaciales de modo que parece subrayar la tensión dictada desde la sección. Al acentuar las diagonales y potenciar en consecuencia la percepción del “movimiento” espacial, la planta, en aparente equilibrio dinámico, es esencialmente “sesgada”.  
Tanto en su estructura básica como en la resolución de sus detalles, la planta evidencia estar pensada desde la composición de sus efectos espaciales de modo que parece subrayar la tensión dictada desde la sección. Al acentuar las diagonales y potenciar en consecuencia la percepción del “movimiento” espacial, la planta, en aparente equilibrio dinámico, es esencialmente “sesgada”.  


==El alzado terso==
La cualidad urbana del Gimnasio se concentra evidentemente en su fachada. Esta afirmación se refiere no sólo a cómo esa superficie manifiesta al exterior los contenidos internos del volumen que cierra, sino al especial modo con que se enfrenta al sitio preciso. La calle Joaquín Costa es una vía rápida de circulación interna en la ciudad, de modo que la funcionalidad de las aceras para peatones resulta prácticamente residual. La fachada se ofrece como una tapadera más bien anónima respecto al carácter del edificio y su única cualidad formal se deriva de la sutileza en que se componen los elementos que la forman.
La cualidad urbana del Gimnasio se concentra evidentemente en su fachada. Esta afirmación se refiere no sólo a cómo esa superficie manifiesta al exterior los contenidos internos del volumen que cierra, sino al especial modo con que se enfrenta al sitio preciso. La calle Joaquín Costa es una vía rápida de circulación interna en la ciudad, de modo que la funcionalidad de las aceras para peatones resulta prácticamente residual. La fachada se ofrece como una tapadera más bien anónima respecto al carácter del edificio y su única cualidad formal se deriva de la sutileza en que se componen los elementos que la forman.
La gran longitud, 58 m, respecto a la altura de la fachada, 12-14 m, acentúa su horizontalidad en un lugar que obliga a la percepción rápida del automovilista preferentemente a la pausada del peatón. Aquél apenas vislumbra un muro de ladrillo, chapa y cristal rematado en la parte superior por una verja, compuesto en bandas horizontales con algún cuerpo saliente y un plano inclinado de cristal en la franja superior. Para el peatón que camina por la misma acera, prácticamente sólo son perceptibles las variadas texturas de la banda inferior, de ladrillo, y las rendijas metálicas del apoyo, los huecos de los accesos en los extremos de la fachada y los vuelos de los cuerpos salientes. La percepción de la fachada más parecida al alzado proyectado se obtiene desde la acera opuesta, y entonces se observa la adecuada integración en un conjunto urbano confuso, incluyendo en este juicio el resto del edificio del Colegio. La adecuación consiste en proponer un orden discreto en un frente difuso. Sin embargo, se trata de un orden distinto al que normalmente se obtiene utilizando los recursos formales al uso: huecos y macizos relacionados según una trama más o menos ritmada. En este caso, la continuidad de los huecos no permite su diferenciación en partes autónomas, sino que obliga a su consideración unitaria, en la que sin embargo pueden distinguirse fragmentos de una relativa individualidad; los cuerpos salientes, que son inmediatamente unificados por la cristalera inclinada que los relaciona en la medida que provoca en cada uno de ellos una asimetría, compensada en cuanto forman parte del conjunto. La inclusión en la fachada de la chapa plegada, que prolonga los ventanales en los petos y forma también el largo zócalo inferior de la base, añade un dato de distinción, en cuanto que distinto, a la posible relación de la fachada del Gimnasio con los edificios laterales.
La franja vertical de ladrillo que remata la fachada por el oeste parece querer separar la composición propia del Gimnasio, constituida finalmente por el hueco, del resto de lo construido en la calle, al tiempo que la enmarca. Sin embargo, hacia el este no se da este remate, lo que podría querer indicar una cierta voluntad de continuidad hacia ese lado de la fachada del Gimnasio, puesto que la propiedad del Colegio seguía por ese lado.
Sin embargo, la taxis propuesta por Sota no es excesivamente explícita, como demostró más tarde, poco antes de morir, con sus dudas a la hora de prolongar la composición de la ampliación al otro lado de la iglesia del Colegio. Efectivamente, el alzado del Gimnasio está compuesto como una pieza autónoma respecto al frente de la calle, pero no pensada con independencia del conjunto del proyecto. Si ya vimos al comentar la sección que, tomada como origen de la idea básica, implicaba una organización tripartita de la sección del muro de cierre, éste venía condicionado en bandas horizontales de transparencia creciente en sentido ascendente.
