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Albert Speer

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Albert Speer
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Para el hijo de Albert Speer, véase Albert Speer (hijo).

Berthold Konrad Hermann Albert Speer (19 de marzo de 1905 – 1 de septiembre de 1981) fue un arquitecto y político alemán, uno de los más destacados jerarcas de la Alemania nazi. Fue el arquitecto predilecto y ministro de armamentos y guerra de Adolf Hitler durante la Segunda Guerra Mundial.

Llamado a veces el «primer arquitectura del Tercer Reich», otras veces «el arquitecto del diablo» y aún otras como el «nazi bueno», fue el arquitecto jefe de Adolf Hitler en la Alemania nazi, y en 1942 llegó a ministro de armamento en el Gobierno alemán. En la posguerra fue juzgado en Núremberg, donde expresó arrepentimiento, y lo condenaron a veinte años de prisión. Después de su liberación, llegó a ser un autor de éxito, gracias a varios libros semi-autobiográficos.

Sus primeros años

Albert era el segundo de tres hermanos, Hermann y Ernst, quienes le repudiaban por su aspecto algo enfermizo, por su inclinación a entablar relaciones con personas que no pertenecían a su clase social y su carácter callado. Creció en medio de una familia rica en bienes materiales, pero de una pasmosa carencia de afectos. Albert se formó en su intimidad personal como una persona silenciosa y poco dada a las demostraciones emotivas. Esto repercutiría fuertemente en la maduración de su carácter. No obstante, su ser proyectaba una imagen reinventada muy atrayente por su caballerosidad y apostura. Debido a estas carencias emocionales, Albert desarrolló una faceta en su personalidad de psicosomático.

Pasó su infancia en la residencia familiar de Mannheim.[1] Hijo de arquitectos, descendía de una familia de la alta burguesía. Su abuelo, Hermann Hommel,[1] fue comerciante que hizo fortuna con herramientas; de él, la familia Speer heredó un buen estatus económico.

En la escuela, Albert fue un aventajado alumno de matemáticas, en especial en el manejo de estadísticas. En su juventud, Speer primero quiso ser matemático, pero acabó siguiendo los antecedentes familiares y estudió arquitectura. Inició sus estudios en Karlsruhe, para después trasladarse sucesivamente a Múnich y Berlin. Su deporte favorito era el remo.

Fue alumno de Heinrich Tessenow en la Escuela Técnica Superior de Berlin-Charlottenburg, llegando a ser su ayudante. Dentro de las pocas amistades que tuvo en aquella época de estudiante, se relacionó con judíos aspirantes a arquitectos, tales como Raphael Geis, quien sería un apasionado líder antinazi. Tras completar sus estudios en 1927, se casó el 28 de agosto de ese año, pese a la oposición de su familia, con Margarete Weber, su amiga de la clase media desde los 15 años y su compañera de toda la vida. De esta unión nacerían Albert (hijo), Fritz, Arnold, Hilde, Margret y Ernst.

Sus comienzos en el partido nazi

A finales de los años 20, Alemania se encontraba en medio de una dura depresión económica. No había prácticamente oportunidades laborales ni proyectos de construcción para un joven arquitecto recién licenciado. Era la época de la llamada Gran Depresión, y el joven matrimonio sobrevivió gracias a la ayuda de la familia de Albert, que contaba con bastantes recursos.

En 1928 aceptó el cargo arquitecto de la Corte del soberano de Afganistán, Amán Allah, que deseaba contratar especialistas alemanes para llevar a cabo reformas en su país. Sin embargo, Allah fue derrocado antes de que Speer se trasladara a Afganistán.[1]

En 1931, varios de sus alumnos le convencieron para que asistiera a una reunión del NSDAP o Partido Nazi en el parque Hasenheide de Berlin, donde quedó hipnotizado por la poderosa elocuencia de Adolf Hitler.

Speer se afilió al partido en enero de 1931 con carné número 474.481.[1] Posteriormente fue asignado a las SS, en la división motorizada e hizo labores de estafeta, aunque nunca figuraría oficialmente en ninguna lista SS por errores administrativos. Curiosamente, esto se mantuvo incluso aunque fue asignado en dos ocasiones a las SS: en 1942, cuando Himmler dio la orden de asimilarlo a las SS con el nº 46.104, fue agregado a la Plantilla Personal - RFSS. Este error, aparentemente sin importancia, le salvaría la vida más tarde.

