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Prueba de ultrasonidos
La prueba de ultrasonidos se basa en medir el tiempo que tarda en pasar un impulso ultrasónico, que genera el propio aparato, desde el transductor emisor hasta el transductor receptor, acoplados al hormigón que se está ensayando. Para usarlo se deben colocar los palpadores en la superficie de hormigón, separados entre sí una distancia conocida e impregnados previamente con vaselina o grasa para que el contacto con el hormigón sea perfecto. Las características del material se determinan teniendo en cuenta el tiempo de recorrido y la potencia del impulso recibido. Para cada punto se realizan varias lecturas hasta obtener un valor mínimo que nos indica que el contacto es el adecuado. Las lecturas se toman dejando fijo el emisor y desplazando el receptor y, forman un gráfico que relaciona el tiempo de paso con la distancia recorrida, si esta gráfica presenta discontinuidades es porque hay un cambio de material o de densidad, o también puede ser por la presencia de un defecto.
Los resultados que obtenemos pueden estar influenciados por varios motivos. Si el hormigón contiene mucha humedad pueden aparecer velocidades de propagación mayores. El acabado superficial del hormigón puede producir deficiencias en el contacto de los palpadores, alterando la medición. Si hay armaduras paralelas próximas a la dirección de propagación incrementará la velocidad. Temperaturas inferiores a 5º y superiores a 30º también influyen en la velocidad.