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Hendrik Petrus Berlage
Hendrik Petrus Berlage (Ámsterdam, 12 de febrero de 1856; La Haya, 12 de agosto de 1934) fue un arquitecto y urbanista holandés que se estableeció en Amsterdam de 1888 a 1923 y después en La Haya. Activo en Holanda y en Londres.
A los dieciocho años, Hendrik Petrus Berlage se inscribe en la clase de pintura de la Academia de bellas artes de Amsterdam, pero donde comienza verdaderamente sus estudios es en 1875 en la Escuela politécnica federal de Zurich, donde la enseñanza de Gottfried Semper ha dejado su impronta.
Titulado en 1878, parte de viaje para Alemania y después a través de Italia. De vuelta a Holanda, buen dibujante y acuarelista, es contratado en 1881 por el ingeniero-constructor Théodore Sander, con el cual toma parte en el concurso de la nueva Bolsa de Amsterdam (1884-1885). Clasificado en cuarto lugar, el proyecto presenta una cierta proximidad a las realizaciones del arquitecto P. J. H. Cuipers (1827-1921), adalid de un estilo flamenco moderno marcado por la doctrina racionalista.
En 1889, presenta en la Exposición universal de París un curioso proyecto de “mausoleo, monumento crematorio”, rivalizando con las grandes composiciones académicas realizadas entonces por los alumnos de la École des Beaux-Arts.
Poco tiempo después, Berlage comienza a desplazar su sistema de referencias para expresar su profundo sentido arquitectónico. El edificio construido en 1893 para la compañía de seguros De Allgemeene en la arteria principal del centro de Amsterdam contrasta con las casas vecinas por su fachada en piedra. Sus partes altas se inspiran en la arquitectura románica. Este recurso a la historia queda como un pretexto y desvela una sensibilidad formal original en la búsqueda de una constante simplificación. El edificio de oficinas y de comercios construido para la aseguradora de Nederlanden von 1845 en La Haya (1893-1895), transparenta una brutalidad monumental cada vez más indiferente a la cuestión del estilo, y acentúa la ruptura con el sistema de composición propio de la arquitectura ecléctica.
De 1896 a 1897, gracias al apoyo de un miembro del consejo municipal, Berlage - cuya reputación es ya la de un arquitecto de ideas avanzadas - entrega una serie de nuevos proyectos para la Bolsa de Amsterdam, cuya reconstrucción había sido antes rechazada. En él recae en definitiva la obra; dirigida de 1898 a 1903 no cesará de despojar sus planos primitivos de todo elemento considerado superfluo. El edificio comprende tres conjuntos establecidos alrededor de patios cubiertos: uno para la bolsa de mercancías, otro para la de grano y el último para la de valores. La Bolsa de mercancías, cuya gran sala central está cubierta de un techo a dos aguas en metal y vidrio, es la más célebre. Los capiteles en piedra tallada empotrados en la pared de ladrillo acompasan las anchas arcadas de la planta baja y las dos galerías superiores. Los elementos metálicos están pintados de colores vivos y la decoración está integrada a la estructura. Por todas las partes del edificio, Berlage llama a sus amigos artistas para hacer una obra de arte total, que se convertirá en el manifiesto del Nieuwe Kunst, forma original del Art Nouveau europeo. Bajo la dirección del poeta Albert Verwey, un vasto programa iconográfico apoyado en las leyendas locales carga el edificio de una significación simbólica. La escultura es dada a Zilj. Jan Toorop hace numerosos cuadros. Roland Holst - para el que Berlage construye una villa en 1902- realiza las pinturas murales, y Der Kinderen, las vidrieras. El modo de integración en el tejido urbano de Amsterdam - regido hasta entonces por una interpretación estricta de los reglamentos locales que favorecía una arquitectura de imitación- hace también de la Bolsa un edificio excepcional. Conjunto de volúmenes simples con superficies lisas, donde se alternan muros ciegos con amplias aperturas vidriadas en una ordenación simétrica, la Bolsa es un monumento del siglo XX que tiene poco que ver con las pequeñas casas de piñón con resaltos y con volutas. Allí esta modernidad hace mucho por la imagen de la ciudad de Amsterdam, entonces en pleno desarrollo, y no es sorprendente encontrar a Berlage encargado de diseñar desde 1900 el plan de extensión urbana hacia el sur.