El primer cometido de Speer como miembro del Partido le llegó en 1932 cuando Karl Hanke le solicitó reformar las oficinas del Gauleitung en Berlín. Hanke empezó a recomendar a Speer dentro de los círculos del partido.

En 1933, Joseph Goebbels le pidió que renovara la oficina principal del Ministerio de Propaganda. Speer puso toda su pasión en esta reforma y lo hizo en tiempo récord. Goebbels quedó impresionado con su trabajo y le recomendó a Hitler.

Posteriormente se le encargó, en ese mismo año, la decoración del monumento de Tempelhof, donde se colocó una inmensa águila apoyada en el símbolo nazi. La aprobación para esta obra la dio el mismo Hitler en persona a Speer.

Hitler apadrinó a Speer y le asignó a que ayudara al afamado arquitecto Paul Ludwig Troost, a quien Speer consideraba su segundo maestro, a renovar el apartamento del canciller en la Cancillería de Berlín. En este puesto, la aportación más notable de Speer fue la adición del famoso balcón, desde el cual Hitler podía saludar a las numerosas personas que se congregaban en la Wilhelmsplatz para verle. Speer y Troost informaban directamente a Hitler sobre el avance de las obras.

En 1934, Hitler le encargó la obra de embellecimiento de las condiciones de trabajo en el Frente de Trabajadores, que estaban a cargo de la construcción de las autopistas (autobahn), construyendo barracones modelos para estos trabajadores. También participó en la organización nazi Fuerza por la Alegría, integrada en el Frente de Trabajadores. Dentro de ella, desarrolló el proyecto llamado "Belleza del Trabajo", que pretendía mejorar las condiciones estéticas del trabajo en las fábricas alemanas, mediante el diseño de talleres, mobiliario, vajilla y otros elementos decorativos.

Ese mismo año se le asigna como Jefe del departamento de despacho de Rudolf Hess y en ese puesto traba una sólida amistad con la famosa documentalista y fotógrafa Leni Riefenstahl.

La particular relación con Hitler

Lo cierto es que Hitler le tenía especiales consideraciones que no tenía con otro cercano a él. Las opiniones de Speer eran siempre para Hitler de su más alta consideración y Speer era siempre el elemento principal en su Círculo de Hierro. La confianza de Speer en el vínculo con Hitler llegó al extremo de negarse a ejecutar, en las postrimerías de la guerra, la orden de "tierra quemada", emanada de este. Cualquier otro que hubiera actuado así, sin duda habría sido fusilado.

Primer arquitecto del Reich

Troost murió en 1934, y eligieron a Speer para reemplazarle como arquitecto jefe del Partido. Uno de los primeros encargos después de ese ascenso fue el probablemente más conocido de todos sus diseños: la tribuna del Campo Zeppelín, el área de desfiles de Núremberg, que se puede ver El triunfo de la voluntad, la obra maestra de la propaganda dirigida por Leni Riefenstahl.

Speer, para una mejor administración de sus trabajos, contrató a dos colaboradores: Annemarie Kempf, su secretaria personal, y al arquitecto de las SS, Rudolf Wolters, quienes serían su propio círculo de hierro.

En su autobiografía, Speer afirma que, cuando vio el proyecto original, hizo el comentario despectivo de que el campo de desfiles se parecía al lugar de reunión de un «club del rifle». Le invitaron a que hiciera un diseño nuevo.

Utilizó como base de partida la antigua arquitectura dórica del altar de Pérgamo, en Turquía, pero ampliada a una escala enorme, capaz de albergar hasta 240.000 personas. En la reunión del partido en el campo de desfiles, en 1934, aconsejado por Leni Riefenstahl, Speer mandó rodear el área con 150 proyectores antiaéreos. Esto creaba un efecto de «catedral de luz», como lo llamó el embajador británico Sir Neville Henderson.

