La figura de Sert mantiene una sorprendente actualidad para quienes se interesan por su obra gracias, al menos, a tres aportaciones que hizo a través de la constante investigación que llevó a cabo con su trabajo dentro y fuera de la Escuela de Diseño de Harvard.
En primer lugar exploró y propuso un camino razonable para la recuperación de los valores de textura y color en clave de ornamento útil para las fachadas de los edificios sin dejar de concebirlos con un rigor funcional y técnico ejemplar y muy alejado de los frenéticos formalismos que se desataron en la América de los años 50 y 60. En el momento de grandes cambios que fue el final de la Segunda Guerra Mundial, Sert, que era amigo y discípulo en grados diferentes tanto de W. Gropius como de Le Corbusier no pudo tomar ejemplo de ninguno de los dos. Del primero porque persistió en una Arquitectura del pragmatismo que resultaba formalmente banal y del segundo porque, al contrario, se lanzó hacia un nuevo lenguaje expresionista con toques ruralistas y surreales, nutrido de un mundo pictórico propio intransferible. Sert, pues, tuvo que encontrar su propio camino y como lo hizo en plena madurez y cuando ya ejercía de profesor, lo tuvo que razonar de manera pedagógica para beneficio de toda una generación de arquitectos americanos.
Durante el años 40 mientras diseñaba planes urbanísticos para ciudades de América Latina pudo experimentar gracias a algún encargo de edificación los sistemas de doble fachada y doble cubierta que resultaban imprescindibles para la creación de sombras y corrientes de aire que alivian el calor tropical. Celosías de todas clases, contraventanas y viseras, persianas y galerías más o menos cerradas se convirtieron en recursos que restituían a las fachadas relieve y claroscuro, a las que añadía a veces toques de colores vivos propios de las culturas locales.
En segundo lugar, en el campo urbanístico, revisó totalmente la Ciudad Funcional de la vanguardia europea y sin renunciar a sus valores recuperó la mezcla de usos y las tipologías del espacio urbano, básicamente calles y plazas, dentro de sus Civic Centers concebidos como sectores de peatones. Para el centro de la ciudad, nueva o vieja, cabe mantener el coche a una distancia razonable a veces almacenado dentro de un edificio que forma parte del repertorio arquitectónico del proyecto y propiciar el movimiento de personas sin lo cual no hay vida comercial ni ocasión de los encuentros que son el sentido mismo de la vida urbana.
En tercer lugar, exploró infatigablemente tipos de vivienda mínima y de sus formas de agregación para generar edificios que funcionaran mejor y tuvieran alicientes de forma y silueta. Aunque en un principio, influenciado por Le Corbusier, fue un gran partidario del tipo de piso dúplex, distribuido en dos niveles que tiene sentido cuando el espacio principal puede ser a doble altura (como su casa de la calle de Muntaner en Barcelona) pero tiene menos cuando la superficie es escasa (como ocurre en la Casa Bloc, también de Barcelona), en su etapa madura desarrolló otros sistemas como el de acceso por un pasillo cada tres plantas que pudo aplicar con éxito en sus grande proyectos de vivienda para Boston y Nueva York.
Texto procedente de: Jaume Freixa: Peabody Terrace Revisited
En este primer especial de Sert se presentan las obras de su primera etapa hasta el exilio en Estados Unidos, con fuerte influencia del racionalismo ya floreciente en Europa, cuando con otros jóvenes arquitectos se involucra en la formación del GATEPAC, su división catalana GATCPAC y la propagación del racionalismo en España a través de la revista AC.
|