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Francisco Jareño y Alarcón
Francisco Jareño y Alarcón (Albacete, España; 24 de febrero de 1818 - Madrid, 1892) fue un destacado arquitecto español del siglo XIX, autor de alguno de los más notables edificios oficiales del reinado de Isabel II.
Jareño ingresa de joven en el seminario diocesano para seguir estudios eclesiásticos, permaneciendo en él por espacio de nueve años. En 1833 lo abandona para entrar Alumno de la recién creada Escuela Superior de Arquitectura de Madrid (1844), de la que llegaría a ser director (1874-1875), finalizó sus estudios en 1848, a los 30 años de edad, tras culminar una brillante carrera académica aunque no recibiría el título de arquitecto hasta 1852, después de una pensión que le permitió realizar algunos viajes por Europa, en donde tiene la oportunidad de conocer el uso que en varias ciudades europeas daban al hierro como elemento arquitectónico.
A su vuelta y con nuevas ayudas económicas del Estado volvería a viajar a Inglaterra y Alemania, regresando definitivamente a Madrid en el año 1855, en el que sería nombrado catedrático de Historia del Arte en la Escuela de Arquitectura.
De sus primeros años de ejercicio destacan el proyecto de la Escuela Central de Agricultura de Aranjuez de 1856, primera obra que se conoce de Jareño, así como la intervención, en colaboración con Nicómedes Mendívil, en la desaparecida Casa de la Moneda, levantada en el espacio que hoy ocupa la Plaza de Colón (Madrid).
En Las Palmas de Gran Canaria realizó el Teatro Pérez Galdós (1867). En 1867 ingresó como académico de Bellas Artes de San Fernando y, como tal y desde 1888, fue inspector facultativo de Construcciones Civiles del Distrito Central.
Como arquitecto del Ministerio de Fomento se hizo cargo de obras en el Museo del Prado desde 1875 durante diecisiete años.
Fue académico numerario de la Real Academia de San Fernando (1867), Caballero de la Real Orden de Carlos III (1858), entre otros.
Su arquitectura se caracteriza por un clasicismo severo favorecido por el destino oficial de la mayoría de sus obras, que en gran parte se convirtieron en emblemáticas del papel institucional que Madrid adquirió como capital en esos años.
Los tiempos políticamente convulsos durante los que ejerció su profesión, incluida la revolución del 68, seguramente afectaron a sus convicciones estéticas, que se movieron entre los polos del academicismo clasicista de corte teórico y el pragmatismo ligado a una práctica profesional que le condujo a buscar la racionalidad constructiva. De ahí la importancia que tiene en su obra la fábrica de ladrillo y su aparejo tradicional y la respuesta funcional, como el decidido diseño de fachadas heterodoxas por razones de uso. Por ello, frente al Jareño ampuloso de la Biblioteca Nacional desvirtuado por Ruiz de Salces, el sobrio de la Casa de la Moneda, del Hospital o de la Escuela de Veterinaria, en el que el ladrillo es tanto estructura como textura, parece más acorde con los tiempos y mejor dispuesto para abrir un camino a la arquitectura madrileña, entre las dudas de su tiempo.
Jareño figura entre los pioneros de la utilización del hierro (a partir de 1867) y del uso estructural y ornamental del ladrillo (desde 1877). Aunque transita entre el clasicismo y el medievalismo, para él “la arquitectura es frío raciocinio, es conjunto de reglas ineludibles, es... ciencia y tecnicismo, y el tecnicismo y la ciencia se refieren a la facultad suprema del alma, al raciocinio”.
Obras[editar]
Referencias
Referencias e información de imágenes pulsando en ellas. |
Moleón Gavilanes, Pedro, Proyectos y obras para el Museo del Prado. Fuentes documentales para su historia, Madrid, Museo del Prado, 1996. |
Navascués Palacio, Pedro, Arte español del siglo xix. Arquitectura, 1808-1914, «Summa Artis», Madrid, Espasa Calpe, 1993, t. xxxv-2.º |
Miguel Ángel Baldellou: Arquitectos en Madrid, Ayuntamiento de Madrid ISBN 84-7812-603-1 |