Núremberg estaba destinada a contener muchos otros edificios oficiales nazis, la mayoría de los cuales nunca se llegaron a alzar. Por ejemplo, el Estadio Alemán tendría una capacidad de 400.000 espectadores y en él se celebrarían los Juegos Arios, sustitutos proyectados por Hitler de los Juegos Olímpicos, que se celebrarían en Núremberg a perpetuidad. En el Campo de Marzo, la Wehrmacht debía realizar desfiles y ejercicios de combate anuales ante más de 160.000 espectadores, sentados en tribunas coronadas por una estatua femenina de 60 metros de alto

Mientras planeaba estos edificios, Speer inventó la teoría del «valor de las ruinas» —apoyada con entusiasmo por Hitler—, según la cual se construirían todos los nuevos edificios de forma que dejaran unas ruinas estéticamente agradables en el futuro lejano. Esos restos serían el testamento de la grandeza del Tercer Reich, igual que las ruinas griegas o romanas‏‎ son el símbolo de la grandeza de sus civilizaciones.

El 30 de enero de 1937, Hitler nombró a Speer como Generalbauinspektor (Inspector general de construcción) con el rango de Secretario de Estado, y se le encargó que hiciera planes para la reconstrucción de Berlín, que habría de convertirse en la Capital de un Estado supra-germano — Welthaupstadt Germania.

Otros arquitectos trabajaron para Speer, como por ejemplo Peter Klinke, Hans Stephan y Willie Schelkes, quienes fueron sus colaboradores dentro de sus especialidades en la oficina denominada GBI. También se unió Annmarie Kempf y Wolters. Speer invitó asimismo a participar a su mentor Tessenow, pero éste gentilmente rehusó el ofrecimiento.

El primer paso de estos planes fue la reforma del Estadio Olímpico de Berlín, usado para los Juegos Olímpicos de 1936, que había sido diseñado por Werner March. Speer proyectó igualmente la nueva Cancillería del Reich, que incluía un enorme salón dos veces mayor que el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles. Hitler quería construir una tercera Cancillería, aún mayor, aunque nunca se comenzó. La segunda cancillería fue destruida por el ejército soviético en 1945 y sus restos fueron utilizados para construir el monumento-cementerio militar de Treptow, a las afueras de la ciudad.

En 1937, Speer proyectó el Pabellón alemán de la Exposición Internacional de 1937 en París, que estaba situado justo en frente del Pabellón soviético. Su diseño pretendía representar una defensa sólida contra los embates del comunismo, aunque ambos pabellones fueron galardonados con medallas de oro por sus diseños.

En 1939, la Cancillería quedó terminada y Hitler, como muchos más, quedaron extasiados por la belleza de la reforma. En la planta baja y ocupando una gigantesca sala se instaló la maqueta del Berlín reconstruido, denominado Germania. En esa maqueta Hitler pasaba horas y horas en la madrugada como una forma de distracción. Según sus declaraciones a Speer, veía en esa maqueta un monumento post mortem a su gestión.

Del resto de los edificios planeados para Berlín, casi ninguno llegó a construirse. El concepto general era reorganizar Berlín a lo largo de un bulevar central de cinco kilómetros. En el extremo norte, Speer, basándose en esbozos dibujados por Hitler en los años 20,[1] pensó en un edificio con una enorme cúpula, inspirado por la cúpula de concreto del Panteón de Agripa. El tamaño de la cúpula la haría poco práctica: más de 200 m de alto y casi 250 m de diámetro, dieciséis veces más grande que la cúpula de San Pedro. En el extremo sur del bulevar habría un arco semejante al arco del triunfo‏‎ de París, aunque asimismo mucho más grande: 120 m de alto. De hecho, el Arco del Triunfo habría cabido en su vano. El comienzo de la Segunda Guerra Mundial en 1939 impidió la finalización de estos proyectos, si bien no fueron formalmente abandonados por Hitler hasta bien entrada la guerra.

En 1940, debido a que se estaban llevando a cabo simultáneamente obras de reconstrucción en más de 30 ciudades alemanas, Speer solicitó a Hitler el cargo de Comisionado del NSDAP para la Arquitectura y Planificación urbana y así evitar el caos y uniformar los estilos, pero Hitler rechazó la idea.

En 1941, Speer dirige simultáneamente varios proyectos: erige los refugios antiaéreos de Berlín y construye fábricas en Brünn, Graz y Viena. En Noruega proyecta la construcción de un enorme astillero para submarinos. Diseña y levanta varias fábricas para el esfuerzo bélico en suelo alemán.

A raíz de los bombardeos, sumado al proyecto del nuevo Berlín, Speer fue presuntamente responsable de la deportación forzada de unos 50.000 judíos, expulsándolos de sus casas para hacer sitio para sus grandiosos planes, y del realojo forzado de ciudadanos alemanes afectados por estas obras. Sólo se salvaron de la deportación unos 26.000 judíos que trabajaban en las fábricas de armamento. Este aspecto se conoce como el de los pisos judíos.