Hasta 1917, realiza una serie de proyectos (ampliamente modificados cuando sean realizados en los años veinte), donde el rigor ortogonal y radio-concéntrico del trazado cohabitan, en una nueva ciudad dividida entre canales y viales, parques y equipamientos sociales. Esta concepción pintoresca del embellecimiento urbano aparece más tarde en los planes de extensión de La Haya (1908), de Purmerend (1911), de Róterdam-Hofplein (1922), de Utrecht (1924), de Amsterdam-Mercatorplein (1925) y de Groninga (1927-1928).
El compromiso político de Berlage en favor del movimiento socialista - como recuerda la consigna “Proletarios de todo el mundo uníos” que inscribe en los muros de la sala central de la sede del sindicato de obreros del diamante (1899-1901) - le conduce a consagrarse al terreno de la vivienda social. De 1911 a 1913, construye especialmente una serie de edificios de viviendas, en Toolstraat (Amsterdam-Sur) y Transvaalkade (Amsterdam-Este). Su carrera toma un giro cuando firma en 1914 un contrato en exclusiva como arquitecto de la sociedad Wm. H. Müller & Co., lo que le libera de toda preocupación financiera. A la cabeza de esta floreciente multinacional, A. G. Kröller y su esposa, H. F. Müller, son ricos mecenas: después de llamar a Peter Behrens y a Ludwig Mies van der Rohe y antes de contratar a Henry van de Velde, encargan a Berlage una residencia de campo en su finca de la Hooge Weluwe, no lejos de Arnhem.
En plena guerra mundial, Berlage busca más que nunca una moral arquitectónica. Lucha por un arte comunitario capaz de expresar “una vida espiritual superior” y exige al creador refrenar su gusto por el individualismo en un movimiento de abnegación hacia la pureza. El diseño de la vivienda de los Kröller-Müller (1914-1919) hace referencia a la leyenda de la aparición de San Huberto, patrón de los cazadores: la planta de la casa y de sus dependencias imita la cornamenta de un ciervo, mientras que la torre y las construcciones contiguas representan en alzado una cruz invertida clavada en el suelo. Esta interpretación imaginada del programa, que se inspira en el fervor religioso popular y apoya sus raíces en al cultura rural, está en el origen del proyecto.
A la busca de la mejor expresión de “una vida intelectual organizada”, como deseaban para esta casa sus clientes, gentes de negocios y grandes coleccionistas, Berlage transpone de forma despreocupada en la disposición interior su visión del universo de la oficina, tal como ha tenido ocasión de poner en obra, especialmente en la Holland House (1914-1915), sede de la empresa Müller en Londres. Opta, pues, por revestir todos las superficies murales con ladrillos vidriados de colores vivos para crear una atmósfera de vida exaltante del trabajo, el encuentro, la discusión y la meditación interior. Llamado en 1920 por el conservador del Museo municipal de La Haya, es encargado de construir un nuevo edificio, encontrando en este programa tan particular, donde se entremezclan memoria, búsqueda de la identidad y del conocimiento, una prolongación apropiada de sus investigaciones. Un primer proyecto retoma para el espacio interior el tema del laberinto, colocado alrededor de un gran estanque recordando los lagos sagrados de las civilizaciones egipcia o india, es rechazado en 1912. En 1927-1928, lo retoma eliminando todo simbolismo en beneficio de una presentación funcional. La planta muestra claramente la separación entre oficinas de la administración, sala de conferencias y edificios de exposición. El recorrido está orientado, pero su didactismo permite una gran libertad de movimientos. Los espacios se encajan y el juego de sus volúmenes imbricados crea la principal animación de las fachadas. Berlage muestra aquí, en una de su últimas obras dirigidas a partir de 1931, una admiración ya antigua y nunca desmentida por la arquitectura de Frank Lloyd Wright, en especial por el Larkin Building de Buffalo.
No dejará de subrayar a lo largo de toda su obra el buen conocimiento de la arquitectura internacional, y especialmente de la anglosajona, desde la arquitectura victoriana hasta la arquitectura americana - especialmente en sus principios las de Henry Hobson Richardson y de Frank Furness - que tiene la ocasión de descubrir tras un viaje a los Estados Unidos en 1911.
Crítico prolijo, gran conferenciante, Berlage publica mucho sobre arquitectura, arte industrial, urbanismo y compromiso social, principalmente en Holanda y en Alemania. Su presencia en el CIAM de 1928 muestra su ascendiente sobre la joven generación moderna europea.
Obras[editar]
Bolsa de Comercio de Ámsterdam (1898-1903)
Referencias
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