Vimos también cómo la iluminación del interior del Gimnasio obligaba al bisel del lucernario inclinado, y cómo las aulas avanzaban sobre la calle traspasando el límite de la fachada. Tanto el plano inclinado hacia atrás, si se mira desde la calle, como los volúmenes salientes, producirán un juego de luces y sombras que “moverán” la fachada. Por otra parte, la geometría del solar, y aquí entra en juego la planta, no la sección, obligaba a situar la cancha de juego de forma que hacia el este quedase una zona, mayor que la del oeste, aprovechable para aulas. Este uso repercute en el alzado desplazando hacia la derecha dos cuerpos volados frente al único correspondiente de la izquierda. Hacia ese lado desciende precisamente la calle Joaquín Costa y, con el desnivel, el zócalo del edificio formado por una banda de ladrillo subrayada por otra en su base, de rejilla metálica de ventilación. Ambas van quebrándose en pequeños saltos que fragmentan, a otra escala, la del peatón, la larga fachada. En consecuencia, el frente, en cuanto alzado, dirige la atención hacia la derecha donde se concentra el mayor número de accidentes del plano. En la parte superior dos voladizos, y en la inferior el hueco de la entrada al Gimnasio, todo “comprimido” por la línea ascendente de la calle. La forma de aligerar esa tensión podría ser la colocación en su lado opuesto de algún elemento singular (“el escudo de Tarragona”),  en este caso un pequeño hueco vertical totalmente incluido en la superficie de ladrillo, que termina una serie de tres, semejantes, pero situados de forma distinta respecto a su fondo. Este está formado por una superficie dividida en dos partes según una línea horizontal quebrada por el tratamiento del material. La inferior, con ladrillo rugoso, pretendía impedir los posibles grafit- ti, que en aquella época, anterior al spray, se producían con tiza. La superior con ladrillo liso. Pues bien, las dos ventanas de la derecha se sitúan en la misma cota horizontal y la de la izquierda sobre la línea superior de las otras de forma que la de la izquierda queda además totalmente enmarcada por ladrillo liso, la del centro ocupa una posición intermedia entre las dos texturas y la de la derecha está inmersa en el ladrillo rugoso, si bien su cara superior coincide con la línea de separación con el liso.
Sobre este esquema, en el que las piezas básicas ocupan su sitio, el precisar con exactitud la medida, lleva a la utilización de un módulo fijado por el despiece de la carpintería. Sin embargo, la secuencia en horizontal, llamando “a” a la separación de los soportes de la verja del patio superior que coincide con el doble del módulo, y “b”, doble de “a”, al ancho de los cuerpos volados sería la siguiente : a-2,5a-b-6a-b-2a-b-a. En ella 6a corresponde al gran cristal inclinado sobre el Gimnasio que por su longitud separa en dos partes la fachada, alargándola visualmente aún más. Es pues este módulo, “casi” el centro de una composición “casi” simétrica en la que el 2,5a de la izquierda está compensado con el (2a-b) de la derecha.
La compensación vertical de la horizontal se produce por la presencia de la verja de cierre del patio de juegos superiores, igual a la altura del piso superior del aulario, es decir de las cerchas interiores. Lo que en alzado se representa como una trama, en la fachada se diluye, fugándose en el aire, pues no sólo está retranqueada respecto el plano de la alineación, sino que su mismo perfil perfectamente coherente en sección con la geometría de la cercha, tiende a desvanecerse por la parte superior. El peso visual que adquiere la verja en el alzado, en la fachada desaparece hacia el interior.
El enigmático alzado del Gimnasio está resuelto en términos abstractos a base de sutiles relaciones equilibradas intuitivamente sin que su articulación se revele en una geometría explícita. Más bien, los equívocos entre el dentro-fuera acentuado por los cuerpos volados y los planos inclinados, que se interpenetran y provocan efectos de reflejos y sobre el carácter específico del edificio proponen un juego de interpretación atípico en un escenario definido por los convenios.
Entre estos, los que se refieren a los accesos están entre los más firmemente establecidos. Al Gimnasio se accede desde el patio superior y desde Joaquín Costa. Esta entrada, la principal, está situada en el extremo este de la fachada que nos ocupa y parece finalizar el ritmo ascendente del plano inclinado de la calle. El efecto de concentración se acentúa con la fuerte oquedad en la que se sitúa la entrada. Es en sí misma un espacio que recoge, quiebra y dirige al usuario hasta el interior. El recorrido en ese espacio se ve condicionado por su propia dimensión que resulta muy escasa frente al interior, y por ello el efecto sorprendente del espacio inundado de luz se ve acentuado por la sombra desde la que se accede.