Respecto al tema judío, Speer aparentó ignorar algunos hechos relacionados con el destino de los judíos berlineses, pero tenía al menos fundadas sospechas de cuál era ese destino y optó por abstraerse de ese tema.

A principios de 1942, Speer fue destinado a Dnepopestrovsk, en Kiev, para la reconstrucción de los nudos ferroviarios en colaboración con la Organización Todt.

Ese mismo año, su hermano Ernst fue atrapado en el "kessel" de Stalingrado. Presionado por sus padres, Speer intentó sacar a su hermano a mediados de enero de 1943, sin embargo, ni siquiera pudieron localizar a su unidad, que fue declarada "desaparecida en acción".

Ministro de Armamento

Después de que el Ministro de Armamento y Producción Bélica Fritz Todt muriera en un extraño accidente aéreo el 8 de febrero de 1942, Hitler inmediatamente le nombró su sucesor con la promesa de que cuando terminara la guerra volvería a la arquitectura.

Speer asumió con ahínco sus nuevas funciones, tomando además el liderazgo de su antecesor en la Organización Todt. Mantuvo a los colaboradores de su antecesor, tales como el ingeniero Xaver Dorsch, uno de los más brillantes ingenieros de la Alemania nazi, y a Karl Saur, quien complotaría en su contra más adelante. Al asumir su nuevo cargo, Speer entró en el periodo más oscuro de su vida y trayectoria en el gobierno nazi.

Pronto las producciones militares de la Luftwaffe, la Wehrmacht y el Plan Cuatrienal, que abarcaba toda la economía alemana,cayeron bajo su responsabilidad. Sus responsabilidades pasaron a ser enormes, y Speer trabajaba sin descanso. Para cumplir los cometidos estadísticos, se requirió a las SS que suministraran mano de obra proveniente de las poblaciones del Este. Al asumir el plan cuatrienal, que había estado bajo la dirección poco eficaz de Hermann Göring hasta el momento, se ganó a Göring como su tenaz opositor.

La mano obrera esclava se incrementó de 1,5 millones de personas a 14 millones. El suministro de mano obrera proveniente de las deportaciones estaba a cargo de su subordinado Fritz Sauckel, su enlace con las SS.

Estas personas, en su mayoría prisioneros rusos, trabajaban en condiciones infrahumanas y morían por cientos cada día, en aplicación del principio nazi de exterminio por medio del trabajo forzado.

Fueron responsables de las obras del Muro del Atlántico, las construcciones de los campos de pruebas de bombas volantes en Peenemünde y varios campos de concentración, entre otras obras. Estas personas pertenecían al 40% que no debían ser eliminados inmediatamente, llamados trabajadores esenciales, el resto eran enviados a campos de exterminio.

Speer tuvo entre sus responsabilidades el mantener habilitado el sistema ferroviario para el envío de armamentos hacia el Este. A su vez, las SS usaban los vagones de retorno para transportar prisioneros esclavos, por un lado, y para la Aktion Reinhard o Sonderbehandlung o Solución Final, por el otro. Estas acciones fueron administradas por Theodor Ganzenmüller, colocado como subsecretario de Estado para el Transporte a instancias de Speer. A su vez, Ganzenmüller estaba conectado con Fritz Sauckel, el ayudante de Speer. Ganzenmüller también estaba conectado con Karl Wolff, ayudante de Himmler.

Hitler en persona jamás mencionó a Speer lo que estaba ocurriendo en realidad con los judíos del Este, ni lo que había ocurrido con los guetos de Polonia. No antes de 1943 llegaría a conocer este tema a cabal realidad en El discurso de Posen en 1943.

Sus principales colaboradores militares fueron el general (más tarde mariscal) Erhard Milch, de la Luftwaffe, y el general del ejército Friedrich Fromm, quienes convencieron a Speer de que la guerra con la Unión Soviética había que ganarla a más tardar en octubre de ese año.

Intentó concentrar, sin éxito, toda la economía de guerra alemana en el esfuerzo bélico, pero la política del Partido y el círculo de allegados a Hitler, en especial Hermann Göring y Martin Bormann, se lo impidieron, lo que influyó directamente en el desenlace de la guerra.

