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En una de sus capillas existía el célebre crucifijo de madera conocido como Santo Cristo de Burgos, de tamaño natural, tallado por [[Alonso Cano]], que hoy se encuentra en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. La imagen tiene a sus pies unos huevos de Avestruz que, según la tradición, fue una ofrenda de un rico comerciante de América. En la novela "Miau" de Galdós se narra el temor que impone esta imagen con su melena de pelo natural. En la actualidad, la iglesia posee una copia de esta talla. También contaba con una bella pintura de [[Antonio Arias]], regalada por la Duquesa de Monteleón, representando a los fariseos en el momento de presentar a Jesús el denario. Otra imagen, muy venerada en esta casa, era la de Nuestra Señora del Mayor Dolor. | En una de sus capillas existía el célebre crucifijo de madera conocido como Santo Cristo de Burgos, de tamaño natural, tallado por [[Alonso Cano]], que hoy se encuentra en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. La imagen tiene a sus pies unos huevos de Avestruz que, según la tradición, fue una ofrenda de un rico comerciante de América. En la novela "Miau" de Galdós se narra el temor que impone esta imagen con su melena de pelo natural. En la actualidad, la iglesia posee una copia de esta talla. También contaba con una bella pintura de [[Antonio Arias]], regalada por la Duquesa de Monteleón, representando a los fariseos en el momento de presentar a Jesús el denario. Otra imagen, muy venerada en esta casa, era la de Nuestra Señora del Mayor Dolor. | ||
En su recinto fue sepultado el literato y Comendador de Calatrava, | En su recinto fue sepultado el literato y Comendador de Calatrava, Luis de Salazar y Castro, cuyos manuscritos se conservan en el archivo del monasterio. | ||
Hace tiempo era costumbre dar un clamor con las campanas todos los días del año al anochecer, por el alma de Felipe IV, por ser esta la hora en que se les comunicó a los benedictinos la muerte del fundador. | Hace tiempo era costumbre dar un clamor con las campanas todos los días del año al anochecer, por el alma de Felipe IV, por ser esta la hora en que se les comunicó a los benedictinos la muerte del fundador. |