También saliendo, desde el ruido y la luz “contenidas” del interior al estruendo exterior, se aprecia el valor de este espacio de transición.
El efecto de la tensión, que condiciona la percepción de la sección desde el interior del Gimnasio, se traslada a la fachada produciendo en ella un estiramiento, ajustando su piel a la estructura, como puede apreciarse en el efecto dentro-fuera del cristal, de modo que, no sólo desde el punto de vista de la composición formal de sus elementos, sino desde el de la percepción de su textura, podemos decir que es la tensión la que tersa el alzado. “El alzado terso.”
==El orden intenso==
El análisis por partes que hemos realizado de la sección, la planta y el alzado del Gimnasio y aulas del Colegio Maravillas nos ha llevado a confirmar que todos los elementos del proyecto están dominados y unificados por una voluntad global cuyo principal rasgo me parece identificar con el orden tenso.
Cuando los jóvenes atletas saltan sobre el potro, se ejercitan en anillas o corren y driblan jugando en equipo, tensando los músculos, el espacio, en el que realizan verdaderas proezas de equilibrio, entra en sintonía con las nervaduras; entonces el edificio, su forma y su uso, es entendido como globalidad, de modo que cada una de sus partes posibles adquiere sentido en un conjunto unitario del que depende y al que contribuyen solidariamente.
La extraordinaria articulación de todos sus elementos posibilita la tensión y hace flexible su interpretación. Las distintas escalas desde las que puede realizarse el análisis de su estructura formal, desde la urbanística hasta la del diseño de sus piezas más elementales (e incluso la ausencia de diseño) reafirman la convicción de estar ante una obra maestra. Por cuanto obedece a una voluntad firme de control y sujeción a una idea original y lógica, por la sutileza con que muestra la coherencia interna de las decisiones de diseño, por la “fácil naturalidad” con que se administran los efectos espaciales y los elementos que los formalizan (luz, aire), por la eficacia con la que somete la experiencia del ejercicio físico y mental a un equilibrio ordenado y tenso.
La compleja estructura formal del Gimnasio se hace aparente a través del empleo de materiales y elementos constructivos de los que el arquitecto extrae su máxima capacidad expresiva. La gama de materiales es mínima: hierro, cristal, ladrillo, madera y “viroterm”.
La estructura y los nervios de cierre, de hierro pintado, los demás en su propio color. Pero, ¿de qué color debía pintarse el hierro? Explicaba Sota la solución adoptada, como respuesta a un dilema anterior: el Colegio era, y en consecuencia el Gimnasio, ¿de niños o de niñas? Finalmente el Gimnasio fue del color “del aire”, disfrazado de “viroterm”. Gris uniforme con los techos y paredes interiores; gris más oscuro cuando, en perfil o en superficie plegada, entraba en contacto con el exterior y había de dialogar con el ladrillo y el cristal. Gris como el aire, otra vez, la valla superior. El ladrillo en dos tonos, ligeramente rosa y liso o rugoso y un poco más oscuro, en dos bandas superpuestas según una función ligada a su propia cualidad superficial. El color y la textura de los materiales contribuyen a que la fachada se aligere hacia arriba, a que el vientre de la cercha flote, a que el ruido quede apagado en las superficies internas del Gimnasio, de las aulas, de los pasillos.
Y además, la nobleza de la madera roja del parquet fuertemente iluminada desde los altos ventanales, en contraste de luz, de color y calidad, con las otras maderas, barandillas de las gradas, de los miradores sobre la cancha, de los cercos y de las carpinterías interiores. El Gimnasio, como las viviendas de Zamora, como más tarde el Polideportivo de Pontevedra, puso de moda un cierto modo de actuar, ligado al “no-diseño”, que se manifestaba en el empleo trivial de materiales “no-nobles”: “Viroterm”, “Uralita”, chapa plegada, con el que demasiados arquitectos se afiliaron a una supuesta vanguardia “comprometida” con casi todo menos con la propia coherencia. Los resultados fueron de una obviedad apabullante. Todo lo contrario a lo que el Gimnasio sugería. Nunca fue, aunque a muchos les pudo parecer, la consecuencia simple de una lógica material, sino al contrario, el producto de un proceso intuitivo y poético, en muchos aspectos inexplicable, aunque aquí se haya intentado una aproximación, y en algún sentido “maravilloso”.




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