Intentó además, sin éxito, tratar de convencer a Hitler de que la masa femenina alemana entrara en la maquinaria de guerra alemana. Hitler rechazó en dos oportunidades esta opción.

En mayo de 1942, el general Friedrich Fromm presentó a Speer a los físicos alemanes Otto Hann y Werner Heisenberg del Instituto Káiser Guillermo, quienes trabajaban en el desarrollo de un motor nuclear, pero paralelamente estaban desarrollando una bomba atómica. Speer colaboró con el suministro de materiales para el desarrollo del arma. Sin embargo, Heisenberg reseñó a Speer que Alemania necesitaría varios años para llegar a tener una, gracias a que Hitler mismo, en conocimiento del tema desde 1938, no había prestado mayor atención, debido a la excesiva fobia a todo lo relacionado con el físico judío-alemán Albert Einstein y con la «física judía», como él llamaba a la física nuclear.

En noviembre de 1942, Speer supo que su hermano Ernst Speer fallecía en un paupérrimo hospital de campaña durante la Batalla de Stalingrado, a pesar de las gestiones que había hecho ante el mariscal Milch para que fuera evacuado en alguno de los últimos aviones que salieron del cerco. En esa misma fecha, Speer veía en los informes que las estadísticas de logística iban en creciente aumento, revelando las espantosas pérdidas en la guerra con la Unión Soviética. En su escritorio se acumulaban cifras desesperadas en material, hombres y armas. A fines de ese mes, Himmler impartió una directiva que ordenaba que los trabajadores judíos en las fábricas de armamentos debían ser trasladados a campos de concentración para su exterminio y fueran reemplazados por polacos. Esto provocó graves trastornos a Speer, que intentó revertir la disposición.

En 1943, Speer consolidó su posición como Ministro de Armamento. La producción de aviones, tanques y armas se multiplicó. La Werhmacht le apoyaba plenamente en su gestión. Himmler le proveía de mano de obra esclava desde Polonia y Ucrania y como la estrella de Göring se eclipsaba después de Stalingrado, su influencia negativa menguó.

El 30 de marzo de 1943, Speer visitó el campo de concentración de Mauthausen. Allí se le brindó una recepción de pantalla, ocultándosele supuestamente la realidad de lo que ocurría en ese lugar. Speer quedó impresionado del estándar de vida del que aparentemente gozaban los prisioneros e incluso aconsejó a Himmler no usar materiales que podrían ser necesarios en la industria armamentística. Se le tomó una foto que más tarde jugaría en su contra.

En ese año, Speer empezó a comprender que la guerra ya estaba perdida, puesto que los requerimientos del frente del Este sobrepasaban la producción.

La Conferencia de Posen

En los círculos más cercanos a Hitler ya se rumoreaba el nombre de Speer como posible sucesor de éste. Este hecho, por supuesto, lo colocó sin querer en la mira de los que también se postulaban como sucesores, principalmente Himmler y Martin Bormann, quienes empezaron a conspirar contra él ante Hitler mismo.

El 6 de octubre de 1943, Speer fue citado en el castillo de Posen, donde pronunció un discurso de solicitud de apoyo en mano de obra a los Gauleiters, quienes a instancias de Martin Bormann se resistían a cooperar. Más tarde, se dio una histórica alocución de Himmler donde el Reichsführer de las SS, por instrucciones de Hitler, informó a las más altas esferas civiles y militares de las SS del genocidio que se estaba practicando con los judíos, y les solicitaba mantener en secreto esta información: esto se conoce como el Discurso de Posen. Mediante este discurso Himmler involucró a Speer en este tema. Se sabe, a juzgar por las palabras proferidas en la alocución por Himmler y por los hechos posteriores, que Speer estuvo presente en esta reunión y que, por tanto, estaba en conocimiento de lo que sucedía, aunque éste lo negaría en el futuro.

La construcción de Dora-Mittelbau

El 22 de agosto de 1943, Speer, Hitler y Himmler se reunieron en Rastenburg para evaluar un proyecto de Hitler acerca de la construcción de un enorme reducto subterráneo en las montañas del Harz, Dora-Mittelbau, donde se producirían en serie bombas V2 supervisadas por Wernher von Braun, debido a que la estación de Peenemünde había sido destruida ese mismo mes por un bombardeo aliado.

Se construiría en el más absoluto secreto y en el menor tiempo posible, empleando exclusivamente prisioneros de los campos de concentración. Himmler proporcionaría los prisioneros y técnicos, Speer desde Berlín debería colocar los ingenieros, el diseño y la administración. Hitler aprobó la idea.

El proyecto comenzó a materializarse y Speer efectuó una visita el 10 de diciembre de 1943. Allí pudo comprobar las infernales e infrahumanas condiciones de vida de los prisioneros-esclavos que construían el subterráneo sin más herramientas que sus propias manos y dormían en catacumbas excavadas dentro del mismo subterráneo, Speer quedó conmocionado ante esta realidad y pudo entonces sopesar conscientemente -el discurso de Himmler en Posen. Las obras en el terreno mismo estaban bajo la supervisión del Brigade-Führer SS Hans Kammler. Speer reclamó mejorar las condiciones sanitarias de los prisioneros, ordenó la construcción de barracones en el exterior y una mejora de las condiciones de trabajo. Este hecho molestó profundamente a Himmler, que informó a Hitler de la actitud del ministro. Hitler cambió su actitud hacia Speer, quitándole el aura de confianza a la relación.

El lado oscuro del poder

Un mes más tarde, después de la visita a Dora, Speer percibió el distanciamiento de Hitler y la indiferencia hacia su persona,y cayó en un estado supuestamente psicosomático depresivo severo, siendo trasladado a Hohenlychen, a un establecimiento hospitalario de las SS. Allí fue atendido por el médico de Himmler, Karl Gebhard, quien intentó agravar las dolencias de Speer con el objeto de causar su fallecimiento. Sin embargo, Annemarie Kampf, su secretaria, escuchó una conversación entre Himmler y Gebhard donde se enteraba del intento de asesinato. Inmediatamente se sustituyó a Gebhard por el médico Koch, quien reemplazó el tratamiento de Speer con resultados asombrosos de recuperación de su salud. Se sospechó de envenenamiento. Fue trasladado a Italia.

A comienzos de 1944, Speer convaleció en Merán, Italia, por un tiempo y luego asumió su cargo teniendo que enfrentar un sinuoso escenario político con Hitler. Las conjuras hechas por Martin Bormann y Himmler le habían mellado la confianza con Hitler, quien además le había pasado a llevar en algunas iniciativas sobre la construcción de Alemania que él había pospuesto. Esto fue demasiado para Speer.

En abril, muy molesto con Hitler, tuvo un arrebato y renunció a su cargo. Sin embargo, y para sorpresa del propio Speer, los que eran sus acérrimos enemigos súbitamente le demostraron entonces un apoyo incondicional. El general Erhard Milch interpeló a Hitler por la decisión de Speer en representación de la Luftwaffe, y Hitler le rechazó la renuncia restituyéndole su confianza.

La conspiración del 20 de julio

Debido a los hechos anteriores y la desconfianza de Hitler, los conspiradores contra Hitler que estaban tramando un vasto plan para dar un golpe de Estado, creyeron oportuno acercarse a Speer por intermedio de Friedrich Fromm. Speer tuvo fuertes presiones de parte de este grupo, ostensiblemente amplio a altos niveles del gobierno y del Partido, cuyo Plan Walkiria le tenía considerado para el gobierno golpista en el cargo -de nuevo- de Ministro de Armamentos. Aparentemente Speer declinó la oferta.

El 17 de julio de 1944, Speer recibió en sus oficinas al lisiado coronel Claus von Stauffenberg, quien le solicitó con amabilidad pero insistentemente que acudiera el 20 de julio, día planeado para el golpe, a la oficina del general Friedrich Fromm, en el cuartel general de la Wehrmacht en Bendlerstrasse. Speer adujo motivos de trabajo y declinó la cita, demostrando la ambivalencia típica de su personalidad, y Stauffenberg se retiró sin lograr su objetivo. Faltaban tres días para el putsch.

En un archivo secreto de Fromm, se anotó su nombre en la lista del futuro gobierno, con la anotación al lado: -Si fuera posible-? y un signo de interrogación.

Speer ya conocía que existía una conspiración en curso y prefirió no inmiscuirse, pero tampoco cometer delación, al igual que hizo el mariscal Erwin Rommel.

Luego del fracaso de la conspiración, la represión de Hitler hizo que se ejecutaran a 5.648 personas. De ellas, se estima que 200 estaban directamente involucradas; las demás incluían a familiares de los conspiradores, inocentes denunciados bajo tortura y los familiares de éstos.

Según su relato, Speer incluso planeó más tarde un intento de asesinato de Hitler en 1945, introduciendo gas nervioso en la ventilación de su búnker,[1] pero las pruebas independientes de este extremo son muy escasas y no pasa de ser un mito.

A pesar del ambiente generado tras el fracaso del atentado, Hitler, extrañamente, le continuó considerando digno de confianza y le mantuvo en su puesto.

Los desacatos y el principio del fin

Speer, con un riesgo considerable para su propia vida, evitó la realización de la política de tierra quemada deseada por Hitler, tanto en los territorios ocupados como en el propio suelo alemán. A mediados de 1944, Hitler había ordenado a Speer destruir toda la infraestructura productiva, fábricas, maquinarías, granjas, factorías. Él ignoró esta orden y mantuvo la capacidad industrial de estos países y la del suyo propio. Hitler le ordenó también incrementar la producción de gases venenosos, como el tabún y el sarín, que ya estaba bastante avanzada en su puesta en marcha. La idea de Hitler era gasear a los rusos que traspasaran las fronteras alemanas. Nuevamente Speer ignoró dicha orden y detuvo la fabricación de elementos para una guerra química, exponiendo de este modo su propia vida ante Hitler.

A principios de 1945, le fue añadida otra responsabilidad, la de ministro de transportes. En abril de 1945, la situación ya era terminal para el régimen nazi. Hitler confeccionó su testamento político el 29 de abril y no consideró a Speer en el gobierno de sucesión que se ejercería después de su muerte. Éste visitó por última vez a Hitler en su búnker con el propósito de despedirse y, en una conversación de una hora, le confesó a Hitler los desacatos cometidos; Hitler sólo guardó silencio ante la confesión de Speer. Luego Speer manifestó que se iba de Berlín y Hitler fríamente le dejó marchar con las palabras: «¿Así que se marcha?... bien... [...] ¡Adiós!». De este modo, con una frialdad que no reflejaba el tipo de relación mantenida, terminó la relación entre Hitler y Speer.

Previamente Speer trató de convencer a Magda Goebbels que desistiese de la determinación de suicidio de ella y sus hijos, pero la intervención brusca de Joseph Goebbels le impidió seguir conversando, muy a su pesar. Más tarde se despidió de Eva Braun y salió rumbo a un sector en las afueras de Berlín, en donde evacuó a su familia más tarde a Berghof. En alianza con el general Gotthard Heinrici, ordenó a las tropas del frente oriental que desobedecieran las órdenes de Hitler, se retiraran al frente americano y se rindieran allí, en lugar del intento suicida de romper el bloqueo con el que el ejército soviético sometía a Berlín.

Cuando supo que Hitler se había suicidado, Speer se abatió en una profunda depresión, de la cual sólo se recuperó cuando fue llamado por Karl Dönitz en Plön, en la frontera con Dinamarca, para formar el gabinete del nuevo gobierno alemán, en reemplazo de Martin Bormann. Dicho gobierno alcanzó a operar unos 20 días y no fue reconocido por los aliados.

Fue arrestado por los norteamericanos el 12 mayo de 1945 e interrogado acuciosamente por la comisión para el control de la Alemania, conformada por técnicos aliados. Speer entregó información de utilidad que permitió la continuidad de la existencia de Alemania como nación. Entre otras informaciones de valor, ayudó al Estado Mayor americano a conocer los efectos reales de sus bombardeos aéreos sobre la economía de guerra alemana en los años 1942 a 1945. Algunos de estos bombardeos casi lograron paralizar la producción alemana, sobre todo cuando tuvieron como objetivo industrias altamente especializadas, como la de rodamientos o la química,[1] mientras que sólo aumentaron el deseo de resistencia de la población civil cuando fueron indiscriminados (por ejemplo, durante el Bombardeo de Hamburgo o el Bombardeo de Dresde).

El juicio de Núremberg

En los juicios de Núremberg, Speer fue uno de los pocos funcionarios del régimen nazi que manifestaron remordimiento y se declararon culpables, aunque demostró ser ambivalente. Durante los descargos, Speer negó conocer cualquier aspecto relacionado con el exterminio a etnias judías, eslavas y gitanas, conocido como el Holocausto. Asimismo negó tener conocimiento del atentado perpetrado por Claus von Stauffenberg del 20 de julio contra Hitler. Adoptó una actitud de «víctima del régimen nazi» y se condujo inteligentemente en los interrogatorios, mostrando diferencias con el resto de los jerarcas nazis, denotando transparencia, culpabilidad en algunos casos e ignorancia de hechos en otras.

En el Juicio de Núremberg, el fiscal acusador Jackson presentó como prueba una fotografía de Speer en una visita al campo de concentración de Mauthausen, donde aparece claramente rodeado de prisioneros demacrados. La acusación afirmaba que esto probaba que Speer era consciente del Holocausto. Speer se defendió diciendo que sólo se trataba de una visita para gente influyente al campo de concentración, y en ningún momento llegaron a sospechar los cometidos más infames del mismo.

Esta afirmación hecha por Speer hoy en día carece de fundamentos, puesto que estando presente en Depopetrovsk, los Einsatzgruppen trabajaban aún en esa región, además del reclutamiento forzado de obreros esclavos a cargo de Fritz Sauckel. Además existen evidencias de que escuchó la alocución de Himmler en El discurso de Posen y la realidad de los campos de concentración, en especial la obra Dora-Mittlerbau en el Harz. Speer tuvo necesariamente que haber conocido sus hechos infames.

A pesar de haberse ganado la buena disposición del fiscal Robert H. Jackson, estuvo a punto de ser condenado a muerte, cosa que el mismo Speer creía firmemente, puesto que muchas pruebas fueron acumuladas en su contra: su afiliación a las SS, el trabajo esclavo... Finalmente fue condenado a 20 años de prisión en Spandau (Berlín), principalmente a causa del uso que hizo del trabajo esclavo.

De haberse corroborado su fichaje en las SS (se habían consultado registros anteriores a 1942), y de haberse establecido que conocía fehacientemente el exterminio judío, Speer, sin lugar a dudas, habría sido ejecutado.

Sus últimos años

En su estadía en Spandau, Speer mantuvo amistad con Rudolf Hess, cautivo desde 1941, y otros jerarcas de menor importancia. Su liberación en 1966 fue un acontecimiento mundial. Publicó varios libros semi-autobiográficos, hasta su muerte en Londres en 1981.

Speer, ante sus biógrafos, explicaría acerca de la personalidad de Hitler que fue un ser desprovisto de humanidad, de una verdadera esencia que pusiera límite a sus pasiones. Sus comentarios han permitido a muchos historiadores acercarse más al verdadero perfil de Hitler y su régimen.

Años más tarde diría sobre la personalidad del líder nazi:

A pesar que de estuve mucho tiempo a su lado, nunca llegué a conocerlo. No sé quién fue exactamente Adolf Hitler.

En el pecho de Hitler, en el lugar donde debía existir un corazón, había solo un hueco".

Si Hitler hubiera tenido un amigo, éste habría sido yo"-...Hitler, (...) era incapaz de sentir amistad, no creo que supiera lo que esta significaba...

Hitler fue lo mejor para Alemania. Sin embargo, Alemania no fue lo mejor para él...

Sus obras —por ejemplo, Dentro del Tercer Reich, sus memorias que tituló Recuerdos y su Diario de Spandau— proporcionan una mirada personal y excepcional de las grandes personalidades de la época nazi. No obstante, muchos críticos opinan que Speer minimiza y evade su propia responsabilidad en las atrocidades de la época.

Según entrevistas realizadas después de su encarcelamiento y posteriormente, Speer adoptó la actitud cómoda de «mirar para otro lado» ante las atrocidades nazis. Por ejemplo, admitió que era consciente de la existencia de Auschwitz, y de que ahí estaban ocurriendo muchas muertes. Por ello, evitó intencionadamente visitar el campo o conseguir más detalles de lo que ocurría en realidad.

Speer pasó los últimos años de vida en un semi-retiro autorrevisionista, viviendo de sus derechos de autor, en compañía de su esposa Margret en Bergohf, hasta que la muerte lo sorprendió en septiembre de 1981.

Referencias

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Referencias e información de imágenes pulsando en ellas.
  1. 1,0 1,1 1,2 1,3 1,4 1,5 1,6 Albert Speer, Memorias, Barcelona, 2001
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Wikipedia, con licencia CC-by-sa


Ver artículo aleatorio en:Arquitectos.
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Editores y colaboradores de este artículo ¿?
Alberto Mengual

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